Mauro Carnevale relató la pesadilla que padece junto a sus dos socios desde hace varias semanas. Los tiros quedaron grabados en un mensaje de audio que enviaba un vecino durante el ataque
La violencia extrema en la ciudad de Rosario no da tregua. A los más de 200 asesinatos cometidos este año -el 70 por ciento de ello adjudicado a la guerra de bandas narco- se suma la industria del sicariato, las amenazas y la extorsión. El último sábado, un grupo de delincuentes baleó el portón de un taller metalúrgico ubicado en la zona sur de la ciudad santafesina. Mauro Carnevale, uno de los tres propietarios de la fábrica, aún continúa shockeado por la pesadilla que atraviesa desde hace varios días y hoy expresó su profunda tristeza al no comprender las razones de las amenazas. “No abro más. ¿Qué voy a abrir?, si no sé cuándo me voy a matar”, dijo entre lágrimas.
Mauro, de 40 años, dialogó esta mañana con Radio Mitre y contó que todo comenzó días atrás con la llegada de una nota al taller, la cual fue recibida por uno de los empleados. “La amenaza decía ‘llamá a este número’. Llamamos pensando que era un cliente, con la inocencia de uno que trabaja y ahí empezaron las amenazas. Yo llamé pero no me atendieron. Llamó mi socio y lo atendieron. Dijo los tres nombres -de él, Mauro y su otro socio- y le dijeron ‘yo te la voy a hacer corta; si ustedes quieren trabajar, tienen que pagarme seis millones de pesos’”, recordó el empresario. Y no conforme, el agresor fue por más: “Ustedes tienen que pagar, sino le voy a hacer cerrar el taller y no van a trabajar más. Les voy a matar a la familia, mirá que sé donde viven”.
De acuerdo al testimonio de Mauro, el calvario para él y sus colegas comenzó el lunes pasado. Tras una nueva amenaza al día siguiente, el miércoles no tuvieron noticias. Sin embargo, el jueves se registró otro violento episodio: “Vinieron al portón dos en moto, se bajaron, yo los veo por las cámaras y digo “no abran”. Estábamos trabajando con portón cerrado y efectuaron un disparo”.
Pero todavía faltaba lo peor. El último sábado por la noche, tanto Mauro como sus socios comenzaron a recibir amenazas mediante mensajes intimidatorios de WhatsApp. “‘Si ustedes quieren trabajar me van a tener que pagar. Ya los tengo a todos fichados’. Y nos mostraron fotos de las casas de los tres”, contó Mauro durante el reportaje radial.
Esa misma noche, delincuentes se presentaron en las puertas del taller y efectuaron 12 disparos que quedaron registrados en un audio que estaba enviando un vecino. “Le rellenaron de plomo; mínimo 12 plomos le dejaron en el portón”, se escucha decir al testigo de la balacera, en un material compartido por el medio Rosario3. Y aseguró: “Eso es para asustar porque saben que no hay nadie, pero lo van a ver mañana”
0 seconds of 2 minutes, 18 secondsVolume 0%Ataque a balazos a una fábrica metalúrgica de Rosario
Desde el ataque a tiros -en donde no hubo heridos, y en el que intervino personal de la Comisaría 21° y luego efectivos de la Agencia de Inteligencia Criminal- Mauro y sus socios no volvieron a levantar las persianas de su fábrica por temor a más represalias. “Lo único malo que hice fue trabajar para comprarme algo, para comprarme mis máquinas. Nunca le pedí nada a nadie. No vivo de planes ni nada. Todo mi esfuerzo lo tengo ahí adentro. Mi drama me va a seguir toda la vida. No sé hasta qué punto tienen datos de la fábrica, de mis socios, de mi familia”, lamentó el hombre. Y en la misma línea, subrayó: “Tengo que escaparme como si fuera un delincuente”.
Cansado de la peligrosa realidad que atraviesan los vecinos de Rosario, Mauro exigió a los funcionarios provinciales medidas inmediatas para frenar la ola de violencia en la ciudad. “¿Por qué no hacen algo? ¿Por qué dejan que tengan teléfonos en la cárcel? Esto se soluciona en una semana, pero acá están todos metidos. La policía, los fiscales, los jueces. No puede ser que un tipo que quiere trabajar, no pueda trabajar”, planteó Mauro durante su relato.
Por último, sugirió a las autoridades que permitan a los vecinos que se armen para combatir a los violentos. “Dejen que el millón y medio de habitantes de Rosario se arme y enfrente a los 100 tipos que andan armados. Los gobernantes no tienen los huevos suficientes para agarrar y decir ‘hasta acá llegaron’”, sostuvo.
La investigación del hecho quedó a cargo de la Fiscalía Regional 2 de Rosario.
Fuente Infobae