- La guerra ya lleva un año. ¿Creyó que iba a durar tanto?
-Lo que vemos ahora es una muy desordenada y horrible etapa de lo que empezó en 2014, pero, en escala, es absolutamente distinto a lo de antes. Ahora vemos su determinación para continuar esta guerra incluso a pesar de las sanciones internacionales contra Rusia, de las dificultades económicas, de las pérdidas masivas de las tropas rusas. Metafóricamente, el tanque de Putin no tiene reversa. Solo va hacia adelante. Porque -y lo aprendimos estando bajo su poder desde los 2000-, sabemos que hay una cosa a la que le tiene más miedo: a parecer débil. Cualquier tipo de compromiso con el Estado de Ucrania -al que no considera Estado- sería humillante para él. Y solo por dar un ejemplo del desastre humanitario que estamos viviendo: el número de refugiados y desplazados de Ucrania es de unos ocho millones. Dos veces y media la población de Uruguay. Ni siquiera eso lo detuvo.
-En una entrevista con la BBC mencionó que Putin estaba más empeñado en infundir miedo que en invadir Ucrania. ¿Cómo se ve esto en los hechos?
-Putin no tuvo éxito conquistando Ucrania. Su comando pensó que no iba a haber resistencia. Lo que pretendían era entrar en Ucrania, ocupar las ciudades y usar a la policía para arrestar opositores y cerrar medios de comunicación. Pero la resistencia ucraniana es heroica y valiente; básicamente pararon la maquinaria de guerra rusa. Y creo que Putin ahora lo sabe. Según entiendo, él y su cúpula militar decidieron que no van a optar por una operación espectacular, tomando Kiev. Lo que van a hacer es continuar destruyendo su infraestructura, su economía y matando a ucranianos; esperando que, eventualmente, las fuerzas armadas ucranianas colapsen. La forma en que Putin persigue la guerra ahora nos muestra que, para él, conquistar territorio se volvió menos importante que debilitar a los ucranianos.
-¿Cree que Putin es capaz de utilizar armas nucleares si se siente amenazado?
-La doctrina militar de Putin dice que las armas nucleares solo se usarán en caso de una amenaza existencial a Rusia. Ucrania no lo es. Estamos en un área de predicciones, pero creo importante destacar que no es tan simple como Putin entrando en un cuarto y apretando un botón. En ese caso, la OTAN reaccionaría. Hay toda una cadena de protocolos para usar armamento nuclear. Toda la gente de Putin tendrá que contemplar que, quizá, hasta el final de sus días tengan que vivir en un búnker. Ahora, ¿quieren eso? Sería sin dudas un debate para ellos.
-¿Qué hay detrás del rol que está jugando China como una especie de mediador entre Rusia y Ucrania?
-No es para nada creíble. China no puede hacer de mediador porque, en los hechos, está representando a Putin y al Kremlin. China está dando a Putin un apoyo diplomático significativo, y según lo que nuestros colegas han publicado, hay una posibilidad de que estén apoyando a Rusia militarmente de forma clandestina. China quiere a Rusia lo más débil posible pero no colapsada; que siga vendiéndoles petróleo y gas con importantes descuentos; que Rusia dependa más de China. Y Putin, como empezó esta guerra con el oeste, como él mismo dice, no tiene opción. Además, primero tenemos que preguntarle a los ucranianos si quieren mediación o si quieren seguir defendiendo su país.
-¿Qué opina de la posición del presidente brasileño Lula da Silva, por ejemplo, que no condena enfáticamente la guerra? ¿Y de las demás posturas en esta región?
-Hablando con gente de aquí hemos descubierto que hay quienes tienen mucho entendimiento (sobre Rusia). Pero hay otros que continúan confundiéndose, viendo a Rusia como la de hace 50 años, la que dio asilo a chilenos comunistas. Y por alguna razón creen que Putin, por vivir en Moscú y hablar en ruso, es una especie de comunista. No lo es. Rusia es una dictadura bastante de derecha, que tiene una ideología muy marcada y una oligarquía muy fuerte. Todo está controlado por Putin y por sus amigos. Esto es opuesto al comunismo que Lula probablemente recuerda. Hay gente en la derecha y en la izquierda que tiene que reconocer la realidad: esto es un régimen oligárquico que busca su supervivencia y cuyo líder está interesado en sobrevivir, y en su enorme lugar en la historia rusa. En cierto sentido, esto es una guerra llevada adelante por un hombre. Por eso, es importante que los países, y especialmente los que se llaman a sí mismos democracias, apoyen el multilateralismo y a las Naciones Unidas. En ese sentido, creo que Uruguay hizo bien en patrocinar la moción de la ONU.
-Ahora, volviendo a Rusia. ¿qué hay detrás de esa aparente indiferencia de los rusos respecto a la guerra?
-La sociedad rusa ha sido objeto de implacable propaganda desde hace más de 20 años. El régimen entendió muy temprano el poder de la televisión y de las redes sociales. Por otro lado, la mayoría de los rusos viven en circunstancias que no les permiten viajar mucho. El mundo exterior es algo así como una abstracción, o lo que sea que les digan en televisión. Estoy seguro de que mucha gente está en shock, pero no saben qué hacer. ¿Por qué no vemos protestas? Porque los rusos se enfrentan a una maquinaria policial gigante. Solo se puede comparar el tamaño de la policía estatal rusa a la de las primeras etapas de Stalin. Rusia está basada en: personas que apoyan a Putin -los hay-, otros que no lo apoyan pero le tienen miedo y, por otro lado, una gran mayoría que quiere hacer de cuenta que no pasa nada. Así ha sido en grandes dictaduras, te sumerges en la privada porque pensar en lo que sucede es horrible. Creo que, eventualmente, esto va a cambiar. Ese momento va a llegar cuando el horror de esta guerra empiece a penetrar la mente rusa. Cuando menos y menos gente diga “esto no es mi asunto”, ese será el fin de la dictadura de Putin. ¿Cuándo va a ser? No sabemos. Las guerras coloniales, imperialistas, a veces duran años. Y esta es una típica guerra colonialista contra un país soberano.
*Konstantin Eggert es periodista independiente y comentarista político ruso. También es analista de asuntos rusos para la Deutsche Welle.Trabajó para Kommersant, el grupo de medios privados más antiguo de Rusia
Entre 1998 y 2009 lo hizo para el Servicio Mundial de la BBC, y de 2002 a 2009 fue jefe de la Oficina de Moscú del Servicio Ruso de la BBC. En 2008 fue condecorado por la Reina Isabel II como Miembro Honorario de la Orden del Imperio Británico.
Es graduado del Instituto de Estudios Asiáticos y Africanos de la Universidad de Moscú.