Rusia debe sentarse al banquillo de los acusados, responder por todos los crímenes cometidos contra el pueblo ucraniano y ser reconocido como un estado terrorista
El pasado 15 de diciembre, el Parlamento Europeo adoptó una resolución con motivo del nonagésimo aniversario del Holodomor en Ucrania, reconociendo los terribles sucesos acaecidos en los años 30 del siglo pasado como un genocidio del pueblo ucraniano. Además de la UE, otros 19 estados ya han reconocido también el Holodomor como genocidio del pueblo ucraniano. Y este proceso de reconocimiento no ha hecho más que comenzar.
En nuestros días, la agresión rusa contra Ucrania está inspirada en el mismo objetivo genocida de los años 1932-33, o lo que es lo mismo, en el exterminio de los ucranianos. Las atrocidades cometidas por parte de Rusia en Bucha, Irpin, Mariupol, Izyum así como en otras poblaciones ucranianas, la destrucción deliberada de infraestructura civil crítica, la aniquilación del patrimonio histórico y cultural, el traslado forzoso de ciudadanos ucranianos a territorio ruso, no vienen más que a confirmar que Rusia está librando una guerra contra la identidad misma del pueblo ucraniano.
En el conflicto actual, Rusia utiliza instrumentos de sometimiento y tecnología de la información similares a los que utilizó durante la organización e implementación del Holodomor.
Durante décadas, el régimen totalitario del Kremlin concentró todos sus esfuerzos en ocultar a la comunidad internacional las consecuencias de su política represiva contra los ucranianos, silenciando, tergiversando y negando hechos históricos para eludir su responsabilidad por los crímenes cometidos.
El Holodomor, las medidas represivas y la deportación forzosa a Siberia no solo acabaron con parte de la población ucraniana en el territorio del país, sino que también dejaron una impronta cultural en los ucranianos. La esencia del pueblo ucraniano se vio alterada durante muchas décadas.
Con el estallido de una guerra a gran escala en Ucrania, el estado ruso volvió a recurrir al método de la deportación. En diciembre de 2022, los rusos trasladaron por la fuerza a más de 1,6 millones de ucranianos a Rusia.
A causa de que los crímenes soviéticos no recibieron a tiempo una clara valoración jurídica y moral que les hubiera correspondido por parte de la comunidad internacional, y también debido al hecho de que en Rusia se dio un verdadero “ensalzamiento del régimen totalitario soviético”, la Federación Rusa hoy se ha convertido en un “estado patrocinador del terrorismo y un estado que se sirve de métodos terroristas”.
Durante más de tres siglos, Rusia no ha cesado de infringir un auténtico genocidio contra el pueblo ucraniano. El Imperio Ruso en sus tiempos, después la Unión Soviética y, en nuestros días la Federación Rusa están intentado acabar con la identidad del pueblo ucraniano al prohibir el uso de la lengua, sus tradiciones y reescribiendo la historia de acuerdo a sus propios intereses.
Los rusos han humillado a los ucranianos durante siglos, utilizándolos como carne de cañón en sus guerras imperiales o torturándolos en las cárceles. Millones de ucranianos fueron exterminados por hambrunas provocadas y represiones. Y en la actualidad, decenas de millones de ucranianos se han convertido en víctimas de la guerra.
Rusia “como sucesora legal de la Unión Soviética” no solo debe reconocer oficialmente el Holodomor, sino también “pedir perdón por todos los crímenes cometidos contra el pueblo ucraniano, incluyendo la guerra emprendida en nuestros días contra Ucrania”.
Por los innumerables daños causados al pueblo ucraniano, Rusia, como sucesora legal de la URSS, debe ser reconocida como un estado terrorista. El reconocimiento del Holodomor como genocidio por parte de la comunidad mundial debería ayudar a que Rusia acepte su responsabilidad legal, histórica y económica, y pague las reparaciones correspondientes a Ucrania.