El discurso duro contra la inflación, o lo que es lo mismo, tipos de interés todavía más elevados, se ha instalado en el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, que en Barcelona ha dibujado un panorama sombrío sobre las posibilidades de reducir la inflación subyacente a corto plazo. Es decir, la que elimina los componentes más volátiles, energía y alimentos no elaborados. Y si la inflación estructural sigue alta, fundamentalmente a causa del alza de los precios de los servicios, hoy cerca del 6%, habrá política monetaria más restrictiva. De Guindos, de hecho, se niega a dar señales sobré cuándo llegará el final de la subida de tipos.
No está solo. El exministro de Economía ha desvelado que aunque en el consejo de gobierno hay halcones y palomas, en estos momentos, al contrario de lo que sucedió en la era Draghi, hay consenso en que no hay que levantar el pie del acelerador. Entre otras razones, sostiene, De Guindos, porque la inflación se ha filtrado con mayor fuerza en el sector servicios, mucho más difícil de controlar que el industrial o, incluso, los alimentos. Pese a ello, el número dos del BCE no ve ninguna recesión en el horizonte, ni siquiera técnica (dos trimestres consecutivos de contracción del PIB). Según sus estimaciones, tanto en el segundo como en el tercer trimestre de este año, el PIB avanzará por encima del 0,1% que lo hizo entre enero y marzo. En todo caso, por encima de sus estimaciones iniciales.
El expresidente de La Caixa, Jordi Gual, se muestra en la misma dirección. No hay que aflojar, ya que la inflación es el mayor riesgo para la estabilidad de precios, ha afirmado. Su opinión es todavía más sombría debido a que en los próximos años el BCE debe retirar alrededor de 1,6 billones de euros de su balance, lo que afectará a la liquidez de los mercados financieros, que hoy funcionan con normalidad gracias a la política no convencional del banco central.
¿Qué sucede? ¿Por qué está costando tanto doblegar la inflación que inicialmente tenía un carácter monetario vinculado a un shock de oferta? Pues ni más ni menos que la política fiscal, es decir, los presupuestos que aprueban los parlamentos por impulso de los gobiernos, lejos de ayudar a controlar los precios, no lo está haciendo tras cuatro años sin reglas fiscales, lo que significa que los tipos de interés seguirán altos durante un tiempo dilatado. Expresado de otra forma, al no ayudar la política fiscal a ajustar la demanda agregada, es el BCE quien debe ser más restrictivo, viene a decir el vicepresidente del BCE.
De Guindos y Gual han reabierto los debates de Cercle d’Economia en el marco del acercamiento entre Madrid y Cataluña que patrocinan el Banco Sabadell y la Asociación de Periodistas Europeos (APE).
La lucha contra la inflación, además, tiene un problema fundamental, según el vicepresidente del BCE, y es la arquitectura institucional de la UE, que carece de unión fiscal y de unión bancaria, y ni siquiera cuenta con un mercado de capitales integrado. “La falta de unión bancaria”, reconoce De Guindos, es una de las principales vulnerabilidades de Europa, además de la falta de confianza de los estados miembros entre sí. Es por eso por lo que el expresidente de La Caixa reclama caminar a dos velocidades, acabando con la regla de la unanimidad para asuntos que deben decidirse por mayoría cualificadas. Jordi Gual recuerda que aunque los fondos Next Generation son europeos, su distribución se hace a nivel nacional, lo que hace que la UE carezca de políticas globales en su ejecución.
Esto hace, entre otras cosas, que la zona euro no sea una zona monetaria óptima, lo que añade vulnerabilidad, como ya sucedió en la anterior crisis. Entre otras cosas, porque no existe un bono europeo capaz de ser una referencia en los mercados, Gual recuerda que cuando se habla de crear un mercado de capitales europeos se olvida que serían los bancos estadounidenses quienes llevarían la voz cantante, ya que son los más grandes y sofisticados.
El discurso duro contra la inflación, o lo que es lo mismo, tipos de interés todavía más elevados, se ha instalado en el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, que en Barcelona ha dibujado un panorama sombrío sobre las posibilidades de reducir la inflación subyacente a corto plazo. Es decir, la que elimina los componentes más volátiles, energía y alimentos no elaborados. Y si la inflación estructural sigue alta, fundamentalmente a causa del alza de los precios de los servicios, hoy cerca del 6%, habrá política monetaria más restrictiva. De Guindos, de hecho, se niega a dar señales sobré cuándo llegará el final de la subida de tipos.
Fuente El Confidencial