Por Marcelo Duclos
Jorge Bergoglio recibió a un periodista oficialista y le repitió la cantinela patética de los voceros fanáticos del kirchnerismo. Una vergüenza.
Marcelo Duclos
Muchas veces se hace referencia al potencial que tiene Argentina de, por ejemplo, «alimentar al mundo». También se suele destacar la cantidad de figuras consagradas en los deportes a nivel internacional, sobre todo, luego de haber quedado campeones en Catar, el año pasado. Sin embargo, hay que reconocer que el fenómeno parece trabajar en el sentido virtuoso como en el contrario. Aunque parezca increíble, la cabeza del Vaticano se ha degradado al burdo nivel de un comité peronista de barrio. Sin ninguna intención de disimular, el papa Francisco brindó una entrevista a un periodista del oficialismo, donde avaló y repitió todas las tesis delirantes de Alberto Fernández y Cristina Kirchner.
En un mano a mano con Gustavo Sylvestre, uno de los comunicadores más obsecuentes del oficialismo, Jorge Bergoglio hizo eco fr la misma teoría del presidente argentino que el precandidato libertario Javier Milei es una amenaza para la democracia comparable a Adolf Hitler. Sin hacer referencia a nombres propios, pero comentando las preferencias de la juventud supuestamente «desinformada» (Milei se impone por amplio margen en todas las encuestas que miden la intención de voto entre 18 y 30 años), el papa argentino sumo pontífice advirtió el riesgo de lo que denominó «síndrome 1933», haciendo referencia a la llegada del nacional socialismo alemán al poder luego de las elecciones de ese año. «Adolfito, ¿no?…yo le tengo pánico a los salvadores de la patria», resaltó.
En la opinión del religioso, la llegada de un outsider a la política sería peligrosa por la falta de «pertenencia». Sin embargo, el candidato que critica es el que más tiene un vínculo de pertenencia con una vieja tradición política argentina. Mientras que los partidos tradicionales van para un lado y para el otro según las encuestas, Milei hizo referencia a su identificación con el modelo alberdiano, que convirtió a la Argentina en el país más rico del mundo en un par de décadas. También es el único precandidato presidencial que tiene escrito y estudiado desde hace años el plan de reformas que el país necesita. No obstante, el papa elige el camino de la descalificación que utiliza el presidente Fernández y el kirchnerismo.
Como si fuera poco, Bergoglio también repitió al pie de la letra la teoría del «lawfare» que proclama Cristina Kirchner. Como si su libreto hubiera sido escrito por la vicepresidente condenada por corrupción, el papa dijo que existe un movimiento que empieza en los medios de comunicación y sigue en la justicia, aunque no hayan pruebas. En este sentido, también serían perseguidos políticos Lula da Silva, Dilma Rousseff (la que denominó como una «excelente mujer de manos limpias») y Rafael Correa (condenado por la justicia ecuatoriana y prófugo de las autoridades de su país).
Como para cerrar el combo -el papa, que se reunió en reiteradas oportunidades con dictadores como Nicolás Maduro o Fidel Castro- advirtió sobre el avance de la «ultraderecha» (sin explicar a que se refiere con el término) y pidió combatirla con más «justicia social». Lo único que le faltó a la entrevista fue el cierre con la marcha peronista. Un papelón por donde se lo mire.