Periodista: ¿Cuál es la génesis de este proyecto?
Axel Jeannot: Viene desde antes de la pandemia, cuando me convocó el productor para hacerla porque había comprado los derechos. Hicimos audiciones, elegimos el elenco y vino el covid. Pusimos todo en pausa por dos años y lo reflotamos ahora, teniendo más claridad de que podíamos estrenar sin que se nos corten las funciones.
P.: ¿Qué versiones recuerda?
A.J.: Soy fanático de este musical en particular, también de la letra y música de Menken y Ashman. Vi la película del ´86, vi la versión argentina en teatro con Sandra Ballesteros y Diego Ramos, también vi una en Broadway de hace como 15 años y ahora hay una nueva que gracias a Youtube se puede ver. La historia nunca cambia, lo que se aggiorna es la estética.
P.: ¿Cómo la aggiornaron para esta versión?
A.J.: Le dimos una estética de comic, porque si bien está ambientada en los ´50, es un mundo ficticio. Le dimos algo a lo Tim Burton en la línea “El joven manos de tijera”, donde nada es del todo real. La obra es ciencia ficción, combina la comedia, el humor negro pero es muy ochentosa, escrita en esa época, con lo que hay mucho rock. Las narradoras son las Vocat, un ensamble excepcional que trabaja hace mucho tiempo con lo cual hay algo que no hubo que hacer de antemano como empastar voces. Además con buenísimas actrices y bailarinas, y esta Fede Couts como Seymour, un personaje tierno, tontón, inocente y divertido que se va poniendo más dark y se conflictúa, siente una culpa tremenda por querer fama y dinero.
P.: ¿Qué tópicos aborda este musical?
A.J.: Es como el Fausto, para conseguir lo que se quiere hay que ser capaz de hacer otra cosa. Juega desde la sátira y con actuaciones exageradas porque este personaje que está enamorado de Audrey, si bien no comete crímenes, tampoco impide que sucedan. Tiene que ver con la sangre que hay que darle a la planta mágica para que crezca y de ahí él pueda obtener lo que busca. He aquí la cuestión de hasta dónde llega para ser famoso, popular y conseguir el amor de Audrey. Luego se entierra más en sus demonios y la planta se los termina comiendo a todos, es una tragedia griega. De hecho la narradora funciona como un coro griego, algo que hicieron adrede los autores. Ese coro griego cuenta las emociones de los personajes, son las que manejan y tejen todo, entran y salen, cantan como coreutas de rock, son cómplices de la planta andrógina, que vino de otro planeta a conquistar el mundo.
P.: ¿Por qué un productor se embarca en comprar una obra cuyos derechos se pagan en dólares?
A.J.: Porque siempre quiso hacer esta obra y fue negociando para que le extendieran los plazos. Los dueños también tuvieron concesiones por la pandemia, y tampoco era la Argentina actual sino la de 2019. Ahora sería mucho más caro comprarla y nosotros funcionamos como cooperativa, sabiendo que hacemos el esfuerzo y casi por amor al arte.
P.: ¿Qué más tuvo en cuenta para la puesta?
A.J.: Respetamos la traducción pero hay textos actualizados y chistes con licencias que tomamos para hacer algo distinto. Transcurre en un mundo sin celulares, ambientada en un universo paralelo y ficticio. Buscamos la curva desde que comienza, con cierta tristeza, hasta que va progresando, lo que se ve con la estética, el vestuario, la luz. La planta tiene tres momentos, primero es muy chiquita, luego más grande y después enorme, cuando aparecen las flores marchitas que le venden al primer cliente se empieza a volver todo más colorido y exuberante. La planta invade la tienda, con raíces, todo como una metáfora de que se come el mundo, como un virus. Aprovechamos el Astral que es un teatro grande pero maneja cierta intimidad y también necesitamos clima para el terror dark, porque no olvidemos que la planta se come gente.
P.: ¿Cómo ve el teatro y la música hoy?
A.J.: Hicimos temporada con Vox Pop por los 20 años y salí a comerme la cancha después de tanto encierro. Como espectador veo mucho y mas allá de que el teatro no es algo totalmente redituable, noto bastante movimiento en el comercial y en el off, con gente que va, compra entradas, eso entusiasma. Al público argentino le gusta ir al teatro, ver cosas en vivo, bien hechas, con pasión y dedicación. Eso no hay crisis económica ni devaluación que lo frene. Sé que tengo mucha ilusión y optimismo y más allá de la ganancia económica, que la gente venga es lo que necesitábamos.