LA HABANA, Cuba.- Cada 23 de marzo el régimen cubano conmemora la victoria de sus tropas en 1988 en la batalla de Cuito Cuanavale. Pero, en realidad, dicha batalla, que duró casi siete meses y decidió el curso de la guerra que sostuvo Cuba en Angola durante 14 años, no terminó el 23 de marzo de 1988, sino que se prolongó hasta finales de julio, cuando Sudáfrica se retiró del sur de Angola.
Lo que ocurrió los días 23 y 24 de marzo de 1988 fue que las fuerzas cubanas, mediante demoledores ataques aéreos de sus Migs 23, lograron rechazar la embestida sudafricana contra Cuito Cuanavale, inclinando a su favor la campaña, que hasta entonces había sido desastrosa.
A finales de 1987, ante la ofensiva sudafricana en el sur de Angola, Fidel Castro dispuso el reforzamiento de las tropas cubanas y ordenó que consolidaran un bolsón de resistencia en Cuito Cuanavale.
Fidel Castro suponía que el despliegue de 500 tanques soviéticos T-54 y T-55 frente a los 300 tanques Leopard sudafricanos debía inclinar la correlación de fuerzas a favor de los cubanos. Pero no resultó como él esperaba. Durante meses Castro, que dirigía con tozudez los pormenores de la campaña desde su puesto de mando en La Habana, sólo recibió malas noticias desde el teatro de operaciones militares.
Cuito Cuanavale estuvo a punto de convertirse en una ratonera. No fue hasta los combates de los días 23 y 24 de marzo de 1988 que la suerte se puso de parte de las fuerzas cubanas.
En Cuba, en aquella época, los medios oficiales no daban detalles sobre la marcha de la guerra en Angola. Lo poco que sabíamos los cubanos era lo que contaban los soldados que regresaban y los familiares de los que morían en combate.
Demoramos muchos años antes de empezar a conocer, de forma vaga y fragmentada, qué sucedió realmente en Cuito Cuanavale. Fundamentalmente ha sido a través del libro Cuba y África: historia común de lucha y sangre (Editorial Ciencias Sociales, 2007); textos sobre el conflicto angolano recopilados por Piero Gleijeses, un académico de la Universidad Johns Hopkins, y los funcionarios del Gobierno cubano Jorge Risquet y Fernando Remírez de Estenoz.
La Cuba oficial presenta la resistencia de sus fuerzas, encerradas durante varios meses en el perímetro defensivo de Cuito Cuanavale, como una victoria, que decidió no solo la guerra de Angola, sino también la independencia de Namibia y el fin del apartheid en Sudáfrica.
En los 35 años transcurridos, los documentos que han sido desclasificados por los gobiernos de Sudáfrica y Cuba han puesto lo ocurrido en Cuito Cuanavale en una dimensión que no coincide exactamente con la versión oficial cubana.
Los sudafricanos no pretendieron tomar Cuito Cuanavale, una pequeña ciudad de la provincia Cuando Cubango, en el sudeste de Angola. Su interés era que sus aliados de la UNITA controlaran la frontera con Namibia, para impedir los ataques de los guerrilleros de la SWAPO, que era apoyada por Cuba y el Gobierno angolano.
Cuito Cuanavale se hizo importante para los sudafricanos en agosto de 1987, cuando desde allí las FAPLA, bajo la dirección del general soviético Konstantinov y con el apoyo de la aviación cubana, lanzaron una ofensiva sobre el río Lomba para expulsar a la UNITA de sus bastiones en Jamba y Mavinga. Fue para frenar aquella ofensiva que el ejército sudafricano acudió en auxilio de los guerrilleros de la UNITA.
La versión cubana ha exagerado la magnitud de las fuerzas sudafricanas que enfrentó en Cuito Cuanavale. Los cubanos superaban ampliamente en cantidad de tanques y de soldados a los sudafricanos. Sudáfrica empleó 9 000 soldados, 300 tanques y 600 piezas de artillería. La parte cubana disponía de 500 tanques y 50 000 soldados, amén de los efectivos de las FAPLA, que sobrepasaban cuatro a uno a los sudafricanos.
El Batallón Mecanizado 61, con varios tanques Leopard y 55 blindados Ratel, fue la única unidad convencional del ejército sudafricano que participó en la campaña. El peso de la infantería recayó en el Batallón 32, integrado por angolanos provenientes de la antigua guerrilla del Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA) de Holden Roberto, que eran comandados por oficiales sudafricanos.
Los sudafricanos aventajaban a los cubanos solo en la artillería. Los cubanos, con sus Migs 23, tenían ventaja en el aire, pero la artillería sudafricana logró destruir el aeropuerto de Cuito Cuanavale, y los aviones cubanos se vieron forzados a realizar sus misiones desde una base a 175 kilómetros al oeste.
Las pérdidas de ambos bandos no son un buen indicador de la gran victoria reclamada por Cuba. Nunca se ha informado de la cantidad de cubanos muertos en Cuito Cuanavale, pero no debieron ser pocos. Sus aliados de las FAPLA tuvieron 4 785 muertos. Mientras, los sudafricanos solo tuvieron 31 muertos.
Las fuerzas cubanas perdieron 94 tanques, cientos de blindados y nueve Migs 23. Las pérdidas sudafricanas fueron tres tanques, 11 blindados y un Mirage.
En cuanto a la independencia de Namibia, no se logró por el empuje de las fuerzas cubanas, que no lograron aproximarse a más de 20 kilómetros de la frontera de Namibia con Angola, sino por la aplicación de la Resolución 435 de la ONU, que fue uno de los resultados de los acuerdos de paz firmados en New York, el 22 de diciembre de 1988, por Sudáfrica, Angola y Cuba, bajo la supervisión de la Unión Soviética y los Estados Unidos.
El Gobierno cubano, que estaba tan desesperado como el de Sudáfrica por salir del sangriento atolladero en que se había convertido aquella larga guerra a 11 000 kilómetros de sus costas, puso como condición en las negociaciones que garantizaran a sus tropas una retirada honorable; una condición que no es usualmente exigida por un ejército victorioso.
Fuente Cubanet.org