La guerra a gran escala iniciada por Rusia el 24 de febrero, no solo está dirigida contra Ucrania, sino también contra toda Europa. Rusia está atacando a los ucranianos con misiles y tanques, y a los europeos, mediante el chantaje energético, la inflación y la propaganda. De hecho, estamos ante una verdadera batalla ideológica: autocracia versus democracia.
En cierta manera, Occidente le facilitó la tarea a Rusia al brindarle los recursos necesarios para llevar adelante la agresión. La UE no reaccionó como debía en 2008, cuando Rusia atacó a Georgia, y tampoco supo reaccionar ante la ocupación rusa de Crimea y la creación de territorios ilegales en el este de Ucrania. Al mismo tiempo, Occidente incrementó activamente la importación de gas y petróleo de Moscú. Si en 2013 Europa importaba 218 mil millones de metros cúbicos de gas, en 2019 la cifra ascendió a 229 mil millones, y en materia de petróleo, de 327 millones de toneladas a 374 millones de toneladas en 2021.
Desde la anexión de Crimea hasta principios de este año, Europa pagó al Kremlin 1.389 billones de dólares en concepto de petróleo y 354.000 millones de dólares por gas. Es decir, Moscú recibió un total de 1.743 millones de dólares de Occidente, lo que le permitió incrementar el gasto militar de forma continua.
También debemos considerar que, tras las sanciones impuestas en 2014, Francia y Alemania han armado a Rusia por 273 millones de euros. En total, 10 países de la UE han suministrado a Rusia equipamiento militar por valor de 350 millones de euros. Estamos hablando de motores y cámaras termográficas para tanques, sistemas de guía para misiles y cazas, etc. Precisamente este armamento es el que está en nuestros días golpeando a Ucrania.
Europa, por su parte, se negó a suministrar a Ucrania “armas letales” hasta 2022, apaciguando de esta manera al agresor ruso. Por lo tanto, Putin fue a la guerra sabiendo que los países occidentales no tendrían suficiente determinación para hacer frente a la agresión rusa.
Reducir la dependencia energética estructural de Europa con Rusia es una cuestión vital. El rechazo a los suministros energéticos rusos se traduce en importantes pérdidas económicas para varios países, pero ese es el precio que hay que pagar para mantener la paz en el continente europeo. La dependencia energética jugó un rol clave en los cálculos de Putin a la hora de iniciar su ofensiva a gran escala contra Ucrania.
Aquellos ciudadanos europeos que piensan que esta guerra se limita a Ucrania están totalmente equivocados. Putin pretende destruir la vida normal de todos los europeos. Es por eso que una derrota de Ucrania, lejos de espantar el fantasma de los planes agresivos de Putin hacia Europa, finalmente acabará destruyendo el modelo occidental de sociedad.
Moscú considera todos los países del “Pacto de Varsovia”, es decir, la parte oriental de Europa, como su zona de influencia. A esto se refería precisamente Putin cuando exigió que la OTAN “debía regresar” a las fronteras de 1997. Por lo tanto, después de Ucrania, Moldavia y los países bálticos podrían ser los siguientes en convertirse en blanco de la agresión rusa.
En nuestros días, Ucrania se ha interpuesto en los planes agresivos de Putin. Si Ucrania gana esta guerra, Europa y el mundo entero estarán a salvo. Ucrania, con el apoyo necesario de sus socios, puede derrotar a Putin en su territorio y evitar que se incrementen los problemas para los ciudadanos del resto de Europa.
El apoyo a Ucrania no es una cuestión de caridad, sino una cuestión de interés práctico para la comunidad europea. Una Ucrania fuerte y bien armada es la mejor inversión para la seguridad a largo plazo, el bienestar y la estabilidad de Europa en general y de cada ciudadano europeo en particular.
Rusia espera que Ucrania baje los brazos y pacte su rendición. Un alto el fuego temporal no cambiaría para nada la situación. El mínimo éxito de Rusia en esta guerra sólo conduciría a un problema más grave y, a la desestabilización política interna de varios países europeos.
El pueblo ucraniano, en nuestros días, está luchando por el futuro de Europa. Por lo tanto, el suministro de grandes partidas de armas modernas a Ucrania será determinante para la victoria de la democracia sobre la Rusia autocrática de Putin.