Presidente de Colombia envía a 52 generales a la reserva y desmantela política antidrogas; El próximo paso es legalizar las drogas y crear “guardias campesinas”
Si había alguna duda sobre el rumbo que tomaría Gustavo Petro en su gobierno, éste quedó disuelto anoche con el anuncio de la destitución de 52 generales —24 de la Policía Nacional, 16 del Ejército, 6 de la Armada y 6 de la Fuerza Aerea. Según el presidente colombiano, la medida era necesaria para buscar lo que él llama “la paz total”.
La nueva política de seguridad, que parece inspirada en la cartilla chavista, incluye el fin de los operativos antidrogas y el servicio militar obligatorio, además del desmantelamiento de los aparatos de inteligencia y el traslado de la policía del Ministerio de Defensa al Ministerio de Defensa. Ministerio de Justicia, con la desmilitarización de su personal.
Al mismo tiempo, senadores que formaron parte de las FARC también presentaron recientemente un proyecto para la creación de “guardias campesinas”, un modelo apoyado por Petro y que recuerda a la Milicia Nacional Bolivariana, creada por Hugo Chávez.
Ahora solo queda esperar a que lleguen los consultores cubanos.
El presidente colombiano justifica su accionar en la búsqueda de una “mesa de diálogo” con los grupos criminales que siguen activos, como el Clan del Golfo, una suerte de PCC colombiano. Para obtener la “paz total”, Petro también quiere emprender, con el apoyo del Congreso, una política radical de legalización de las drogas.
Primero, la marihuana, cuyo cultivo compara con los cultivos de maíz y papa. Colombia autorizó la comercialización de cannabis con fines medicinales en 2016, pero su uso recreativo sigue prohibido. La posible legalización de la cocaína, en un segundo momento, es el dato más preocupante.
El país es el mayor productor mundial de la droga, vertida en Estados Unidos y Europa, pero también en Brasil. Cualquier decisión del gobierno colombiano sobre el tema impactará a todos. Las autoridades de ambos lados de la frontera, que se han asociado durante mucho tiempo para combatir el tráfico de drogas y armas, están en alerta máxima.
Creada con apoyo estadounidense, la red regional para reprimir estos crímenes sufrió importantes reveses con la pérdida de influencia en Bolivia, con Evo Morales, y Venezuela, con Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Colombia es considerada el último bastión.
Durante su gobierno, Juan Manuel Santos (2010-18) ya había desmantelado en gran medida la inteligencia de las Fuerzas Armadas, en especial la del Ejército, dejando a la policía toda la responsabilidad, acopio y aparato técnico y humano para la lucha contra el narcotráfico. . Pero ahora es diferente.
Las medidas anunciadas por Petro hasta el momento y otras que están en carpeta representan la pala en la histórica política antidrogas en el continente y refuerzan el “eje bolivariano”. Sus consecuencias, incluso las peores, se sentirán en Brasil y no pueden ser ignoradas en el debate electoral en curso.
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