Por Santiago Fioriti
Se reunieron en el Senado para hablar de las elecciones 2023. Qué piensan y hacia dónde va el Frente de Todos. La reacción de Wado de Pedro y del ministro de Economía tras la entrevista de la vice.
—No te vas a ir, ¿no?
Axel Kicillof ya había cortado las cintas para inaugurar el Centro de Formación Profesional 404 de Avellaneda cuando lo sorprendió la pregunta de un vecino. Se sonrió con un gesto de incomodidad y respondió con una frase ligera:
—No, no. Me voy a quedar en la Provincia.
Un día antes, el lunes, había estado reunido con Cristina Kirchner en el Senado. La charla fue extensa. Hablaron de los cimbronazos en los mercados que conspiran contra la campaña, de las negociaciones de Sergio Massa para que el FMI adelante los fondos para los compromisos de este año, del acto del 25 de Mayo en Plaza de Mayo para recordar los 20 años de la asunción de Néstor Kirchner y del proceso electoral en marcha. En esa charla, ella ratificó que no sería candidata a presidenta, como confirmaría -por tercera vez- el jueves a la noche en C5N. Solo ellos saben si se analizó la posibilidad de que sea el gobernador el que dé el salto a la competencia nacional.
La discusión está instalada hace tiempo, pero se aceleró desde que Cristina anunció que no contaran con ella en la boleta. La deserción abrió un vacío en la feligresía kirchnerista. Ese vacío inquieta a la jefa del movimiento. Una cosa es la frustración acumulada en tres años y medio por los indicadores que dejan chiquitos los números de Mauricio Macri y otra la orfandad que podrían estar experimentando sus fanáticos.
Kicillof se resiste a saltar, pero la ola no lo favorece. “Estamos leyendo en todos lados que se van de la Provincia”, se animó a plantearle un mozo que trabaja en la Residencia de la Gobernación a uno de los integrantes de su mesa chica. La respuesta para el hombre que sirve a diario el almuerzo en los despachos más encumbrados fue, a diferencia de lo que había respondido el propio protagonista en la escena de Avellaneda, más bien ambigua. Ni sí ni no.
“Hoy estamos 50 y 50”, dicen en el entorno de Axel. Ya no es solo Máximo Kirchner el promotor de que Kicillof se corra del sillón de La Plata para intentar dar el salto al que hoy ocupa Alberto Fernández. El diputado está enemistado con Kicillof y, aunque su palabra está devaluada, no es menos cierto que fue el primero en advertir que había que pensar alternativas al nombre de Sergio Massa, que hasta hace algunas semanas asomaba como el candidato natural.
Hoy, la postura de Máximo cobra fuerza o, al menos, entra en el terreno de las deliberaciones. El jefe espiritual de La Cámpora no solo quiere correr a Axel por necesidad, sino porque se propone designar a Martín Insaurralde como sucesor. Sin embargo, si Kicillof llegara a saltar, Cristina podría apostar a Eduardo De Pedro como gobernador. ¿Y Sergio Massa? El abismo, del que se suponía que Argentina iba a alejarse con su llegada, parece cada día más cerca. De la frase “ahora tenemos ministro de Economía”, con la que los camporistas elogiaban hace unos meses al ministro, se pasó a “Sergio agarró una papa caliente”, como dijo Cristina el jueves. Hasta ahí nomás llega el amor.
En la reunión de Cristina y Kicillof también se habló de la posibilidad de desdoblar la elección a gobernador. Hay tiempo hasta julio porque la ley prevé que la convocatoria pueda hacerse hasta noventa días antes de la elección nacional, que está prevista para el 22 de octubre. La oposición cuestiona la especulación, como si no fuera válida o como si Juntos no lo hubiera hecho en la Ciudad. Esa tensión explica, en parte, los problemas en el armado que tienen Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich.
El oficialismo puede darse el lujo de esperar hasta después del cierre de listas (el 24 de junio) para que el gobernador firme el decreto. Es decir, podrá efectuarlo después de que se conozcan los candidatos de todos los partidos. Al kirchnerismo le interesa descubrir, antes de tomar una decisión, quién acompañará a Javier Milei, porque supone que podría restarle votos a Juntos por el Cambio y liberar el camino a la victoria.
Las PASO en la Provincia se harán el mismo día que en la Nación, el 13 de agosto. Pero el distrito tiene la potestad de adelantar luego las generales y desconcertar a la oposición. Se evalúa que, si se deciden a hacerlas en fechas distintas, podría ser en septiembre o en el primer domingo de octubre. Le alcanzaría a Kicillof, o a quien designaran en su lugar, con ganar por un voto porque no hay balotaje. Por eso muchos operadores de Juntos trabajan en silencio para que Larreta y Bullrich lleven el mismo candidato a gobernador y que la suma les permita obtener un porcentaje contundente de votos en las PASO.
Hoy parece difícil. Larreta llevará a Diego Santilli, que individualmente es el que mejor mide, y, Bullrich, a Néstor Grindetti. La ex ministra de Seguridad tomó una decisión que dejó heridos, pero a la vez buscó dar una señal de autoridad. Durante días se especuló con que, como parte de un acuerdo, iba a elegir a Cristian Ritondo, que fue el delfín de María Eugenia Vidal antes de que la actual diputada se bajara de la contienda presidencial. Lo de Ritondo fue una posibilidad hasta que Bullrich quiso saber si eso implicaba que Vidal iba a hacer campaña por ella. No tuvo ninguna seguridad. Le dijeron que, en el mejor de los casos, Vidal se declararía neutral. “Así no me sirve”, dijo, y designó a Grindetti.
La mayor especulación electoral en el Círculo Rojo, no obstante, sigue siendo quién imprimirá su nombre como aspirante a presidente en la boleta del Frente de Todos. Parte de esa disyuntiva no se resolverá sin que antes se despeje el primer interrogante: si en las PASO el oficialismo tendrá candidato único o si habrá competencia interna. Si hay mucha división no se descarta que Kicillof firme el decreto para adelantar los comicios; si hay acuerdo y la coalición se encolumna detrás de un solo candidato, las contiendas irán en sintonía.
“Espero que tomen la posta los hijos de la generación diezmada”, sugirió Cristina en la entrevista. Los colaboradores de Eduardo De Pedro estaban exultantes. “Ya está, no pregunten más, Wado va como presidente”, decía el viernes al mediodía uno de ellos, mientras almorzaba en una parrilla de la Recova. Si fuera Wado contaría con el apoyo de Kicillof y no sería extraño que Juan Grabois, que se lanzó el viernes, se bajara.
Cristina no tomó ninguna decisión, pero puso en aprietos a Massa. El tigrense está jugado a ser candidato. “Es el mejor”, dijo uno de sus funcionarios más leales. No la tiene fácil. La inflación de mayo podría llegar, por primera vez en treinta años, a las dos cifras. En los últimos dos meses, cada vez que el Indec dio la cifra de suba de precios, el dólar blue pegó un salto. ¿Qué pasaría si en junio revelara que es superior al 10 por ciento?
Massa sospecha que podrían querer apartarlo de la competencia. El viernes habló dos veces. La primera, al mediodía, con un tono elevado, durante un acto en San Fernando. Dijo: “No soy de los que se asustan frente a un desafío. Efectivamente, cuando había que agarrar la papa caliente y muchos de los que hoy se pasean por los canales hablando vanidosamente de candidaturas se metían debajo de la cama, nos paramos, pusimos el cuerpo y nos hicimos cargo”.
Por la tarde, su participación en un encuentro del Frente Renovador fue con un tono menos crispado, pero más amenazante. Lo hizo con estas palabras:“Cuando hagamos el Congreso del Frente Renovador, el 10 de junio, fijaremos una posición política definitiva de cara al año electoral que viene, respecto del respaldo de candidaturas y respecto de si participamos o no en el Frente de Todos, y cómo participamos y cómo se diseña el Frente”.
En su cuestionamiento a los candidatos “que se pasean por televisión”. pareció apuntar a Daniel Scioli. El embajador en Brasil estuvo en el estudio de A dos voces, en TN, sonriendo al lado de Javier Milei. No fue al único que le generó escozor. Pero Scioli goza con esas situaciones. Mientras en el cristinismo asocian al economista libertario con el diablo, Scioli dijo:“Recién lo vi a Milei, estuvimos charlando. Creo que el tiempo que se viene demanda mejor convivencia democrática y respeto. Ya bastante tiene la gente con los problemas que hay como para ver más peleas”.
¿Y Alberto Fernández?Despojado hace tiempo de la posibilidad de ir por la reelección, sigue sin hablar con Cristina e insiste -en contra de los deseos de La Cámpora, de Massa y de su misma vice- con unas primarias con varios candidatos. El Presidente se declarará prescindente en esa pelea, aunque su ministro de mayor confianza, el canciller Santiago Cafiero, trabaja para Scioli, quien sería acompañado en la Provincia por Victoria Tolosa Paz. A Scioli y a Grabois, los postulantes que ya están lanzados, se podría acoplar Agustín Rossi. El jefe de Gabinete prepara un anuncio para los próximos días.
Alberto Fernández vive como un alivio que esos postulantes existan. Porque lo ayudan a sostener su idea de que va a garantizar “la democratización del espacio”, según sus propias palabras. Es una pequeña venganza contra Cristina y su dedo. El dedo que lo hizo candidato y que lo ha condenado a infinidad de penurias.
Fuente La Nación