
La Argentina es tierra de buenos fotógrafos y al promediar el siglo XX dicha técnica se convirtió en un medio de expresión ideal. En la exhibición y el libro que en 2019 el Malba dedicó a narrar la historia de la fotografía argentina moderna (estudio que hasta entonces sólo había encarado el Museo Paul Getty de Los Ángeles) el curador Facundo de Zuviría destacó que cuando Makarius llegó a Buenos Aires, se convirtió en la gran figura. En 1957 presentó en la galería Galatéa sus abstracciones “Fotografías. Fotogramas en color”. En 1961 su formidable Serie bíblica, a partir de negativos pintados y dibujados, integró la muestra del grupo Otra Figuración. Makarius y Carolina Muchnik expusieron junto a Luis Felipe Noé, Jorge De la Vega, Rómulo Macció y Ernesto Deira. Sobre la obra de Makarius, el crítico Hugo Parpagnoli describió las figuras “destrozadas, anhelantes, calcinadas, que hablan de nuestro tiempo”. Y entonces, se quebró definitivamente el límite entre la fotografía y el arte. Parpagnoli, quien al poco tiempo sería director del Museo de Arte Moderno, observó “el hecho de que las láminas expuestas por Makarius son muy bellas y constituyen una auténtica novedad en las artes plásticas”.
Karim cuenta que, para sobrevivir, su padre se convirtió en anticuario. “Aldo Sessa era coleccionista y junto con mi padre tenían las mejores cámaras”, agrega. Varias de ellas están en una vitrina, como la Olimpus PEN, la Nikon, Canon, la Leica y otras de colección. No obstante, el mayor interés lo suscita el laboratorio instalado en el medio de la sala, con su ampliadora, las bateas para lavar las fotos y las cuerdas y broches para colgarlas. El carácter didáctico de la muestra se acentúa con un vídeo explicativo.
Los libros, documentos y catálogos, sumados a las imágenes, permiten rastrear los numerosos viajes de Makarius. Nacido en 1924 en Cairo, se educó en Berlín entre 1930 y 1940, vivió en Hungría durante la Segunda Guerra Mundial, en el límite con el gueto judío y se convirtió en uno de los primeros artistas constructivistas de Budapest. Denunciado por ayudar a las víctimas de los nazis huyó a Suiza en un camión de la Cruz Roja y allí conoció a Max Bill, que impulsó su carrera artística. Pasó un tiempo en París, volvió a Egipto, se casó con Eva Reiner y se radicó finalmente en Buenos Aires. Su trayectoria está bien documentada. Fue cofundador del grupo húngaro de arte concreto, y miembro fundador de los grupos Artistas No Figurativos Argentinos y FORUM.