Por Marcelo Cantelmi
El país recibía con cierta serenidad los resultados. Pero una protesta de camioneros y fake news en las redes hicieron ruido.
El día después de las elecciones en Brasil combinaba expectativas políticas y económicas sobre las nuevas autoridades con sectores ligados al oficialismo que se resistían a aceptar el fallo de las urnas.
La escasa diferencia entre el ganador Luiz Inácio Lula da Silva y el presidente Jair Bolsonaro aumentaba esos enojos en grupos extremistas que compraron la idea de la falta de transparencia en el comicio que proclamó con insistencia el mandatario de ultraderecha.
Bolsonaro no rechazó los resultados, pero tampoco los aceptó oficialmente aunque sus allegados anticiparon que no habrá cuestionamientos. Pero ese silencio no contribuyó a la serenidad de sus bases más violentas.
Durante la noche después del cierre de las urnas se multiplicaron en las redes sociales mensajes llamando a desconocer el triunfo del ex mandatario socialdemócrata y denunciando fraude
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Piquete de camioneros en el sur de Brasil. Foto: Reuters
En la mañana de este lunes se supo que militantes de la cámara de camioneros, uno de los sectores más duros y verticales con el jefe de Estado, comenzaron a bloquear algunas rutas en el sur del país, donde es más fuerte el oficialismo.
Lula será el nuevo presidente de Brasil, tras haber conquistado el 50,90% de los votos, frente al 49,10% de Bolsonaro.
Lo hicieron con la intención de forzar, según dicen, un movimiento de las Fuerzas Armadas para desconocer la victoria del PT. Pero fuentes cercanas al Poder Judicial en la capital Brasilia, le indicaron a este enviado que los militares, además de los titulares de las dos cámaras del Parlamento, aceptaron sin discusión el resultado del comicio.
Los principales bloqueos fueron en el estado de Santa Catarina, donde ganó de modo aplastante el bolsonarismo, y en otros distritos de esas regiones como Pará y Rio Grande do Sul.
El legislador Nereu Crispim, un dirigente de la cámara de camioneros y titular del frente que agrupa a esas empresas y a los choferes en el Congreso, afirmó desde temprano que “reconoce el resultado de las elecciones que es fruto de la democracia”.
El mismo argumento del propio jefe de Estado quien el viernes afirmó que no discutiría los resultados aunque fueran en su contra.
Rumores de fraude, vía Telegram
Durante toda la noche y la tarde del domingo, incluso desde poco después del inicio del conteo de las elecciones, hubo algo de tumulto en las redes con mensajes en Telegram, entre otros servicios de Internet, de grupos ultrabolsonaristas alertando sobre un supuesto fraude en el comicio cambiando los votos.
Un informe de Folha de Sao Paulo entre oros medios, registró que hubo mensajes del tipo de “esto es robo en las urnas” y “la urna (electrónica) tiene un algoritmo” que supuestamente cambia el sufragio.
La ofensiva incluyó gráficos sospechosos sobre variaciones de porcentajes de votos que beneficiarían al líder del PT. “Es obvio que todo está manipulado”, señalaba un epígrafe en uno de esos gráficos.
Un día más. Mujeres en la playa de Leme, Rio, este lunes. Foto: Reuters
La insistencia de Bolsonaro sobre las dudas respecto al sistema de voto electrónico ya en la primera vuelta había abierto temores de una acción en Brasilia contra la sede del Tribunal Superior Electoral y su presidente, el magistrado Alexander de Moraes, particularmente atacada por el mandatario.
No sucedió en gran medida debido a que el oficialismo logró una cosecha de votos mayor a la esperada y lo dejó en camino de un posible triunfo en el balotaje.
La posibilidad de una derrota ya había causado un momento de tensión el miércoles por la noche, cuando el presidente llamó sorpresivamente a una reunión urgente de gabinete con la participación de los comandantes de las Fuerzas Armadas.
Fue después de que su gobierno presentó una queja, rechazada por la justicia, respecto a que las radios del norte y del nordeste del país, donde es fuerte la presencia del PT, habían negado la publicación de los avisos publicitarios del Partido Liberal del mandatario. No se pudo probar ese delito y la causa se derrumbó lo que irritó al gobernante.
La campaña se cubrió desde sus inicios de oleadas de fake news que denunciaban que el PT cerraría iglesias o que su ideología era comunista y que destruiría la libertad de prensa. Esos mensajes en parte se replicaron en estas horas, incluso con protestas de los grupos extremistas por no haberse hecho nada para impedir la victoria de Lula da Silva.
En Telegram circularon rumores de fraude en la noche del domingo. Foto: Kirill Kudryavtsev / AFP
Las fuentes en Brasil redujeron la importancia de la protesta de los camioneros sosteniendo que se irá diluyendo con el paso de las horas pero remarcaron la importancia que tendría un mensaje disuasorio del presidente para prevenir este tipo de episodios.
“Hay grupos ultranacionalistas que quieren imitar la locura de Donald Trump con la toma del Capitolio, pero son muy reducidos y con escasa capacidad de movilización, solo hacen ruido y asustan”, dijo una fuente judicial a este enviado.
El campamento de Lula no hizo comentarios sobre la protesta de los camioneros. En la jornada de las elecciones sí había presentado una denuncia judicial contra la policía caminera.
Lo hizo al detectarse que habían realizado númerosos y sospechosos procedimientos trabando la circulación del transporte de pasajeros lo que bloqueaba o retrasaba el acceso de los electores a los cuartos de votación. Esa maniobra iba especialmente sobre el electorado petista.
San Pablo. Enviado especial