Por Santiago Fioriti
En la Residencia Presidencial hubo movimientos de medianoche. Rumbo a las elecciones 2023, Massa prepara el terreno: a qué apuesta y cuáles son las trabas. El diálogo del Presidente con Aracre antes de echarlo.
“Me tienen harto con las operaciones. Estoy podrido“. A Sergio Massa no se le pasó la bronca ni aun cuando Alberto Fernández le adelantó que pensaba echar a Antonio Aracre. El ministro de Economía acusó el martes al jefe de Asesores de la Presidencia de alentar un nuevo programa económico. Lo responsabilizó de poner en jaque su sistema de poder y de arrastrar al Gobierno a una corrida cambiaria. En la charla mano a mano que mantuvo con el Presidente, Massa le hizo la cuenta del daño que el Ejecutivo había sufrido en los mercados por la supuesta maniobra de Aracre. Fernández lo escuchó y no le dijo nada, pero cuando abandonó la conversación y se lo comentó a su mesa chica, la respuesta de su entorno fue lapidaria: “Sergio ya no sabe a quién echarle la culpa”.
Dos días después de la salida de Aracre, uno de esos hombres que pasa largas horas en la Residencia de Olivos, recordó la escena y escribió por WhatsApp: “Blue 442. Es hora de que se haga cargo antes de que nos quedemos sin funcionarios”.
Massa se enfurece frente a ese tipo de versiones y sube siempre la apuesta . “Aracre me duró doce horas. Al próximo me lo cargo en menos o el que se va soy yo”, dijo en un momento de ira. No fueron ni son días fáciles para el tigrense y su equipo. Massa parece agitar un peligroso fantasma: soy yo o el caos.
Cristina habla todos los días con él. Se la nota abrumada, con un semblante similar al que experimentó cuando el ministerio estuvo efímeramente en manos de Silvina Batakis. Los números asustan porque empeoran semana a semana y, a veces, día a día.
Vale la pena detenerse en la etapa previa a la asunción del líder del Frente Renovador. El dólar blue estaba a 239 pesos el 1° de julio de 2022, antes de la renuncia de Martín Guzmán. Saltó a $ 314 a lo largo de julio, con un pico de $ 337. La semana que más se incrementó en ese mes fue 31 pesos. Ahora aumentó 49 pesos en 23 días y, solo en esta semana, 42. Es decir, 12% de suba en abril. Aún quedan cinco días hábiles.
Los saltos en el blue llegan de la mano del sacudón permanente con los precios. El récord de marzo, con 7,7% de inflación, que forma parte de una tendencia que no para de crecer desde diciembre, hacen más sombrío el panorama para Massa, que procura convertirse en candidato presidencial. No solo quiere ser. Espera que le armen un operativo clamor para convertirlo en aspirante único. Daniel Scioli es un obstáculo. Podría resistir y enfrentarlo. Es parte de la pesadilla de Massa, que lo aborrece.
En el FMI lucen inquietos. Marzo cerró con un déficit de $ 258.000 millones. En el primer trimestre del año el déficit primario suma $ 690.000 millones, esto es, $ 250.000 millones por encima del compromiso asumido con el organismo para esta época del año, que era de $ 440.000 millones. Se trata de un desvío del 56% por sobre la meta fiscal acordada. Massa prepara un nuevo viaje a Washington.
Cristina, que sigue pensando en el ministro como postulante, aunque cada vez con menos entusiasmo, volvió a recluirse. Solo abandonó el silencio para aclarar en Twitter que ella nunca pidió una reunión con Laura Richardson, la jefa del Comando Sur. También lo hizo para grabarle un saludo a los santiagueños que participaban de un acto del PJ en el que asumían autoridades locales. Eduardo De Pedro, que busca su bendición electoral, activó el altavoz de su celular y lo pegó al micrófono para que la militancia oyera su voz. Hubo gritos y aplausos. Wado sonreía. Podría ser risueño en otro país o en otro contexto.
Un integrante del Frente de Todos que todavía se esfuerza por conservar el sentido común comparó la escena en Santiago del Estero con la inauguración que hizo Alberto Fernández de la Casa del Puente, en Mar del Plata. Ese día, el primer mandatario se mostró jocoso: “Como dijo Alterio, la pucha que vale la pena estar vivo”, afirmó.
Tras la inauguración, Alberto apuró el regreso a Olivos. Había decidido anunciar que se retiraría de la carrera por la reelección. La determinación estaba tomada desde su regreso de Estados Unidos -hace tres semanas, cuando se reunió con Joe Biden-como contó Clarín ese fin de semana. La tuvo que precipitar porque La Cámpora y Axel Kicillof lo amenazaron con desdoblar la elección en la provincia de Buenos Aires y con someterlo a un escarnio en la reunión del Consejo del PJ.
Gabriela Cerruti se puso al frente de la grabación para que no se filtrara el anuncio. El video se grabó entrada la medianoche y se terminó de editar a las dos y media de la mañana. Alberto quería que se difundiera antes de que abrieran los mercados. Lo publicaron a las 9.53 del viernes. No le avisó a Cristina y a Massa le mandó un mensaje un minuto antes de que su equipo hiciera click en publicar. El ministro se estaba haciendo un estudio médico cuando recibió el mensaje.
La relación entre Fernández y Ma-ssa va de regular a mala. Massa sabe que Alberto es crítico de lo que ha hecho hasta acá y que en más de una oportunidad resaltó el trabajo de Guzmán. Varios piensan como él. Peor: no faltan quienes se preguntan si no es hora de empezar a buscar nombres alternativos, ya sea porque Massa abandone el ministerio para ser candidato o porque la crisis termine por devorarse su figura.
Eso mismo decía Aracre. El viernes 14 de abril, cuando se conoció que la inflación interanual trepó a 104,3%, el entonces jefe de Asesores le escribió un mensaje a Fernández y le planteó un escenario futuro de crack económico. Sugirió armar de urgencia un comité de crisis y avanzar en un documento, que él ya venía preparando, con una serie de medidas.
—Si seguimos así, antes de las PASO nos vamos a encontrar con una sorpresa fea con la inflación y con el dólar —dijo.
El Presidente le respondió enseguida:
—Bueno, ¿por qué no escribís algo y me pasás algunas ideas por escrito?
El domingo, hace exactamente una semana, Alberto Fernández descansaba en los jardines de Olivos cuando recibió un nuevo mensaje del asesor. “Lo tengo. Te lo mando para que lo veas”, y le envió un archivo a su celular de tres carillas.
—Venite a almorzar mañana y avanzamos —le dijo Alberto.
Se encontraron el lunes en la Casa Rosada, solos. Aracre habló de una “descoordinación gigante” entre Massa y el presidente del Banco Central, Miguel Ángel Pesce, por la cual -explicó- se van mil millones de dólares por mes de pagos de deuda a empresas. Pidió que los citara a ambos y que los sumara a Agustín Rossi y a él para hablar del documento.
¿Qué decía el texto? Que existe un atraso cambiario del 30% en el dólar oficial. Que había que impulsar un congelamiento por seis meses de todos los precios relativos de la economía, ajustando salarios y jubilaciones. Se quejaba de que el Palacio de Hacienda había lanzado un dólar de 300 pesos para el campo sin pensar antes en un dólar más caro para las importaciones del mismo sector. Y también planteaba el pago de una suma fija por mes de 50 mil pesos para todos los trabajadores que cobren salarios por debajo de 150 mil pesos.
Alberto le dijo que le parecía bien discutir el documento y se comprometió a armar la reunión. Pero antes le ordenó: “Escribile a Marco Lavagna”. Aracre cruzó mensajes con el titular del Indec, y no solo con él: habló con, al menos, otras dos personas del equipo económico. En simultáneo, le mandó un mensaje a Massa, que intentó ser amistoso, pero el ministro le clavó el visto y nunca le respondió.
A la noche, después de despedir a su hija, que se volvía a Sidney, Aracre se sentó frente al televisor de su casa, hizo zapping y se detuvo en LN+. Casi salta del sillón cuando escuchó que Carlos Pagni decía que Aracre, que era él, estaba calentando motores para reemplazar a Massa.
Al otro día volvió a la Casa Rosada. Su teléfono nunca había recibido tantos mensajes. “¿Qué es esta locura?”, le preguntó a Fernández. El primer mandatario, presionado por Massa y por el dólar blue, que exhibía una fuerte suba, no tenía buenas noticias para darle. Aracre intentó explicar que él no tenía ni el teléfono del periodista, pero Alberto no le dio lugar a ninguna explicación: “La portavoz me dijo que fuiste vos el que filtró todo”. Aracre abandonó la Casa Rosada a los pocos minutos.
—¿Al menos comiste bien en el almuerzo con Alberto?, le preguntaron sus amigos, que de pronto vieron que su apellido irrumpía en portales y se hacía tendencia en Twitter.
Aracre prefirió responderles con humor:
—La gula es un pecado capital.
Fuente Clarin