Fernanda Metilli es de esas comediantes que son capaces de hacerte reír por horas. Siempre con una sonrisa en el rostro, un corazón inmenso capaz de ofrecérselo a los que más lo necesitan y la comedia a flor de piel, la actriz se sienta, saluda con un beso y se dispone a hablar de todo. No sólo de su llegada al Gran Rex de la mano de Matilda, el Musical, donde interpretará a Sra. Wormwood, sino también sobre la construcción del personaje de la madre, la evolución del humor y la responsabilidad de ser una influencer: “Hay que quitarle un poco el prejuicio de justamente eso de ¡ay! El desamor de una madre. Y a veces pasa. ¿Por qué no? A veces pasa que una madre siente desamor por su hijo”.
Oriunda de Tandil, Fernanda llegó a Buenos Aires a sus 23 años y es mucho más que la pareja de Agustín “Soy Rada” Aristarán. Desde muy joven, se sintió atraída por el stand up, aunque su amor por el humor arrancó a los 14, en una fiesta para adolescentes. hoy, forma parte del fenómeno teatral Las Chicas de la Culpa y no lo duda: “Para mí el límite del humor creo que es el otro”.
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Casi sin pensarlo comenzó a estudiar con Fernando Sanjiao, Martin Pugliese, Martín Rocco y Juan Barraza. Al mismo tiempo, arrancó a experimentar sobre el escenario junto a Nora Schiavoni, Vero Lorca y Dalia Gutmann. “Si yo sufro ataques de pánico y me río de eso, buenísimo, yo me estoy riendo de eso porque me estoy haciendo cargo de que eso me sucede a mí. Ahora si vos tenés ataques de pánico y yo no, y yo me río de eso, me parece que ahí no”, destaca.
En 2012 participó del programa La Pelu, por Telefe, junto a Florencia de la V. Allí interpretaba a una recepcionista muy despistada. Fue parte de Stravaganza: Estados del tiempo, de Flavio Mendoza. También estuvo en la novela Mi hermano es un Clon en 2018 y participó ese mismo año de La Culpa es de Colón (Edición Mujeres). En 2019 participó en el Bailando de ShowMatch.
En redes sociales hizo Sonidos de la Playa, un video que realizó junto a su pareja, Agustín “Soy Rada” Aristarán. Interpretó comedias reconocidas “Como el Culo” y “Chorros”. Y se ubicó en la escena porteña gracias a su unipersonal de stand-up: Croqueta. En 2021 debutó en “Mañana la seguimos” por el canal Metro y también fue parte de la comedia teatral Inmaduros, con Adrián Suar y Diego Peretti.
Hoy, además de lucirse en las redes sociales y de romperla en la obra Las chicas de la culpa, se prepara para debutar en el Gran Rex con Matilda. En este marco, habló de todo con BigBang, incluso compartió su amor por los animales y su deseo de adoptar más, lo que se refleja en los nombres de sus perros: Pantuflas, Chancleta y próximamente Estileto. “Me parece tremendo la venta animal. Entrar en Mercado Libre y ver fotos de un termo y ahí abajo, un perro que se vende con un moño y te lo ponen en comparación al lado de un mate para que veas lo chiquito que es, es tremendo”, sostiene la actriz.
¿Cómo es esta construcción de un personaje que es puro desamor con un hijo, algo rarísimo, sobre todo una madre?
– Vos sabés que hay que quitarle un poco el prejuicio de justamente eso de ¡ay! El desamor de una madre. Y a veces pasa. ¿Por qué no? A veces pasa. Lo que a mí me gusta mucho de este personaje justamente es que desde el humor se aborda ese desinterés, pero es totalmente desde la ignorancia, desde el no saber, desde el no tener las herramientas.
Entonces termina siendo graciosa y ella es muy histriónica y como que ni siquiera se da cuenta de lo que está sucediendo. No es con maldad decidida, digamos, por ahí que es diferente al rol del padre que sí tiene más maldad, ni hablar Tronchatoro, pero ella va más desde que sólo se mira a ella y vamos a encontrar mucha realidad en eso, que lo vas a ver, que hay muchas personas así. Entonces, es fuerte encarar ese lugar desde el humor.
¿Cómo es Matilda, el show?
– Para mí fue todo novedad y sorpresa. Yo nunca había trabajado con niños, sí para niños, pero no con niños. Y el primer día que hicimos la lectura de la obra, todo el elenco de niños y niñas venía ensayando ya desde enero-febrero. Entonces las canciones ya se las sabían, por ejemplo. Cuando las empezaron a cantar, lloramos todos. Todos los adultos, todo el ensamble. Y nosotros, Laurita, José, Agus, todos lloramos, pero era inevitable.
Cuando se te viene una emoción desde el centro del pecho. Era… Lo más maravilloso que fue de verlos ese primer día de lectura y luego en los ensayos era, “ah, qué bueno, porque estos pibes me vienen a demostrar lo que me había olvidado, que era trabajar pero jugando”. Que es una de las cosas más maravillosas que tenemos en esta profesión porque es eso, es jugar pero a su vez estás laburando y los nenes están haciendo eso. Disfrutarlo, pero sin… A veces, viste, uno disfruta comer algo que te gusta pero acá es actuar sin olvidarte de la pureza de cómo nació el teatro que es desde el juego.
¿Alguna vez te pasó eso de trabajar pero no estar disfrutando del momento?
– Sí, sí, pero no por culpa de nadie, sino responsabilidad mía de cargarle presión y justamente responsabilidad y olvidarme de jugar a eso y divertirme; que a veces sucede en cualquier laburo más allá de que te guste sigue siendo tu laburo y obviamente, con el paso de los días de los meses naturaliza ciertas cosas. Entonces volver a esa raíz lo ves todos los días con ellos, ellos no se lo olvidan y uno te lo vas olvidando porque creces. Justamente la obra toca un punto que es ese, hay una canción que habla de crecer, pero no olvidarme de un lugar. Entonces es hermoso.
Si te preguntase qué mensaje deja Matilda, vos que me responderías. ¿Deja un mensaje?
– Sí, deja muchos. Pero sobre todo para mí toca un punto que es que, ¿por qué nos identificamos tanto con la historia de Matilda? Yo creo que todos hemos pasado en la niñez, no solo por los padres, sino por algún momento, alguna maestra, por eso está Tronchotero también, algún adulto que ejercía violencia, desinterés, la no mirada hacia la niña y todos en algún momento deseamos tener ese superpoder de abstraernos y de hacer justicia, que es lo que hace ella. Ella hace justicia mediante pequeñas travesuras. Y creo que ahí nos toca a todos, porque es como y yo, o hasta de adultos, querés tener ese superpoder. Entonces me parece que ahí, por eso sigue siendo una historia también que sigue siendo actual.
¿Qué poder quisieras tener?
– Me encantaría ser invisible.
¿Este siempre fue el camino que quisiste desde muy chica?
– Esto fue una gran sorpresa. Siempre lo tenía como un deseo, pero no como una meta. Nunca me pongo metas, sino que me gusta que me vaya sorprendiendo este camino. Y fue lo más lindo que me pudo ir pasando porque me pasó siempre. Si bien era, me encantaría actuar en un teatro comercial, me sucedió. Me encantaría actuar con Adrián Suar, me sucedió. Si bien eran deseos que se fueron dando, nunca fue muy cerrado el pedido mental dentro de mi camino. Era como, bueno, yo quiero hacer y que de ahí venga lo que tenga que pasar.
¿Hay límite para el humor?
– Sí, yo creo que sí. El humor creo que es el otro. No conmigo, digamos, porque si yo, no sé, yo sufro ataques de pánico y yo me río de eso, buenísimo, yo me estoy riendo de eso porque me estoy haciendo cargo de que eso me sucede a mí. Ahora si vos tenés ataques de pánico y yo no, y yo me río de eso, me parece que ahí no. Porque el límite sos vos. No me sucede a mí. No puedo hablar de lo que no me sucede en ese caso.
¿Cómo notás esa evolución del humor?
– Me parece bárbaro. Sí, me encanta. Primero que es un laburazo para nosotros, para los que hacemos humor. Y me encanta que suceda, porque quiere decir que justamente estamos evolucionando y que el humor sea parte de la evolución. Qué mejor, qué mejor noticia.
Como humorista, ¿te sentís presionada en hacer humor? Por ejemplo, vas a una reunión donde nadie te conoce, ¿sentís que todos están esperando que vos hagas algún chiste, alguna parodia o no?
– No, no me siento presionada, pero porque ya Tengo una mirada con humor, ya tengo humor en mi vida, en mi forma de mirar la vida. Entonces, generalmente algo gracioso me va a salir, pero no me muevo en lugares que me estén esperando para que cuente el chiste. Seguramente no vaya un tipo de asado de esos.
Recién hablábamos con Agus (Rada). Para mí, el mejor sketch que tienen juntos es el que están yendo a playa ¿Cuál es tu favorito?
– Ese me gusta mucho, pero me gustan los de los dinosaurios. Hace poquito estamos haciendo… los que sean corporales a mi me encantan.
¿Te gusta más el humor, expresarlo con el cuerpo?
– Si de hecho me pasa en las chicas de La Culpa. Cada una tiene un registro. El mío es el corporal. Entonces eso me gusta.
¿Cómo es ese vínculo que mantienen con Agus y Rada? No solo sentimental, sino que también ahora laboral.
– ¡Es hermoso! Es una alegría. Nosotros, si bien siempre tuvimos la decisión de no querer laburar juntos, solos, por lo menos en un principio de la pareja, para que la pareja no se convierta en un kiosco. Bueno, somos un producto y nos vamos a explotar. No, primero quisimos, ya hace 9 años que estamos juntos, y nos encanta compartir el proyecto.
Nos pasó en “Que Mano Está”, que fue lo primero que hicimos en tele juntos, que compartimos el ambiente, pero no es que actuábamos juntos. Y acá nos pasa lo mismo, no tenemos escenas juntos, no nos cruzamos nunca. Y la verdad que nos encanta, porque cada uno tiene su lugar, respetamos mucho nuestros lugares.
¿Llega un momento donde hablar del trabajo se corta y pasan a ser la pareja normal?
– Sí, que hablamos del clima.
¿Se sienten influencers?
– No, yo no. No, sí creo que influencio a gente con lo que yo digo, pero eso es la responsabilidad número uno que tenés cuando te abrís una cuenta. Tengas un seguidor o 150.000, lo que yo digo alguien lo está viendo, entonces tengo esa responsabilidad de que soy consciente de que alguien me está viendo y muchas veces, obviamente, te podés equivocar.
Entonces también puede pasar y si me sucede, estoy abierta a pedir una disculpa, pero digo sí con esa responsabilidad y esa conciencia de que la palabra en sí de influencer es porque influencias a quien te ve y de eso si soy consciente, después como me considero, me auto percibo actriz, yo soy actriz.
Las redes sociales tienen un lado bueno y un lado malo. Y el lado malo es muy marcado ¿Cómo lo llevas?
– Y afecta, obvio. Sí, sí. Generalmente no me meto a leer todos los mensajes, aparte ya te das cuenta, me gusta responderle a la gente, pero ya te das cuenta cuando es una bardeada, porque ya arranca y ni entro. Y obviamente a veces me critican cosas de los perros, imaginate, no me quiero imaginar, o sea, las que son madres o padres, que les critican cosas de sus hijos, es insoportable. A no ser que sea algo muy agresivo que tenga que frenarlo, que hable.
Recién tocabas a los perros…¿cómo nace este amor, esta solidaridad?
– Bueno, mi papá siempre fue muy perrero y siempre nos reímos de que teníamos perros hechos mierda. Mi viejo iba y decía, “mirá, me encontré este perro”. Y nosotros nos encantaba. Nunca, jamás, no existía creo… Yo nací en el ´84, era de los ´90, y yo no me acuerdo de que existiese comprar un perro. No, era el perro que tenía la vecina del primo. Siempre adoptabas.
Por eso me parece tremendo la venta animal. Entrar en Mercado Libre y ver fotos de un termo y ahí abajo, un perro que se vende con un moño y te lo ponen en comparación al lado de un mate para que veas lo chiquito que es, es tremendo entonces, y si tengo lugar, puedo económicamente con que solventarlo, yo te adopto 14 más.
¿Cuántos? ¿Usted tienen tres?
– Ahora tres, pero si es por mí, uno más.
¿Y la particularidad de los nombres a qué se debe?
– Bueno, porque Pantuflas es el salchicha rescatado que estaba en un criadero y lo tenían en una jaula. Y por estar en la jaula, le quebraron las manos y las patas de atrás también las tiene abiertas. Entonces, obvio, tiene muchísimos problemas de huesos, tiene como unas pantuflas porque le quedaron las manitos sin movilidad, entonces quedó Pantuflas; Chancleta también es otra rescatada. Y Chancleta fue porque si tenemos una pantufla, tenemos una chancleta. Y se viene Estileto. Ahora quiero una bota. Ahora vamos a ir todo por los calzados.
Fuente Big Bang News