LA HABANA, Cuba. — En este 2022 se cumplen 60 años de la publicación de El siglo de las luces, considerada la mejor novela de Alejo Carpentier, uno de los más importantes e influyentes autores del pasado siglo de Cuba e Hispanoamérica.
La novela narra la dramática historia de la relación entre el marsellés Victor Hughes, quien trae a las Antillas las ideas de la Revolución Francesa, y tres jóvenes habaneros que se dejan arrastrar por él: los hermanos Carlos y Sofía y su primo Esteban.
El siglo de las luces vio la luz por primera vez en México de la mano de la editorial Espasa Calpe. Su publicación en Cuba demoró. Por suerte, los comisarios culturales del régimen no la consideraron ideológicamente nociva o contrarrevolucionaria. Por el contrario, fue elogiada hasta por Fidel Castro.
El Máximo Líder por entonces estaba muy ocupado con el despliegue en Cuba de 45 ojivas nucleares y cohetes R-12 soviéticos que conducirían a la llamada Crisis de los Misiles, que en octubre de 1962 puso al mundo al borde de un holocausto atómico.
Solo eso puede explicar que ni Fidel Castro ni sus siempre suspicaces comisarios hayan detectado “problemas ideológicos” en una novela que se mostraba crítica y pesimista con el devenir de las revoluciones al reflejar la conversión de un revolucionario, Víctor Hughes, en un cínico tirano, sediento de sangre y poder.
El siglo de las luces fue terminada de escribir por Alejo Carpentier en 1958, cuando residía en Venezuela. Pero este regresó a Cuba en 1959, unos meses después del triunfo de la insurrección castrista. Entonces, se propuso hacer cambios a la novela para ponerla más a tono y en concordancia con la Revolución cubana. Pero esos cambios no fueron significativos.
Al respecto, Roberto González Echevarría, un destacado estudioso de la literatura cubana y latinoamericana, explica en Alejo Carpentier: el peregrino en su patria (Editorial Gredos, Madrid, 2004): “Carpentier insistió luego, en cierto modo retractándose de su anterior declaración, que los cambios que hizo en El Siglo de las Luces no eran sustanciales, que simplemente había reescrito el episodio de la ruptura entre Víctor y Sofía muchas veces, en un esfuerzo por evitar el melodrama”. Y advierte: “En obras tan intrincadamente urdidas y orgánicamente conectadas como las de Carpentier, hacer cambios mayores resultaría difícil después de cierto punto”.
Lo más probable al anunciar esos cambios es que Carpentier, que había sido nombrado director de la Imprenta Nacional de Cuba, quisiera congraciarse con el régimen y despejar cualquier duda que pudiera surgir tras la lectura del libro acerca de su incondicionalidad. Incluso llegó a proponer que se hiciera una lectura desde un punto de vista marxista de El siglo de las luces.
Para 1964, Carpentier decía estar trabajando en lo que calificó como “una trilogía épica de la Revolución cubana”. Pero solo hizo tres capítulos que resultaron decepcionantes por la renuncia a la experimentación artística del autor de obras como El reino de este mundo, Los pasos perdidos y El siglo de las luces. Y a ciertos mandamases, como Carlos Rafael Rodríguez, la proyectada trilogía, más que ilusionarlos, los alarmaba.
En 1967, cuando fue designado agregado cultural de la Embajada cubana en París, Francia, Carpentier tuvo el segundo aire que necesitaba como creador.
Nacido en Suiza en 1904, hijo de un francés y de una rusa y habiendo residido durante doce años en Francia, Carpentier siempre se sintió más a gusto en Europa que en Cuba, donde nunca se consideró lo suficientemente bien acogido.
En sus últimos años en París, Carpentier escribió La consagración de la primavera, Concierto barroco y El arpa y la sombra. Murió el 24 de abril de 1980. Unas semanas antes había donado el dinero del Premio Cervantes a Fidel Castro.
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Fuente Cubanet.org