
Periodista: ¿Cómo fue trabajar como coguionista de George R. R. Martin?
Ryan Condal: Aprendí más de él que de cualquier otro escritor, y eso responde en parte a que Martin había trabajado durante diez años en TV y escribía de un modo bastante visual. En 2018, HBO ya estaba explorando ideas para precuelas de “Game of Thrones”, mientras se rodaba la temporada final y Martin estaba en Los Angeles. Fue él quien quiso almorzar conmigo para trabajar. Me sentí honrado. A veces ocurren esos encuentros en que te prometen el mundo y uno se ilusiona pero después queda en la nada. Al día siguiente mi agente me llamó para preguntarme si me había juntado con George R. R. Martin el día anterior. Y me comunicó que HBO había llamado para que escribiera un piloto. Al mes siguiente me senté con Martin en su oficina en Santa Fe y trabajamos en el capítulo uno. La pieza crucial que había que encajar en el puzzle creativo era, en ese tiempo, el final de la temporada de “Game of Thrones”.
P.: ¿Cómo fue el trabajo con Sapochnik como showrunner?
R.C.: Él estaba en un rodaje complicadísimo de la temporada final. Creo que hizo 11 semanas seguidas de grabaciones nocturnas para el tercer capítulo llamado “The Long Night” y me dijo que nunca más volvería a tener nada que tuviera que ver con “Game of Thrones”.
Miguel Sapochnik.: Con “Game of Thrones” cada temporada fue un desafío pero también un trauma, así que no estaba convencido de querer volver a meterme en eso. Evidentemente necesité descansar pero pronto volví al ruedo. Además advertí que “House of the Dragon” era una historia diferente así que me sumé.
P.: ¿Cómo se adaptó del papel de director al de co-showrunner?
M.S.: Ser showrunner en TV es como dirigir en una película. En los últimos años tendió a ser una suerte de médium entre el guionista y la pantalla pero lo cierto es que los escritores son productores, y eso los hace showrunners. Los directores son responsables de las decisiones, casting, color, estilo, todo eso. Pero no se tiende a dividir sino a resolver en equipo; tomé el guión y pensamos juntos con el autor, y en ese camino aprendimos. Cuanto mejor trabajamos pasamos a la instancia de producción, donde el tiempo dictó que no podía estar yo en el cuarto de escritores y él en el set. Tuvimos que tomar decisiones solos sin el consentimiento del otro, pero en esa etapa sabíamos implícitamente qué opinaría el otro.
P.: ¿Qué aprendió del éxito de “Game of Thrones”?
M.S.: Aprendí y refuerzo que cuanto más simple mejor funciona. El desafío es entender que con todo el ruido, parafernalia y pirotecnia visual que podemos usar, no se cuenta nada si no hay algo para contar. De repente eso se hizo muy evidente y hay que hacer lo que conviene para el trabajo y para que la audiencia responda de manera favorable. Prefiero escenas pequeñas que masivas, acaso preguntándose desde qué punto de vista se está contando la historia y contarla desde diferentes ángulos.
P.: ¿Cómo se hermana esta serie con el libro “Fire & Blood”?
M.S.: No lo leí, lo leyó el guionista pero yo no quise leerlo porque quiero tener la misma perspectiva que los miles de espectadores que no lo leyeron. Me permite además tener ideas que, si ya estaban en el libro, me llevan a pensar que vamos por buena senda. Recuerdo que George R.R. Martin nos escribió que le gustaba que los dragones fueran de varios colores. Sentía que en el original habían perdido color y estaban lavados. Me hizo reflexionar en esos reptiles y la manera en que tienden a lo colorido, y que eso era una interpretación mía del libro y por ende acertada si a Martin le gustó.
P.: ¿Qué papel juegan los dragones en la serie?
M.S.: Este es un show familiar y los dragones son domesticados en su mayoría. Transcurre 200 años antes de “Game of Thrones”, cuando los dragones estaban en su apogeo, eran armas de destrucción masiva, y también criaturas para montar y volar. Nos acercamos a los dragones como en el original, que no son fantasía sino enormes animales. También tenemos un grupo que cuida a los dragones llamado Dragonkeepers. Tratan a los dragones como deidades y hacen todo por ellos. Se trata de la mitología del fuego y el hielo, pero hay menos magia en este show del que hubo en el anterior.
P.: ¿Cómo plasman los dragones en pantalla?
M.S.: Estuvimos un año trabajando con conceptos artísticos diseñando a cada dragón. Los dragones están conectados a sus jinetes y queríamos que el aspecto en ambos se espejara pero a la vez mantuvieran su individualidad. El dragón de Daemon Caraxes es un dragón deforme; Vhagar, el dragón más grande del mundo, es una mujer vieja y la más poderosa, pero lo que en realidad quiere es dormir. Y así Syrax, Rhaenyra y otros. Lo importante es que jinete y dragón tuvieran una relación simbiótica. El jinete escoge a su dragón, y una vez que lo ha hecho son uno de por vida hasta que la muerte los separe.