Por Francisco Santos
A mediados de los 80 se dio el escándalo Irán-contras en Estados Unidos cuando la administración Reagan autorizó la prohibida venta de armas a Irán bajo el supuesto de que así se lograría la liberación de siete secuestrados americanos en manos de Hezbollah en el Líbano. Cuando se revelaron los detalles de este intercambio y la desviación de dineros de la venta de las armas a los contras de Nicaragua, el escándalo llevó a la condena de los más altos miembros de la administración incluyendo el secretario de Defensa, Caspar Weinberger.
Hace pocos meses unos personajes de la administración Biden, repitiendo esa desastrosa política y olvidando este precedente se sentaron con miembros del gobierno del mafioso dictador Nicolás Maduro para negociar dos cosas, petróleo y canje de unos rehenes o secuestrados a cambio de beneficios para personas cercanas al régimen.
Como en el escándalo Irán-contras, el epicentro es la Casa Blanca pues quien encabezó la delegación fue Juan González encargado en el Consejo de Seguridad de America Latina y quien fue acompañado por el embajador de Estados Unidos ante el gobierno reconocido de Venezuela de Juan Guaidó, Jimmy Story.
De esa reunión salieron varios resultados. El primero fue la liberación de dos americanos secuestrados ilegalmente por Venezuela, retenidos en términos jurídicos con detención ilegal y arbitraria. Y el segundo fue sin duda la facilitación de operaciones a una empresa americana de petróleo, Chevron, y el permiso a dos europeas, Repsol y Eni, para abastecer el sediento mercado mundial por la guerra de Ucrania.
Pero este comienzo de intercambio continuó. El 17 de junio pasado el gobierno de los Estados Unidos le quitó las sanciones a Carlos Malpica Flores sobrino de la esposa de Maduro, Celia Flores, y quien como tesorero, fue el epicentro del robo y lavado de más de 11 mil de millones de dólares de PDVSA, la empresa petrolera venezolana.
Unos días después un avión americano saca otro secuestrado por el régimen de Maduro a través de Colombia y lo llevan a Orlando. El quid pro quo entre la mafia de Maduro y el gobierno de Biden se consolidaba. La operación al mando de Juan Gonzalez, como lo hizo Oliver North en Irán-contras, se consolidaba y le daba resultados a la Casa Blanca.
Pero donde se equivocaron González y Story era en confiar en un criminal como Maduro. Lo cierto es que como los rusos, que se saben este juego muy bien y que hoy quieren cambiar a la inocente basquetbolista Brittney Greiner por Victor Bout, un ruso vendedor de armas condenado a 25 años en Estados Unidos por conspirar para asesinar americanos, Maduro y sus amigos delincuentes también aprendieron a jugar.
Hace unos días diversos medios americanos publicaron como el gobierno venezolano utiliza todo tipo de trampas para llevar a americanos hasta Venezuela donde los arrestan como espías y los usan como palanca en las negociaciones que quieren hacer. Algunas de esas detenciones, dice el Nuevo Herald citando funcionarios americanos se hicieron en Colombia y en algunas islas del Caribe.
Es más, Estados Unidos colocó a Venezuela en una lista donde están Corea de Norte, Rusia, Irán, China y Birmania. Esta lista advierte a los norteamericanos que en esos países corren gran riesgo de ser arrestados injustamente, o secuestrados que es como se le debería llamar.
La pregunta ahora es, ¿qué quiere Maduro? No es México que está muerto pues esa pelea ya la ganó. ¿Qué más entonces? Como lo dice un analista en el Miami Herald y lo advierte Marshall Billingslea, subdirector en la secretaria del Tesoro de los Estados Unidos encargado de la lucha contra el lavado y las financiación del terrorismo, en un Twitter hace unos días, al parecer quiere que Estados Unidos acepte que Alex Saab es diplomático y lo devuelva a Venezuela. Si finalmente Estados Unidos le quitó las sanciones a Malpica Flores, quien era antecesor de Saab, porque no pueden dejar ir a la mano de derecha en lavado del clan criminal de Nicolás Maduro.
No es nada descabellado pues los secretos de Saab sobre Rusia, Irán, Venezuela, Turquía y toda la red de lavado que utilizan para el petróleo, para el oro y para las divisas del narcotráfico es de gran valor para ellos. Pero existe una posibilidad más terrible aun. Y es que ante el pedido de extradición de Colombia le entreguen a Saab al nuevo Presidente Gustavo Petro. Es decir que Estados Unidos haga lo mismo que Juan Manuel Santos hizo con el más grande narco venezolano Walid Mackled. A pesar del pedido de extradición de los Estados Unidos lo entregó a Venezuela.
Pronto sabremos esto en qué va a quedar. Y si esa puerta que abrió la administración Biden le da la libertad a Alex Saab. Lo cierto es que la lección de la crisis Irán-contras no parecen haberla aprendido Gonzalez, Story, Blinken o Biden. Y hoy tienen la responsabilidad directa sobre la vida de los americanos que en las últimas semanas cayeron en las garras de Maduro.
Por ello, esto aún no ha terminado. Y mucho me temo que al final de este vergonzoso episodio en el que Estados Unidos está secuestrado por la organización criminal internacional de Putin y Maduro, el delincuente venezolano sin agallas y sin freno va al final a ganar.
«Las opiniones aquí publicadas son responsabilidad absoluta de su autor».
Origen: Un imperio secuestrado – Interamerican Institute for Democracy