LAS TUNAS, Cuba. — El crimen de agresión cometido por Vladímir Putin contra Ucrania cumple un año este viernes, justo el día en que los cubanos recordamos el 128 aniversario del Grito de Baire, alzamiento que marcó el reinicio de la Guerra de Independencia (1895) contra el colonialismo español, una contienda que fue organizada y dirigida por José Martí desde Estados Unidos, con el apoyo de los cubanos emigrados.
Ambos acontecimientos históricos quedan unidos por un único propósito para las dos naciones: la libertad. Pero una diferencia separa a Cuba y Ucrania en este día: mientras los ucranianos luchan por el bien supremo que Rusia pretende arrebatarles, la mayoría de los cubanos, salvo honrosas excepciones, permanece indiferente a su esclavitud, a la hegemonía impuesta por la dictadura castrocomunista hace más de sesenta años, que es una copia de la aún más prolongada dictadura que ha sufrido el pueblo ruso, desconocedor de la democracia por ser primero víctima del zarismo, luego del totalitarismo comunista y ahora de la dictadura de Vladímir Putin, al frente de la oligarquía postcomunista.
Pero si en los meses previos a la madrugada del 24 de febrero de 2022, el dictador Putin imaginó una victoria rápida, y así se lo hizo creer a quienes lo apoyaron o se abstuvieron de condenar —entre ellos el régimen cubano— lo que ya son crímenes de guerra y de lesa humanidad, el presidente Volodímir Zelenski, el pueblo ucraniano y sus fuerzas armadas se encargarían de demostrarle al Kremlin que se encontraba en un error. La resistencia de Ucrania ha captado la atención del mundo, generando una ayuda sin precedentes a la pequeña nación agredida y sanciones económicas nunca vistas contra los invasores.
El empecinamiento de Putin, enviando soldados y generales al campo de batalla en sustitución de los miles de muertos y mutilados, pudiera obtener todavía una victoria militar en Ucrania con su llamada “operación especial”. Pero si, como ha afirmado tantas veces, lo que pretende es “desnazificar” y “desmilitarizar” al país vecino por la seguridad del suyo propio, lo que ha conseguido durante este año de guerra es rearmar al ejército ucraniano con técnicas de combate modernas, acercando más a Ucrania a la Unión Europea, la OTAN y Estados Unidos. Así lo ha demostrado el presidente Joe Biden con su sorpresiva visita a Kiev este lunes.
En este contexto de fechas históricas cabe preguntarse, con respecto a la solidaridad internacional: ¿Los cubanos hemos estado solos frente al castrocomunismo? En mayor o menor grado, nunca hemos dejado de contar con apoyo internacional, especialmente de los Estados Unidos.
También es cierto que las sanciones económicas impuestas por el mundo democrático no han logrado a corto plazo arruinar las finanzas de Moscú. China, India y otros países compran petróleo ruso, aunque el gigante euroasiático depende del comercio mundial y no podrá subsistir sólo de la venta de petróleo ni de un comercio bilateral con China. Haciendo pasar sus tanques sobre las ciudades pulverizadas de Ucrania, Putin sólo conseguirá hacer de Rusia un país arruinado, aislado económica y políticamente, derrotado como cualquier plaza sitiada en la Edad Media.
Eso ocurrirá sin que los Estados Unidos ni la OTAN disparen un misil contra Moscú. Tampoco lo harían contra La Habana y su régimen totalitario; pero, a diferencia de los ucranianos, que sí han peleado para defender su soberanía, haciendo más efectivas las sanciones económicas, ¿qué hemos hecho los cubanos para hacer más efectivo el embargo estadounidense contra el castrocomunismo?
Al comienzo de la invasión a Ucrania, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, dijo que Putin había cometido el “error estratégico” de pensar que la Unión Europea “no iba a ser firme y no iba a estar unida en torno a la respuesta” de sanciones económicas y políticas contra Rusia.
Según el diario londinense The Times, ya iniciada la guerra varios oficiales de la inteligencia rusa habrían elaborado un informe de apreciación operativa, en el cual pronosticaron que luego de la invasión (de la que no fueron informados) “en general, Rusia no tiene salida. No hay opciones para una posible victoria, sólo derrota”.
En base a ese análisis concerniente a la fuerza militar, política, moral, socioeconómica, de movilización cívico-patriótica, liderazgo, infraestructura y relaciones internacionales de Ucrania, sus ciudadanos han demostrado lo que pocos creyeron: que podían enfrentar con valor y pericia la agresión lanzada por Putin.
Tales factores debieron haber sido actualizados por el mando ruso a través de medios técnicos, información de inteligencia y observación operativa. Es evidente que la apreciación que tenía el Kremlin distaba mucho de la realidad, no solo con respecto al coraje del pueblo y los militares ucranianos; sino a la calidad de la defensa, probada incluso en el uso de armas para las que no estaban entrenados. La capacidad y destreza de las fuerzas ucranianas han propiciado una dirección operativa dinámica frente al “mando único”, de corte estalinista, que mantienen los rusos (también empleado por las fuerzas armadas de Cuba).
Si los órganos de inteligencia de los Estados Unidos y la Unión Europea realizaran estudios y análisis de situación operativa aplicando los mismos parámetros a la nación cubana, ¿a qué conclusiones llegarían? ¿Descubrirían que el pueblo cubano es una tribu apática a la cual, con tal de tener la barriga llena, le importa un bledo la libertad?
Después de 365 días sin ceder en la defensa de su soberanía hoy Ucrania tiene mayor reconocimiento internacional que antes de comenzar la guerra el 24 de febrero de 2022. Esa credibilidad entraña de por sí una victoria política.
Los cubanos no podemos decir lo mismo, porque a 128 años de reiniciada la Guerra de Independencia, el 24 de febrero de 1895, hoy somos más esclavos que cuando éramos súbditos de la Corona española, cuando luchamos por la libertad y terminamos cambiando un rey por un tirano. Quizás por esa razón tantos cubanos optan hoy por la ciudadanía española.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org