La Argentina importa de Chile todo el salmon que consume, en lo que va del año ingresaron por U$S39.785.194. Foto: Gobernador Gustavo Melella y Alberto Fernandez
El “espejo” chileno es una herramienta formidable para poder apreciar la magnitud de la decadencia argentina, la cual no se explica por falta de recursos intelectuales o naturales, sino por la creciente efectividad de la “máquina de impedir” que es el Estado en todos sus órdenes.
En 2022 las exportaciones chilenas de pescados cultivados (salmones y truchas) fueron de 6605 millones de dólares, la mayor parte de los cuales corresponden a envíos realizados a los mercados tradicionales de EE.UU., Japón y Brasil.
El dato es que el año pasado Chile envió pescados cultivados a China por un monto de 181,2 millones de dólares, una cifra 108% superior a la registrada en 2021, lo que muestra que el mercado asiático ya lo tomó el “gusto” al salmón chileno y ahora irán por más.

Los pescados cultivados son el tercer producto de exportación de Chile, por detrás del carbonato de litio (que en 2022 registró ¡un crecimiento interanual del 777% para generar 7763 millones de dólares!) y el tradicional mineral de cobre (con ventas en 2022 por 43.888 millones de dólares).
¿Y cómo le fue a la Argentina con su producto emblemático, el orgullo de sus ciudadanos y la “marca país” en el imaginario colectivo mundial? Pues las exportaciones de carne vacuna en 2022 sumaron 3454 millones de dólares. Es decir: casi la mitad de lo producido por el salmón chileno.

Chile logró aprovechar la nueva coyuntura agroalimentaria global. Al tener un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China y EE.UU., tiene arancel cero para ingresar muchos productos agroindustriales a sendos mercados, que son los mayores compradores de alimentos del mundo. En total cuenta con 18 TLC, el último de los cuales, con Brasil, entró en vigencia en enero de 2022.
La ironía es que, como Chile no se autoabastece de maíz y harina de soja, debe importar buena parte de esos insumos para producir salmones y truchas. Y la Argentina es el principal proveedor de esos recursos.

La segunda gran ironía es que Argentina podría aprovechar su gigantesca producción de granos para transformarse en un gran productor y exportador de salmones en Tierra del Fuego, pero la Legislatura de esa provincia sancionó en 2021 una ley que prohibió la salmonicultura industrial.
Sin embargo, los fueguinos no tienen problema alguno en esquilmar al resto de los argentinos con artículos digitales y electrodomésticos de calidad dudosa a precios exorbitantes, algo posible gracias a la protección del régimen de promoción industrial vigente en Tierra del Fuego, que en 2023 recibirá subsidios por casi 520.000 millones de pesos (pagados en parte con el IVA de la polenta consumida en hogares carenciados).
El gobierno de Alberto Fernández, mientras se ocupaba de restringir las exportaciones de carne vacuna por medio de cupos, derechos de exportación y regulaciones aduaneras, también procedió a extender hasta el año 2038 el régimen de promoción fueguino que beneficia a unas pocas familias y perjudica a la mayor parte de los argentinos.
Argentina tiene todo lo necesario para armar un tutorial en YouTube que explique con lujo de detalles cómo perder oportunidades imposibles de perder. Seguramente se trataría de un verdadero éxito.
Fuente Bichos de Campo