Hace dos décadas Argentina enfrentaba un proceso de crisis económica e institucional que desembocó en la salida de la Convertibilidad, la pesificación forzosa de los ahorros y la ruptura del orden económico de los 90. El hecho reintrodujo las políticas que hoy en día siguen provocando inflación y estancamiento.
Un 21 de diciembre de 2001 se produjo la caída del Gobierno del entonces presidente Fernando De la Rúa, luego de la renuncia forzada del ministro de Economía Domingo Cavallo dos días antes.
Se produjo un golpe institucional contra el Gobierno de De la Rúa apoyado por el duhaldismo y el alfonsinismo, y marcó un antes y un después en la política económica del país. Se marcó el fin de un orden económico moderno, sostenido sobre la base del Consenso de Washington, para dar paso al retorno de las viejas y obsoletas recetas dirigistas de la década de 1940.
Dos décadas después Argentina está nuevamente en una crisis, y con un esquema económico y monetario diametralmente opuesto al que había en 2001. La reforma económica del año 2002 fue el puntapié inicial para la reintroducción del problema inflacionario en el país, la vuelta de las distorsiones de los precios de las tarifas, la vuelta del proteccionismo y el retorno de las retenciones a la exportación.
Las reformas socialistas de 12 años kirchneristas, la inacción de 4 años de Macri y estos tres últimos años de “neokirchnerismo” generaron las mismas catástrofes que la mala salida de la Convertibilidad.
La crisis financiera de 2001
Argentina había entrado en un período de recesión desde julio de 1998, una situación que comenzó por una detención súbita de capitales a países emergentes luego del default ruso, y se profundizó a partir de las condiciones internacionales adversas y la marcada devaluación del Real en Brasil.
El sistema de tipo de cambio fijo con el dólar impedía realizar ajustes sobre el cociente de precios relativos entre bienes exportables y bienes no transables, por lo que los shocks internacionales tuvieron un impacto recesivo. En aquél entonces, el gobierno argentino debería haber implementado un plan para la salida del “1 a 1”, que permita mayor flexibilidad para afrontar la crisis, pero no lo hizo.
Por lo que empezó como una recesión terminó por convertirse en una crisis financiera propiamente dicha, que marcaba sus primeros indicios entre octubre y noviembre del año 2000 a través de importantes retiros de depósitos del sistema bancario.
Se trataba de una corrida contra los bancos locales que habían mantenido grandes posiciones en títulos provinciales, los cuáles corrían el riesgo de transformarse en “activos basura” sin retorno. Y sin los debidos retornos, los bancos no perdieron las condiciones de liquidez como para afrontar el retiro de los ahorristas.
El programa “Blindaje” aprobado en noviembre del 2000 con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pretendía poner fin a la corrida bancaria, con el organismo actuando como prestamista de última instancia en el país.
Sin embargo, el Gobierno de Fernando De la Rúa no cumplió con las metas fiscales pautadas para el primer trimestre del 2001. Este escenario provocó una corrida bancaria tres veces superior a la anterior en marzo de 2001, y fue la primera en determinar una crisis financiera abierta.
A partir del mes de julio, las salidas de depósitos contra los bancos se masificaron y no dieron tregua casi ningún mes hasta diciembre, lo cuál en un contexto de tipo de cambio fijo provocó una profunda contracción económica.
En esa situación, el ministro de Economía José Luis Machinea, un economista radical con participación en la hiperinflación del gobierno de Alfonsín, es expulsado del equipo económico. En su lugar fue nombrado el liberal Ricardo López Murphy, quien duró tan solo 15 días en el cargo, luego de que presentara un plan de ajuste fiscal que De La Rúa no se animó a aplicar.
El 20 de marzo de 2001 asume Domingo Cavallo, el “padre de la Convertibilidad”, en un intento desesperado de De La Rúa por poner una figura con respaldo tanto empresarial como político para hacer el ajuste necesario.
Cavallo hasta ese momento era el político con mayor imagen positiva del país, y muchos hablaban de lo cerca que estaba de ser presidente en las eventuales elecciones de 2003 si se mantenía al margen de este caos.
Ya como ministro, Cavallo buscó la negociación de un paquete definitivo con el FMI para terminar así con la corrida bancaria de una vez por todas. El “Megacanje” y la “Ley de déficit cero” buscaron concretar una reestructuración exitosa con el FMI, pero el Fondo mantuvo posiciones volátiles entre las direcciones de Horst Köhler y Anne Krueger, y no facilitó un acuerdo en absoluto.
En consecuencia y sin más alternativa, para diciembre Cavallo decretó el famoso “Corralito” por el cuál se limitaba el retiro de efectivo de los bancos hasta 250 dólares por semana. Esta medida buscaba ganar tiempo hasta el 15 de enero, momento en el cual se esperaba terminar el acuerdo con el FMI y normalizar el sistema financiero.
Es importante aclarar que el “Corralito” no implicó ni la devaluación, ni la confiscación de depósitos ni la pesificación asimétrica, todo esto aconteció un año después en el denominado “Corralón”, con Eduardo Duhalde como Presidente y Jorge Remes Lenicov como ministro de Economía.
La salida de la Convertibilidad y sus efectos
El 19 de diciembre Cavallo renuncia como ministro de Economía, y más tarde el 21 de diciembre Fernando De la Rúa abandona la presidencia. Su sucesor, Adolfo Rodríguez Saá, decidió decretar el default de la deuda externa, derrumbando así todos los esfuerzos realizados en 2001.
Más tarde, y presionado por grupos con poder de lobby, el presidente interino Eduardo Duhalde decretó el fin de la Convertibilidad el 6 de enero de 2002, al mismo tiempo en que se producía una pesificación forzosa y asimétrica de los depósitos bancarios, lo que se dio a conocer como el “Corralón”.
Se salió del “1 a 1”, y el Gobierno devolvió los depósitos en dólares que había acorralado en pesos, a razón de 3,08 pesos por dólar (número que salió de hacer $1,40 por dólar depositado más la inflación minorista que hubo en el período más una tasa de interés anual del 4%), destruyendo así los ahorros de los argentinos.
Esta acción no solo destruyó los ahorros de los depositantes en dólares, sino que socavó el poder adquisitivo de todos los salarios y jubilaciones a raíz de una violenta devaluación que superó el 300%.
En 2002, la economía mostró importantes dicotomías. Por un lado, se experimentó una álgida recuperación del sector externo y, por otro, se produjo una violenta contracción de la demanda interna a partir de la caída de los salarios y las jubilaciones.
La actividad económica tocó un piso en marzo de 2002, pero esto solo fue explicado por el aumento del saldo exportador tras la brutal devaluación. La demanda interna tocó fondo en septiembre de 2002 y se derrumbó un 9% desde el mes de diciembre de 2001.
La tasa de pobreza con la medición de ese entonces, la EPH puntual del INDEC con la canasta de 1985, evidenció el caos social provocado por la salida desprolija y violenta de la Convertibilidad. La pobreza pasó del 38% en octubre de 2001 a más del 54% en 2002, y con los valores de la EPH actual, la pobreza aumentó del 45,6% en 2001 al 65,5% después de la salida de la Convertibilidad.
La fuerte contracción de la demanda interna estranguló el tejido social del país. Aunque la recesión encontró un piso natural en 2002, gran parte de la misma fue explicada por el sector externo superavitario y el auge del turismo, y no por una recuperación en el consumo de los argentinos.
Incluso en la actualidad, el retorno a las políticas inflacionarias tras la salida de la Convertibilidad determinó un nivel salarial que sigue incluso por debajo del que había en 2001. Las consecuencias de abandonar las reglas de juego basadas en la estabilidad siguen causando estragos hoy en día.
El proceso inflacionario nacido en 2002 no pudo ser solventado por los sucesivos Gobiernos y sus distintos programas monetarios y fiscales, siendo así cómo se reintrodujo el nivel de desorganización económica que imperaba antes de las reformas de los ’90.
Fuente Derecha a Diario