La primera reunión que tuvo el plantel campeón en Ezeiza fue para responder a la invitación que llegó de Presidencia. Chiqui Tapia comunicó a las autoridades de Gobierno la negativa de los futbolistas.
Ni grieta, ni temor a la “politización” del logro deportivo. Cansancio. El plantel campeón del mundo resolvió acotar los festejos a la peregrinación en micro, prevista inicialmente hasta el Obelisco pero modificada por la decisión de los organismos de Seguridad que debieron acatar, según el presidente de AFA, Claudio ‘Chiqui’ Tapia. Los futbolistas asumieron como último “esfuerzo” llegar al epicentro de los festejos y recorrer el trayecto con la gente que, sabían, iba a ser muchísima. Ya lo habían experimentado en la madrugada, cuando tardaron una hora para completar los seis kilómetros que separan el aeropuerto del predio.
Los tironeos por la Selección en la Casa Rosada, no movieron la aguja del plantel. Los futbolistas no evaluaron si su presencia era capitalizada por el oficialismo o, por el contrario su ausencia, por la oposición. La decisión grupal tuvo que ver exclusivamente con su cansancio.
Después de 35 días de convivencia, los futbolistas creyeron conveniente “ofrendarse” a la gente desde el micro y evitar sumarle horas entre el saludo íntimo del presidente Alberto Fernández y la posterior salida al balcón. Porque, además, entre el martes a la noche y el miércoles a la mañana, cada futbolista tendría la versión local del recibimiento en sus ciudades de origen.
Ya en el aire, a 10.000 metros de altura, el presidente de la AFA, Claudio Tapia, había sondeado el humor de los futbolistas: le llegaban a su teléfono las invitaciones informales para que los campeones llevaran a la Casa Rosada la Copa del Mundo y tuvieran el saludo simbólico al pueblo desde el balcón. La foto de Diego Maradona en el 86 y la de Messi, 36 años después, entusiasmaba a cualquiera y no había recibido una respuesta negativa.Los hinchas se concentraron frente a la Casa Rosada con la ilusión de recibir a la Selección Argentina. Foto: Federico Imas – CLARIN
En la escala en Roma para que los dos aviones que transportaban a la delegación, la cuenta oficial de Twitter de la Selección Argentina dio la única confirmación de su itinerario: 20 minutos antes de volver a despegar con rumbo a Buenos Aires, confirmaron que el plantel diría presente al día siguiente en el Obelisco, con una caravana que se iniciaría en Ezeiza.
Después de aterrizar en el aeropuerto, en la madrugada del martes, los tres teléfonos de Tapia desbordaban de mensajes: desde el Gobierno querían saber si las invitaciones informales realizadas tenían una respuesta positiva, porque no llegaría la invitación protocolar sin saber eso antes. Los diferentes interlocutores del Gobierno con dirigentes de la AFA buscaban lo mismo.
Pero la respuesta no la podía dar Tapia. El titular de la AFA entiende que fuera de las obligaciones de caracter comercial o publicitarias, si los futbolistas son convocados deben ser ellos quienes definan su presencia. Si la decisión corriera por cuenta de Chiqui, la foto del balcón hubiese estado garantizada: el simbolismo de la Casa Rosada y la Plaza de Mayo repleta, son argumentos insoslayables.
“La plaza tiene un simbolismo muy importante para nosotros. La plaza es el pueblo. Desde ese balcón, se le habla al pueblo… pero Chiqui le dio la derecha a los jugadores: quieren volver con su familia ganaron la final el domingo y todavía no pararon un segundo”, contextualizó un dirigente que acompaña a Tapia desde el tiempo que era impensado que pudiera sentarse en el sillón de Grondona.Una multitud de hinchas esperando el paso del micro de la Selección. Foto Emmanuel Fernández
Reunión en el complejo Dos
De madrugada, Tapia entonces le adelantó a Messi que tenía que darle una respuesta al Gobierno. “Decidan ustedes, el balcón está a su disposición”, le dijo y el capitán le pidió unos minutos para charlar con el resto del plantel en el complejo Dos del predio Julio Grondona.
No fue la mesa chica que componen Messi, Rodrigo De Paul, Nicolás Otamendi, Alejandro Gómez, Leandro Paredes y Ángel Di María: el capitán reunió a los 26 y planteó que la invitación que venían escuchando desde Qatar era un hecho y necesitaba una respuesta. Hubo algunas voces a favor y otras en contra, pero un único argumento que terminó moldeando una respuesta unánime: nadie quería extender un minuto más la concentración que el grupo lleva desde el lunes 14 de noviembre.
Si bien Tapia comunicó la decisión del grupo, esa negativa no impidió que se renovaran las invitaciones. Principalmente después de que cambiara el itinerario, cuando las autoridades de Seguridad de Nación, Provincia y Ciudad desaconsejaron continuar hacia el Obelisco por la imposibilidad de avanzar porque los diferentes caminos estaban colapsados por la gente. Incluso hubo un rumor hasta último momento, cuando los Campeones del Mundo iban a subirse a los helicópteros en la escuela de Policía ‘Ramón Falcón’, en el barrio porteño de Villa Lugano.
La incalculable cantidad de personas que se repartieron entre Ezeiza y el centro porteño lograron que el recibimiento fuera histórico. Ni de haber querido, hubiesen podido llegar al balcón de la Casa Rosada. Es que antes, ya habían llegado a la gente.
Fuente Clarin