Se requiere mucho trabajo y mucho talento para fabricar 18 millones de pobres. Semejante éxito no se logra de un día para el otro.
Antes que nada, demostrando una vez más la pluralidad de este espacio, cumplimos con el deber de publicar un comunicado de la organización social Machos de Pie.
“La organización social Machos de Pie se solidariza con el compañero Juan Grabois quien, esta semana, puso en caja a la señorita Cristina Pérez. Con la valentía de un verdadero hombre y utilizando las palabras apropiadas, el dirigente kirchnerista le aplicó a la periodista el correctivo que se merecía por andar desafiando machos públicamente. “Basura”, “sinvergüenza”, “mentirosa”, “señora planera”, “delincuente” y “mala persona” fueron solo algunas de las palabras que utilizó Grabois para pararle el carro a esta señorita. Bien ahí Juan. Seguramente, la próxima vez que Pérez deje el hogar y la cocina para pretender conducir programas de radio y televisión, lo va a pensar dos veces. En estos oscuros tiempos en los que el feminismo viene haciendo estragos con nosotros los machos, celebramos que alguien se les plante. Luego de verlo en acción, esta patriótica organización ha decidido apoyar la candidatura presidencial del querido Juan. Es lo que el país necesita. Haga Patria, sea Macho, vote Grabois”.
Pasado el aviso, vamos a lo importante.
Así como en las derrotas deportivas o en los fracasos políticos nadie se asume como padre, cuando se produce un triunfo o un éxito aparecen un montón de tipos adjudicándose la paternidad. O la maternidad, según sea el caso.
¿Quiénes serían los padres del actual éxito argentino? En principio, varios. Sin dudas, Massa es uno de ellos. Prometió que la cifra de marzo empezaría con 3 y acertó: 39,2%. El hecho de que la promesa se refería al dato de inflación y al final se le terminó dando con el dato de pobreza es solo parte de ese gran malentendido que es el kirchnerismo. En todo caso, que se jodan por volver a medir la pobreza. Hubieran hecho como hacía Kicillof cuando era ministro y la escondía “para no estigmatizar a los pobres” y acá no pasaba nada.
A favor de Massa hay que decir que asumió como ministro de economía hace solo 8 meses y que además es abogado, por lo tanto su responsabilidad en este éxito es tan acotada como previsible.
En todo caso, tiene mucho más mérito Alberto que lleva tres años y medio al frente de este verdadero acorazado político llamado Gobierno del Frente de Todos. Si bien su autoridad presidencial está un poquito discutida, evidentemente algo aportó a este resultado.
Acá cabe aclarar que Alberto, lejos de ser un títere o un empleado de Cristina, en realidad es un empleado de Coco Automotores y, como tal, depende de Ricardo Pignanelli, Secretario General de SMATA (Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor).
De hecho, su actividad está reglamentada por el Convenio Colectivo de Trabajo N° 740 acordado entre SMATA y ACARA (Asociación de Concesionarios Automotores de la República Argentina), así como su sueldo es el resultado de la paritaria entre la cámara empresaria y el sindicato. Todo esto asumiendo que Alberto está en blanco. Flaco favor le haría al proyecto nacional y popular venir a enterarnos ahora que el tipo laburaba en negro.
En cualquier caso, el “presidente” no está bajo el control operacional del Instituto Patria, como todo el mundo piensa, sino que es un simple afiliado a SMATA. Debe ser por eso que la CGT le sigue perdonando que tengamos 40% de pobres, 100% de inflación y un dólar que cuando asumió valía 60 mangos y esta semana tocó los 400. Pese a todo, la central obrera no dice ni mu. Con estos mismos números, si el presidente fuera Macri ya le hubieran incendiado hasta el palco en la Bombonera. Moraleja: agradezcamos que Alberto depende de SMATA.
Obviamente, la mayor responsabilidad del suceso, cuyo resultado se sintetiza en los 18 de millones de argentinos pobres, son los 20 años de vida política protagonizados por Néstor y Cristina. Nos costaron y nos siguen costando carísimo.
Sin ir más lejos, este viernes la justicia de los EEUU falló en primera instancia contra la Argentina por reclamos originados en la estatización de YPF en 2012. Cristina y Kicillof la estatizaron con tanto entusiasmo que se olvidaron de leer los estatutos de la empresa y violaron la ley.
Eso provocó una demanda del Fondo Burford contra el Estado Argentino por 18.000 palos verdes que la jueza Loretta Preska acaba de habilitar. Tranquilos. No da para preocuparse demasiado. No tenemos dólares para importar los repuestos de un lavarropa mucho menos vamos a tener para pagarle 18.000 palos a Burford.
¿Qué es el Fondo Burford? Unos vivos norteamericanos que le compraron a los Eskenazi el derecho a demandar a la Argentina. ¿Quienes son los Eskenazi? Otros vivos argentinos, amigos de los Kirchner, que se habían quedado con el 25% de YPF. ¿Cómo llegaron los Eskenazi a ser dueños de una parte de YPF? Fueron invitados por Néstor en 2008 para comprarle a Repsol el 25% de las acciones, pero como no tenían la plata, Néstor presionó a Repsol para que los mismos españoles se la presten y los Eskenazi se la fueran devolviendo con los mismos dividendos de YPF. Acá el que no corre vuela.
O sea, es como si usted y yo amigo lector nos compráramos la pizzería de la esquina y se la garpamos al pizzero con la guita de la muzzarella, la fugazzetta y la fainá que vamos vendiendo. ¿Se entiende? ¿Por qué Néstor hizo eso? Se ve que era muy generoso.
¿Por qué Repsol era la dueña de YPF? Porque el peronismo la había privatizado en los años 90. ¿Y los Kirchner protestaron mucho cuando se privatizó en 1990? No, al contrario, estaban chochos. Fueron los principales promotores. Para más datos poner en Youtube “Kirchner privatización YPF” y salen unos videos hermosos. Para coleccionar.
Acá siempre recordamos que el miembro informante de la privatización de YPF fue el entonces diputado Oscar Parrilli. O sea, Parrilli fue el encargado de informar al Congreso las bondades del proyecto de Menem y, 20 años después, fue uno de los inútiles que se olvidaron de leer los estatutos societarios de YPF cuando ellos mismos la estatizaron.
¿Y por qué los Kirchner estaban chochos con la privatización? Porque Santa Cruz cobró 630 palos verdes de regalías que en 1992, o sea hace 31 años, el entonces gobernador Néstor Kirchner fugó y depositó en el Banco Credit Suisse. Sí señor, el mismo banco suizo que la semana pasada quebró. Pero tranquilo, amigo lector, no se asuste. Esa plata no se perdió con la caída del Credit Suisse porque los Kirchner la hicieron desaparecer hace más de 20 años. Nos salvamos. Ahí tuvimos suerte.
Párrafo aparte. Recordemos que al momento de la estatización, Kicillof dijo que no solo no le íbamos pagar nada a los españoles sino que ellos nos iban a indemnizar por los daños ambientales. ¿Como terminó el cuentito? Kicillof viajó a Madrid y les garpó 5.000 palos verdes en bonos (Bonar 2024) con una tasa de 8,75% anual. Hermoso bono para el que se avivó, lo compró, cobró cupón y lo vendió a tiempo, antes de que Dujovne se pusiera el país de sombrero y luego Guzmán los refinanciara para el día del arquero.
Todo este chiste nos costó miles de millones de dólares que la Argentina perdió al entregarle YPF a Repsol que vació la compañía con la complicidad de Néstor que, a su vez, autorizó a no reinvertir las utilidades y repartirlas para que los Eskenazi paguen su deuda. Esto también provocó un costo de miles de millones de dólares en importación de energía, luego otros miles de millones de dólares que pagó Kicillof por la estatización en 2012 y ahora otra vez miles de millones de dólares en demandas por la mala praxis en la estatización que hicieron estos genios.
El kirchnerismo es como decía el viejo comercial de los televisores Grundig. Caro, carísimo, pero el mejor.
Fuente Clarin