HARRISONBURG, Estados Unidos. — El pasado lunes 5 de septiembre el portal digital Cubadebate publicó el primer capítulo de una serie audiovisual producida por ese sitio, en la cual se analizan las causas, matices y efectos del fenómeno migratorio en Cuba según el castrismo.
Algunos de los realizadores del material son representativos de esa joven intelectualidad cubana vinculada a la más rancia y cínica defensa de la dictadura. Tales son los casos de Edilberto Carmona Tamayo, jefe del Departamento de Producción Multimedia e Innovación de Cubadebate y la Mesa Redonda (¡vaya redundancia!) y Ana Álvarez Guerrero, una de las presentadoras del programa Con filo.
Aunque la serie ha sido calificada como “nueva”, reitera un tópico que todos conocemos: que la emigración irregular cubana hacia Estados Unidos a partir de 1959 es responsabilidad de las sucesivas administraciones de ese país.
En este primer capítulo fue entrevistado el Dr. José Ramón Cabañas, diplomático con más de 37 años de experiencia y actual Director del Centro de Investigaciones de Política Internacional.
Según el diplomático, el tema migratorio se usa como herramienta de presión sobre Cuba y recibe un tratamiento tergiversado para crear crisis en el país y quizás —aseguró— para favorecer a los traficantes de personas. Cabañas destaca que eso es lo que explica la ausencia de voluntad política estadounidense para regresar al contexto político creado después de la reanudación de las relaciones diplomáticas durante la fase final del mandato de Barack Obama.
El funcionario apunta, además, que en la década de los sesenta muchos de los cubanos que emigraron eran miembros de la alta burguesía o tenían vínculos con la dictadura batistiana, pero eso cambió y hoy la emigración ocurre por razones económicas y políticas.
Aunque al menos tuvo la decencia de reconocer que los cubanos también emigran por razones políticas, Cabañas le restó importancia a ello al expresar que, una vez asentados en su destino, esos cubanos no se mezclan en planes de agresión política ni militan en partidos ni se unen a plataformas políticas contrarias a Cuba —léase al régimen—, sino que tratan de instalarse. Sostuvo que la mayoría mantiene sus vínculos familiares y regresa de visita, por lo que es muy difícil sostener la tesis de que estas personas son perseguidos políticos.
Este aspecto del análisis hecho por el experto me parece uno de los más controversiales y lanza otra señal sobre la necesidad de actualizar los instrumentos jurídicos estadounidenses que permiten calificar como refugiados políticos a farsantes que, una vez obtenida la residencia, se convierten en furibundos defensores de la dictadura.
Cabañas afirma —y es cierto— que el envío de remesas, paquetería y las visitas de los emigrados a su país natal no es un fenómeno exclusivo de la emigración cubana, pero elude mencionar que esta es la única del continente que procede de un sistema político antidemocrático y que a muchos cubanos se les impide ejercer ese derecho de viaje por razones políticas.
Transitando la misma senda elusiva, afirmó que después del 2013, cuando se produjo la reforma de la legislación migratoria cubana, la mayor parte de las personas que salieron del país regresaron, aunque no ofreció cifras para poder evaluar objetivamente esa afirmación, mucho menos para constatar el fenómeno en el último trienio.
Tratando de restar importancia al evidente aumento del flujo migratorio cubano por Centroamérica hacia Estados Unidos, Cabañas también aseguró que la cifra es similar a la de los cubanos que habrían emigrado legalmente de haberse cumplido con el acuerdo de entregar 20 000 visas anuales. A todas luces eso es falso, pues solo entre julio de 2021 y este mes se calcula que han entrado a territorio estadounidense más de 150 000 cubanos.
Otro desliz del diplomático fue comparar este flujo migratorio con el existente en Cuba antes de 1959. Cabañas aseguró que al triunfar la Revolución había 125 000 cubanos viviendo en EE. UU. Si tenemos en cuenta que la Isla tenía entonces 5 000 000 de habitantes, esa cifra representaba el 2,5% de la población. Actualmente se calcula que hay más de 3 000 000 de cubanos viviendo fuera del país. Si tomamos como referencia que la población cubana actual es de poco más de 11 000 000 personas, los residentes en el extranjero representan el 26,50% de la población, lo que demuestra el significativo aumento que ha tenido la emigración a partir de 1959.
Pretender achacar las causas de este fenómeno a la política estadounidense resulta —como cuando analizan otros problemas sociales y políticos— es un vicio acendrado del castrismo y un pretexto para continuar justificando la demostrada incapacidad de los castristas para gobernar.
Los comunistas nos embaucaron con la ilusión de la viabilidad de un paraíso terrenal cuya edificación exigió desmontar promesas plasmadas en documentos históricos, así como niveles de vida, beneficios y derechos que habían sido alcanzado por el pueblo a costa de grandes sacrificios. Todo era transitorio —así nos decían olvidando la fugacidad de nuestra existencia—, pero la transitoriedad se estandarizó e hizo que muchos aceptaran como natural lo que sin dudas es una vida indigna, para poder legar a sus descendientes un sueño ubicado en la incertidumbre. Reducido al mínimo el rédito económico, este se repartió sólo entre los encumbrados dirigentes del Partido. Convertida la vida en mero ejercicio de subsistencia y anuladas todas las libertades civiles y políticas, el sistema implantado en Cuba queda como el único y verdadero responsable de la desenfrenada emigración.
Como escribió Dagoberto Valdés en su artículo El dolor del destierro, publicado el pasado lunes, “lo que más duele es que esto haya estado ocurriendo durante más de sesenta años y aún siga. Duele más que todavía el mundo mire con compasión unos migrantes de otras zonas del mundo y voltee la cabeza ante el éxodo masivo, injusto y provocado por un régimen totalitario por más de medio siglo”.
Continuaremos atentos a la publicación del resto de los capítulos de la serie para seguir desmontando los eslabones de este nuevo libelo del castrismo.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org