Por Carlos Ruckauf
La crisis de los oficialismos sacude Europa pero también ha llegado a nuestro continente
La caída de la Premier británica y los desesperados esfuerzos de los conservadores para evitar elecciones, tienen que ver con una profunda separación entre la dirigencia oficialista y sus votantes.
Los diputados y el Comité de selección de candidatos prefieren burócratas sin brillo, dispuestos a ceder principios y lugares en el Gobierno.
Las torpezas de Liz Truss, las idas y vueltas de sus propios ministros y de los legisladores de su partido, tienen mucho que ver con el sistema que utilizan los Tories para decidir, sin consultar a sus votantes.
Si al final de este proceso se llega a elecciones anticipadas, solo un candidato podría evitar una abrumadora victoria laborista: Boris Johnson, amado por las bases y resistido por la dirigencia.
La bronca de los sectores medios y trabajadores no podrá ser contenida por un acuerdo de cúpulas.
Lo que sucede en Gran Bretaña es parte de una crisis que recorre Europa. Es la continuidad de lo ocurrido en Italia con la caída del gobierno de centro izquierda, elecciones y triunfo neofacista.
La nueva Primer Ministro de Italia, Giorgia Meloni
O las revueltas en las calles francesas, con un Macron jaqueado por la derecha y la izquierda. O el gran desprestigio del Gobierno español y el consiguiente crecimiento del Partido Popular y VOX.
Una inflación del 10% anual (o algo más), más un invierno con poco gas y nafta cara, crea un inmenso malestar, protestas ruidosas -y a veces violentas- y derrotas electorales de los oficialismos.
La invasión de Putin a Ucrania hizo revivir a la OTAN, pero está destruyendo a la Unión Europea.
El dictador ruso está aniquilando, meticulosamente, toda la red energética de Ucrania. Lleva a sus habitantes a morir de hambre, sed y frío y al mismo tiempo aumenta los daños a Europa en aprovisionamiento energético y les obliga a recibir millones de refugiados que huyen de la masacre.
La crisis de los oficialismos también ha llegado a nuestro continente.
El próximo 8 de noviembre hay elecciones legislativas en Estados Unidos y pese a todos los esfuerzos del actual gobierno, las encuestas predicen un triunfo republicano.
Biden consiguió acortar distancias, gracias a la liberación de reservas estratégicas de petróleo, lo que permitió bajar el precio de la gasolina, pero parece no ser suficiente.
Más cerca en el tiempo (elecciones el 30 de octubre) y la geografía, en Brasil, Jair Bolsonaro ejecutó en junio una inteligente baja de impuestos a los combustibles (sin afectar el superávit fiscal).
Eso le permitió llegar a segunda vuelta, con empate técnico. Pero los analistas dudan que pueda superar la tendencia mundial a la derrota de los oficialismos.
Si eso ocurriera, quedaría como Boris Johnson y Donald Trump, a la espera de la revancha.