
Periodista: ¿Cómo es hacer humor hoy, en un contexto de sensibilidad en el que mucho de lo que se dice puede resultar políticamente incorrecto u ofensivo?
Berto Buenafuente: Nunca ha sido fácil, lo fácil es valorar el trabajo de comedia desde la perspectiva del tiempo, pero para los Monty Python cuando hicieron “La vida de Brian” tampoco fue fácil, tuvieron muchos problemas y polémicas, casi les pegan. Ahora se expresan en redes o pueden crear una plataforma para hacer sus descargas. Es cierto que parece que todo el mundo está nervioso o hipersensible, pero eso tampoco es malo. A mí como cómico me obligó a ponerme las pilas en temas que antes descuidaba, como el feminismo. Pero empecé con el humor en 2008 y era otro planeta, podía hacer chistes machistas o gags con mujeres como objetos sexuales y no pasaba nada, la sociedad en ese momento lo toleraba, hoy no. Pero no me gusta meterme en líos, sólo hacer reír sin que la gente se enoje.
Andreu Buenafuente: El cómico es parte de un sistema, no es enemigo, en todo caso lo será el sistema que destruye desde dentro. Somos ciudadanos de este mundo, no extraterrestres, y sabemos que estamos en un mundo que se transforma en algo más justo, entre comillas. Lo vivo con normalidad y además no tenemos un registro que explore territorios punzantes, estamos en el surrealismo cotidiano, en el humor blanco que hace más fácil la vida.
P.: ¿Cómo era el humor de cuando eran chicos en relación al humor de hoy?
B.B.: Cuanto más lo intelectualizo o racionalizo me vuelvo menos gracioso. Intento que la comedia sea espontánea e intuitiva, no sé comparar cómicos antiguos con modernos y menos los jóvenes. Cuanto más avanzo en este negocio, o mejor, me gusta decirle oficio, menos sé de él. Espero que sea por sabio y no por mayor.
A.B.: Es indescifrable cuándo el humor es generacional o transgeneracional, cuándo es un clásico o gusta a mayores o jóvenes. El humor es inabarcable, uno va tirando y luego el tiempo te coloca pero uno no lo sabe. Cuando empecé me decían los que estudiaban las audiencias que yo llegaba a edades variadas y que eso no era muy normal. He funcionado así toda la vida, me voy haciendo mayor y el público se mueve, si llegamos a un público variado me doy por feliz.
P.: ¿Cómo es este desembarco en HBO Max luego de pasar por radio, podcasts y Youtube?
A.B.: Es inédito que un podcast se convierta en un programa de TV para todo el mundo. Decimos que queremos que las plataformas se arriesguen a contenidos diferentes y lo hacen; es algo que si no fuera mío lo vería como espectador comiendo pochoclo.
B.B.: Me parece un movimiento valiente, porque no traicionamos el formato de podcast conversacional de improvisación, lo pasamos a un formato de TV para la plataforma y eso tiene muchos peligros y trampas, es arriesgado y se asume el riesgo. Porque al convertir el formato se puede estandarizar y matar, pero a la plataforma no le tiembla el pulso y provoca espacios para generar sorpresa, por ejemplo, con viajes e ideas locas que no chocan con la filosofía de la improvisación. Es la primera plataforma que lo hace, pasar de podcast a programa de TV.
P.: “Nadie sabe nada” es una famosa frase de la industria que alude a que el gusto del público es insondable.
A.B.: A mí me surgió en una conversación con el escritor Juan José Millás, que me vio un día agitado, pesado, y me dijo “nadie sabe nada”. Surgió así y me abrió un camino de diez años.
B.B .: Andreu es bueno para poner títulos, resume bien en una frase el concepto del producto y la frase no sólo alude a la verdad de la que habla William Goldman, en cuanto a que nadie tiene la clave del éxito, sino que es muy claro que este programa son dos señores que no se prepararon nada y hablan a calzón quitado.