MIAMI, Estados Unidos. – Chelo Alonso fue una actriz cubana que alcanzó la fama en la época dorada del cine italiano de los años 50 y 60. Todavía hoy es recordada por su belleza exótica y sus papeles de reina malvada o seductora bailarina en las películas de espadas y sandalias (género péplum).
Aunque su etapa como “reina del péplum” fue breve, sus movimientos y actuaciones extravagantes le valieron un lugar en el pedestal de los símbolos sexuales internacionales y un estatus de culto, según refiere la plataforma IMDb.
Nacida como Isabel Apolonia García Hernández el 10 de abril de 1933 en Central Lugareño, Camagüey, Chelo Alonso mostró desde joven su inclinación por la danza. A los 17 años, comenzó a actuar en serio en La Habana y pronto ganó notoriedad en el Teatro Nacional de Cuba por su estilo sensual y exótico.
En 1957, llevó su talento a París, donde se convirtió en la sensación de las Folies Bergère como una joven Josephine Baker. Conocida como la “Bomba H cubana”, su estilo combinaba ritmos afrocubanos con seductores movimientos de danza del vientre.
Su incursión en el cine italiano llegó poco después, cuando el culturista Steve Reeves irrumpió en la escena cinematográfica con su personaje de Hércules, dando origen a un nuevo género.
Chelo Alonso, con su temperamento volcánico, pómulos distintivos y melena salvaje, compartió pantalla con actores musculosos como Reeves, Gordon Mitchell y Mark Forest en películas de aventuras como La pirata y la esclava (1959), Goliat y los bárbaros (1959) y Morgan, el pirata (1960), entre otras.
En 1960, conoció al productor Aldo Pomilia mientras trabajaban en Morgan, el pirata. Se casaron un año después y tuvieron un hijo, Aldino, en 1962. Tras una breve aparición en El bueno, el feo y el malo (1966), protagonizada por Clint Eastwood, Chelo protagonizó Corri uomo corri (1968), junto a su compatriota cubano Tomás Milián, en lo que se considera el mejor papel de su carrera. Posteriormente, se retiró del cine y se enfocó en la televisión italiana.
Tras la muerte de su esposo en 1986, Chelo Alonso se mudó a la Toscana, Italia, donde encontró varios intereses para mantenerse ocupada, como sus gatos y la administración de un hotel/restaurante.
La actriz falleció a los 85 años en Italia en 2019, dejando tras de sí un legado de talento y perseverancia en el mundo del cine y el espectáculo.
Fuente Cubanet.org