MONTANA, Estados Unidos. — La inundación anual del Nilo, resultado de enormes precipitaciones en las montañas etíopes, ha sido un ciclo natural crítico en Egipto desde tiempos remotos. Las inundaciones eran vistas como visita anual de los dioses y responsabilidad del faraón. Entonces, si no había inundaciones, era racional matar al faraón. Actualmente pensamos lo mismo con relación a nuestros funcionarios electos, particularmente el Presidente.
El economista Bryan Caplan explora este tópico en su libro El mito del votante racional, subtitulado “¿Por qué las democracias escogen políticas malas?”. El profesor Caplan sostiene que los votantes son irracionales cuando se trata de políticas económicas, y a menudo apoyan, bajo falsas creencias, políticas autocomplacientes, tales como proteccionismo o salario mínimo, que son demostrablemente dañinas a la mayoría de las personas.
Caplan presenta su trabajo con un delicioso fragmento atribuido a Adlai Stevenson: Haciendo campaña en Illinois un simpatizante le dijo “Gobernador: todos los que piensan están con usted”. A lo que el ocurrente Stevenson respondió: “No es suficiente. Necesito una mayoría”.
Las personas pensantes pueden ser minoría, pero parece que la democracia puede funcionar relativamente bien, incluso con votantes ignorantes a gran escala, debido al llamado “Milagro del Conjunto”. En Estados Unidos casi la mitad de los americanos no saben que cada Estado tiene dos senadores, y tres cuartos no conoce la extensión de sus mandatos. Más de la mitad no pueden mencionar a su congresista, y el 40% no puede nombrar a sus senadores. Así, aunque la democracia da igual voz al informado y al no tan bien informado, el informado termina determinando la política debido al “Milagro del Conjunto”.
El “Milagro del Conjunto” trabaja más o menos así: en un electorado con 100% de votantes bien informados, la mayoría gana. Ahora, imagine un electorado donde el 99% de los votantes no está tan bien informado y votará aleatoriamente, y solo el 1% está bien informado. En un electorado, es estadística básica que cada candidato tendrá alrededor de la mitad de los no tan bien informados votantes que votan aleatoriamente. O sea, cada candidato tendría 49.5% del no tan bien informado voto. Y el ganador será el candidato que pueda atraer la mayoría del 1% de votos bien informados. De acuerdo al “Milagro del Conjunto”, un 99% de electores ignorantes termina con el mismo candidato que el electorado 100% bien informado.
Sin embargo, el “Milagro del Conjunto” comienza a romperse cuando los votantes han desarrollado prejuicios sistemáticamente. Según el profesor Caplan, ese es el caso relativo a políticas económicas; los votantes basan sus preferencias en una profundamente errada comprensión de la economía.
Consecuentemente, los mayores obstáculos a una política económica sólida no son poderosos intereses especiales o grupos de cabilderos. Más bien, la política económica errada se debe a confusiones económicas del votante, creencias irracionales, e inclinaciones personales. Caplan ofrece ejemplos interesantes de inmigrantes. Ciudadanos de países pobres a menudo ansían emigrar a países ricos. Sin embargo, en su país y en el nuevo país, raramente votan por partidos que prometen implementar políticas económicas que hicieron ricos a los países ricos.
Un error económico popular es el prejuicio anti-extranjero definido como “tendencia a subestimar los beneficios económicos de la interacción con extranjeros”. Sistemáticamente vemos nuestros países como en guerra comercial con otras naciones. No comprendemos el principio económico de “ventajas comparativas” que permite a los países beneficiarse del comercio incluso si un país tiene ventajas en costo de producción. El grado de beneficio obtenido por cada país no será igual, pero siempre será positivo para ambas partes (Habiendo enseñado “ventaja comparativa” a estudiantes universitarios, aprecio que el tema no se entiende intuitivamente).
El prejuicio anti comercio exterior a menudo tiene raíces étnicas. Por ejemplo, para los americanos los desbalances comerciales con Japón o México parecen más problemáticos que desbalances con naciones similarmente étnicas como Inglaterra o Canadá.
Como votantes, elegimos políticos que comparten nuestros prejuicios económicos. Esto resulta en que malas políticas económicas, como proteccionismo o salario mínimo, continúan prosperando por demanda popular. Quizás cuando el Nilo no provoque inundación deberíamos conservar al faraón y revisitar nuestras creencias económicas.
Nota: El último libro del Dr. Azel es “Libertad para Novatos”.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org