Dos elementos clave para la sociedad presionan al Gobierno como si fueran unas tenazas cuya presión es imposible de frenar: por un lado, la inflación sigue en aumento y los analistas indican que está lejos de cambiar de rumbo. Por otra parte, los movimientos sociales intensifican su lucha.
Sergio Massa junto a Miguel Pesce y Matias Tombolini tendrán hoy su primer test con las cámaras de alimentos, directores de empresas de consumo masivo y dirigentes de Copal y saben lo que van a enfrentar: pedido de dólares para producir, otra vez, el huevo o la gallina.
“Se supone que los van a apretar por la falta de insumos para producir y la inflación que generan las restricciones a las importaciones, las alimenticias dicen que hay insumos importados en packaging, repuestos de maquinarias, pago de regalías a las matrices”, dijeron desde el BCRA a MDZ. Y agregaron: “Cómo dice Tachuela de Banfield, hay que volver a vender a granel”, definió un hombre sentado en la mesa de decisiones del Banco.
“Los movimientos sociales nos garantizan la paz social si logramos que los 24 alimentos de la canasta básica empiecen a bajar, algo que no está pasando, el temor de Sergio (Massa) es comerse hacer el ajuste, tener que devaluar y que la inflación no baje, eso determina la crisis social, la posible caída del Gobierno y el fin de su candidatura presidencial 2023”.
Quien conversa con MDZ es una persona que habla a diario con Sergio Massa y Alberto Fernández, a quien considera un “buen tipo, de lo mejor que hay en la política”, camina junto a los que encabezan el Gobierno y analiza a diario los valores de los precios y las repercusiones en distintos lugares del país buscando alguna mejora en los niveles de actividad. Se preocupa y hace bien: los niveles de precios no bajan y se percibe. “Sergio quiere ser candidato y Cristina lo sabe, pero tiene que tener algo para ofrecer el año que viene, no puede ser continuidad de un Gobierno que le va mal”, resume.
La organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) confirmó ayer que el precio de los alimentos en los supermercados bajó en el mundo pero no en Argentina, en donde la inflación de julio registró una suba del 7,4%. La inflación proyectada para los próximos 12 meses en agosto se ubicó apenas por encima del 60%, según el Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella.
Por su parte, los analistas consultados por el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) que realiza todos los meses el Banco Central sostienen que en julio superó el 83,7%.
El Gobierno sabe que los movimientos sociales por momentos se tornan coercitivos y que los cortes de calles y rutas proliferarán en tanto y en cuanto no se logre resolver el número que tienen en la cabeza: 24. No por el caballo en la quiniela, sino por el número que incluye los alimentos de la canasta básica elementales y cuyo precio no logran bajar. “No hay hambre social en la Argentina, pero sí hay mucha gente que come muy poco, muy mal, un bolsón de comida, un comedor, cualquier cosa”, resume el hombre que es crítico de lo que está pasando en torno al plan económico.
“El que socava la paz social es el Gobierno, ahora con el ajuste de Massa va a haber lucha en nuevos sectores de educación, no sólo los desocupados. De nuestra parte, mientras haya política de ajuste vamos a sostener movilizaciones y planes de lucha en todo el país”. Esa es la definición de Gabriel Solano, dirigente del PO y legislador porteño. Los cortes, dicen, van a ser diarios y los acampes frecuentes en tanto no logren aumentar planes y ubicar el salario mínimo vital y móvil en 110 mil pesos, algo que no parece posible de acuerdo a la última reunión del Consejo del Salario donde recién en enero llegaría a superar los 60 mil pesos.
No todo son los planes sociales, también preocupa la inflación a la hora de ver las jubilaciones y en el Gobierno saben que sin los votos de los más vulnerables y de los jubilados, habiendo tomado distancia de la clase media y con el ajuste venidero, la única posibilidad de posicionarse de cara al 23 es que las jubilaciones empiecen a ganarle a la inflación, algo que ven como un desafío.
Así lo expresó la fundación Mediterránea en su último informe: “En los últimos 5 años, transcurrieron 19 trimestres de actualización de haberes, incluyendo a diciembre 2022, serán 20 periodos en los cuales se otorgaron aumentos previsionales por Ley de movilidad o por decreto. No obstante, en sólo 4 ocasiones los haberes le ganaron a la inflación y en otros 2 la igualaron. Es decir, el 70% de las veces los ingresos de los jubilados fueron inferiores a la evolución del nivel general de precios”.
El informe añade en términos de proyección que “en particular, entre diciembre 2019 y diciembre 2022 (suponiendo que el año acabe acumulando una suba de precios equivalente al 95%) la variación de IPC podría ser del 300%, equivale a multiplicar por 4 los precios observados a fines de 2019, momento en que el gobierno entrante suspendió la fórmula de movilidad previsional por entonces vigente. Desde entonces, las jubilaciones nominales en el mismo periodo se han ajustado un 257%”.
Fuente MDZ