Por Evgen Tsybulenko
Catedrático de Derecho
Vladimir Putin, ya no tiene nada para ofrecer al mundo, más que su nerviosismo, amenazas y chantaje. La decisión de convocar a 300.000 efectivos en las condiciones de la Rusia moderna es un intento condenado al fracaso. La mayoría de los que se jactan de ser patriotas, lo hacen desde el sofá de casa, señala Evgen Tsybulenko – catedrático de derecho -, en su columna del portal de noticias “Rus Delfi”.
Muchos ignoran que, la Alemania nazi declaró la “guerra total” recién en 1943, después de sufrir las derrotas de El Alamein y Stalingrado. Sin embargo –como todos saben-, ya era tarde: el Tercer Reich sería derrotado al cabo de dos años. La medida adoptada por el Kremlin tampoco salvará a los “descendientes directos” de los nazis: los “Rashism” (acrónimo de las palabras Rusia y Fascistas). Evidentemente, la guerra en Ucrania aún no ha finalizado, pero la derrota de la Rusia imperialista ya es inevitable.
El pasado 21 de septiembre, Putin anunció una supuesta movilización parcial para seguir adelante con la denominada “Operación Militar Especial”. “Supuesta”, debido a la que la cifra mencionada de 300.000 efectivos no aparece oficialmente en ninguna parte y, de los documentos publicados se desprende la posibilidad de llamar a filas a un número prácticamente ilimitado de personas. Esta es la primera movilización militar en Rusia desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Por otra parte, el mandatario ruso, ordenó la activación de la industria de defensa en el país. Elementos que indican que Rusia se prepara para una guerra larga y sangrienta, tanto en Ucrania como en otros países.
La decisión de Putin de declarar la movilización coincide con el “referéndum” anunciado en los territorios ocupados por Rusia de las regiones de Donetsk, Luhansk, Kherson y Zaporizhzhia. Con el telón de fondo de un número enorme de pérdidas en las filas del ejército ruso y los fracasos evidentes en el frente de batalla (teniendo en cuenta, principalmente, la estampida de las tropas rusas del territorio de la región de Kharkiv), el Kremlin presentará estos “referéndums” como una victoria provisional de la “operación especial”, que debería satisfacer a los “patriotas fundamentalistas” de sofá y al partido que sostiene la guerra. De hecho, ambas decisiones son una prueba evidente de la debilidad de Rusia y la desesperación personal de Putin.
Después del vergonzoso retroceso de las tropas rusas de la región de Kharkiv, Rusia no sólo dejó expuesta su debilidad, sino que también traicionó a un número considerable de colaboradores locales, sin darles la oportunidad de abandonar el territorio de Ucrania. Muchas de estas personas incluso llegaron a obtener el pasaporte ruso, lo que, junto con el hecho de haber cooperado con las autoridades de ocupación, se traduce en una responsabilidad penal plena sobre sus espaldas. Resulta evidente que, en caso de una nueva ofensiva de las tropas ucranianas, una gran cantidad de traidores locales serán juzgados en la corte ucraniana y Putin se convertiría en un Judas político para ellos. El presidente de la Federación Rusa no cuenta con los recursos suficientes para dar un giro a la situación en el frente a su favor. El ejército ruso, está empantanado en medio de batallas posicionales y agotadoras en una línea de frente de 1.000 kilómetros y, con unas tropas integradas desde personas sin hogar hasta convictos. El ejército ruso dejó ver su absoluta debilidad, sus estrategias arcaicas y un armamento soviético obsoleto. Putin está atrapado en un callejón sin salida, en la que cualquier medida que tome está condenada al fracaso: abandonar Ucrania bajo la presión de las Fuerzas Armadas de Ucrania y provocar protestas en Rusia, o iniciar una movilización total y declarar la guerra a Ucrania. Ambas opciones son desastrosas para Rusia.
Putin eligió una alternativa de compromiso aparente para con la sociedad rusa: una movilización “parcial”, con las características antes mencionadas y, con la promesa de que solo los reservistas con experiencia militar serán llamados a fila. De hecho, los criterios de selección no están claros: de hecho, cualquiera puede ser convocado e incluso está previsto un proceso penal en caso de negarse a hacerlo. En la práctica, Rusia ha vuelto a los más oscuros tiempos estalinistas, cuando la vida de una persona no significaba nada. El Kremlin con sus ridículas enmiendas en materia militar al código penal, el consentimiento condescendiente de “aceptar en la Federación Rusa” a los residentes de los territorios temporalmente ocupados de Ucrania, seguido del anuncio de movilización “parcial”, solo está montando un escenario bien diseñado para ocultar a sus ciudadanos el fracaso total del estado ruso. La incorporación forzosa de territorios ucranianos brindará a Putin la oportunidad de declararlos parte de Rusia, continuar la ofensiva en territorios adyacentes, declarando una amenaza a la integridad territorial de la Federación Rusa y amenazando con un ataque nuclear si existe algún supuesto peligro para los “territorios rusos” y el “pueblo ruso”.
La ironía es que, de hecho, Putin no tiene nada que ofrecer al mundo en su conjunto, más que nerviosismo, amenazas y chantajes. Llamar a filas a 300.000 hombres, en el contexto de la Rusia contemporánea, es realmente una quimera. La mayoría de los nacionalistas rusos son patriotas de sofá que, a la luz de los acontecimientos recientes, ya han agotado todos los billetes a Estambul, Ereván y otros destinos disponibles. Las búsquedas más comunes en el segmento ruso de Internet son “¿cómo salir de Rusia?” y “¿cómo obtener la prórroga de la convocatoria al ejército?” Estos reclutas tendrán disponibles solo los tanques T-55, dado que, por ejemplo, los vetustos tanques T-62 fueron retirados del almacenamiento para el ejército regular, y la industria militar rusa se ve no solo imposibilitada para producir a gran escala nuevo equipamiento, sino incluso no llega a reparar los equipos dañados debido a las sanciones. Como resulta lógico, los recién incorporados y sin experiencia tendrán que desplazarse en vehículos obsoletos, convirtiéndose en auténtica carne de cañón para las tropas profesionales ucranianas.
La última cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), celebrada en Samarcanda, también resultó ser una “verdadera frustración” para el dictador del Kremlin: casi todos los miembros de esta organización mostraron su menosprecio ante el mandatario ruso. En Occidente, Rusia ha sido marginada durante muchas décadas. Pero Putin ya ha ido demasiado lejos: se ha dado cuenta del carácter desastroso de su aventura del 24 de febrero, pero sabe que es tarde para una retirada adecuada. Por lo tanto, está preparado y dispuesto a seguir hasta las últimas consecuencias. Además, la cuestión no es si declarará la guerra oficialmente o no, y tampoco si se trata de una movilización parcial o total. Luchará mientras tenga los recursos para hacerlo. Incluso si ello implica arrojar a la muerte a la mitad de la población masculina rusa en el frente. Admitiendo incluso que tuviera que llevar a la ruina a la economía rusa y su industria. A pesar de que su nación acabe convertida en una ridícula copia de Corea del Norte, nada importa, él llegará hasta el final. Sólo un levantamiento interno, primordialmente del lado ruso, espontáneo y bravío, podría modificar esta situación, cuando finalmente hasta el último de los ciudadanos rusos caiga en la cuenta del abismo al que los ha conducido el delirio y la ambición desmedida de una sola persona. Si este escenario no se da, sólo una victoria en Ucrania podría detener los despiadados planes de Putin. No hay otra salida, se trata realmente de la supervivencia del mundo civilizado.
Pero, ¿Cuál es la suerte de los rusos movilizados por la fuerza? Estas personas sólo tienen una salida: rendirse inmediatamente. En el siguiente enlace, por ejemplo, aparecen las indicaciones para hacerlo de forma debida:
https://fakty.com.ua/ru/ukraine/20220910-bilyj-prapor-i-zbroya-na-zemli-instrukcziya-dlya-vijskovyh-rf-yak-pravylno-zdatysya-v-polon/
Tras la rendición y, con el fin de evitar la prisión tras volver a casa, los prisioneros pueden alistarse en la “Legión Libertad de Rusia”, que forma parte de las Fuerzas Armadas de Ucrania, y, con las armas en la mano, emprender la lucha contra la dictadura de Putin.