Por Federico Mayol
Los jefes comunales quieren al ministro fuera de su cargo y piden más fondos. La polémica por la casa de US$ 1 millón sin declarar. El gobernador por ahora resiste.
Como en la intervención post electoral de septiembre del año pasado, cuando Martín Insaurralde desembarcó en la Jefatura de Gabinete bonaerense en sociedad con Máximo Kirchner, con la aprobación de la ex Presidenta, los intendentes del PJ del Gran Buenos Aires volvieron a estar al acecho
Axel Kicillof lo sabe a la perfección. Nunca habló el mismo idioma que los jefes comunales, y hubo durante el año un pacto implícito de no agresión que el último mes volvió a tambalear por la discusión presupuestaria de fin de año y por Sergio Berni, que todavía permanece al frente del Ministerio de Seguridad porque el gobernador resiste la embestida de los intendentes, que en estas horas redoblaron todos los esfuerzos para que el médico cirujano y militar de un paso al costado.
“Alternativas siempre hay en mente. Pero de ahí a que haya un cambio esta semana, eso es otra cosa”, aseguraron a este diario desde La Plata, consultados por la posibilidad de que Kicillof acepte que el ministro deje su cargo.
Hasta anoche, Berni no tenía ninguna instrucción en ese sentido. Este miércoles, preveía seguir con su agenda por el interior bonaerense. La denuncia de la Coalición Cívica en la Procelac por supuesto lavado de activos, presentada el lunes tras el informe del programa Periodismo Para Todos que reveló que el ministro tenía una casa de US$ 1.000.000 no declarada, sumó ruido. Y envalentonó a los intendentes del conurbano, que postularon en las últimas horas al ministro de Justicia bonaerense, Julio Alak, un dirigente provincial de largo recorrido que trabajó con Cristina Kirchner, que tiene aceitadísimos vínculos con la Justicia provincial y que conoce bien el funcionamiento del sistema político que reina en el Gran Buenos Aires.
Anoche, el gobernador tuiteó una foto junto al funcionario que suena para reemplazar a Berni. La foto que subió a las redes Kicillof junto a Julio Alak, que suena para reemplazar a Berni.
Los trascendidos de las últimas 48 horas -el nombre de Alak daba vueltas desde hace al menos un par de semanas- especularon con la posibilidad de la fusión de Justicia con Seguridad, de que la ex ministra Cecilia Rodríguez ocupe un casillero y de que el comisario general Jorge Oscar Figini se posicione como el nuevo jefe de la Policía bonaerense. Figini responde a Hugo Matzkin, el ex jefe de la fuerza. Es decir, al intendente Alejandro Granados, un peso pesado del rubro.
Kicillof, dicen en La Plata, sabe distinguir de operaciones. Está acostumbrado al fuego amigo. “Le molesta, no es un recurso que le guste”, aseguran.
El último mes, el gobernador se enfrascó en una discusión áspera con los intendentes por el reparto de fondos en torno al Presupuesto 2023. En especial por el Fondo de Infraestructura (FIN), que los jefes comunales quieren actualizar de cara al año electoral e incluso cobrar algunas deudas.
Pero también se negocia el fondo de seguridad que se incrementó en el 2020 tras la revuelta policial que hizo tambalear a Berni y que Alberto Fernández y el kirchnerismo cortaron de cuajo con el recorte de la coparticipación porteña y el traspaso de un porcentaje a la administración provincial que Mauricio Macri había incrementado por decreto, en el 2016, por la transferencia de la Policía Federal a la órbita de la Ciudad.
En el conurbano subrayan que cualquier excusa es válida para ir contra Berni. “Los intendentes no quieren hacer nada con él”, explicaron desde un municipio del sur.
Dicen que es por su estilo y por no consensuar con los jefes comunales. Que no es personal, solo político. Pero lo cierto es que la permanencia del ministro de Seguridad ya no es digerible para buena parte del sistema político bonaerense.
La situación, para colmo, se agravó tras los incidentes del partido entre Gimnasia La Plata y Boca, que terminó con un hincha del “Lobo” muerto por la represión policial. Por ese episodio, por ejemplo, La Cámpora terminó de bajarle el pulgar. Berni ya se había peleado públicamente con Máximo Kirchner cuando ventiló la pelea casi a las piñas que tuvo con el diputado la noche de las primarias legislativas del año pasado.
Con el partido en La Plata, la situación no tuvo más retorno: por caso, Andrés Larroque, colega de gabinete, convalidó en las redes los posteos de la agrupación liderada por Kirchner que hicieron hincapié en el deficiente operativo de seguridad.
El jueves pasado, en el acto en La Plata, Berni quiso monitorear en persona el enorme operativo de seguridad montado alrededor del estadio Único Diego Maradona en la reaparición de Cristina Kirchner frente a una multitud. La ex Presidenta sorprendió con la inclusión de la inseguridad, a modo de autocrítica, en su discurso, en la previa del calendario electoral. Pidió una conducción civil de las fuerzas. Y que los gendarmes vuelvan al conurbano.
Los intendentes del Gran Buenos Aires dan por hecho que el año próximo habrá más presencia de esa fuerza federal en sus municipios. Lo habló este mes el ministro Aníbal Fernández con varios de ellos. Incluso antes de que hable la Vicepresidente en La Plata.
Después del acto en La Plata del jueves, los jefes comunales, el gobernador y la ex Presidenta cenaron en la residencia platense de Kicillof. Una postal de unidad que no tiene su correlato en los hechos más allá del liderazgo único de Cristina Kirchner.
Es que entre los intendentes y el gobernador, por ahora el único candidato de la Vicepresidente a la reelección bonaerense, hay temas sin resolver.
Insaurralde, un pope en el Gran Buenos Aires, aún espera. Según versiones, algo impaciente. Trasciende, además, que arrastra cierta resignación. Es que su máximo objetivo todavía es la gobernación.
Fuente Clarin