“Hay sangre por toda la casa”: cómo fue el asesinato de un empresario en San Antonio de Padua
Por Gustavo Carabajal
En la escena del crimen hubo 12 disparos; Gabriel Izzo, la víctima mortal, recibió cinco balazos; los investigadores creen que, antes de morir, llegó a herir a uno de los delincuentes
“Hay sangre en casi todos los ambientes de la casa”. Así describió uno de los investigadores la escena del homicidio de Gabriel Esteban Izzo, comerciante y yerno de uno de los fundadores de una conocida fábrica de volcadores y acoplados de San Antonio de Padua.
Según fuentes policiales, el homicidio ocurrió a las 4.20, en Italia al 1000, cuando dos delincuentes irrumpieron en la propiedad de dos plantas y sorprendieron a la víctima, de 60 años, y a su esposa, Silvana Petinari, de 58 e hija del propietario de la firma Petinari, dedicada a la fabricación de acoplados, volcadoras y semirremolques, del partido de Merlo, mientras dormían.
Luego de revisar las cámaras de seguridad de la zona, los investigadores establecieron que los autores del homicidio huyeron en un Volkswagen Gol gris, modelo 2008. Dicho vehículo había sido señalado por los vecinos del matrimonio atacado como el rodado que abordaron los asesinos al abandonar la escena del crimen.
Debido a que en la zona no funcionan los arcos lectores de patentes, los investigadores ampliaron el radio de búsqueda para tratar de obtener una imagen nítida del dominio del vehículo.
Al revisar la escena del crimen, los investigadores hallaron rastros de sangre en el jardín de la casa. A partir de esta prueba, se sospecha que Izzo, quien según la agencia de noticias Télam era dueño de un aserradero, logró herir a uno de los delincuentes.
A partir de la reconstrucción del sangriento episodio hecha por los investigadores al seguir los rastros de sangre hallados en la casa, se habría establecido que, al escuchar los ruidos que provocaron los dos asaltantes que forzaron una de las persianas de gruesos listones de madera, Izzo bajó de su dormitorio de la planta alta.
Ante la presunción de que hubiera intrusos en la casa, el empresario habría tomado una pistola nueve milímetros para defenderse. Sin embargo, no pudo disparar. Se trabó el arma.
Entonces, desesperado, recurrió a un revólver calibre .38. Pero los delincuentes lo sorprendieron y comenzó un tiroteo dentro de la casa.
Según fuentes de la investigación, el enfrentamiento se produjo en un pasillo distribuidor de ambientes, en la planta baja del chalet, entre la cocina y el living por el que ingresaron los asaltantes desde una ventana.
Debido a que los peritos de la División Policía Científica hallaron rastros de sangre en varios ambientes de la vivienda, los investigadores abonaron la presunción que Izzo y su esposa lucharon por sus vidas y que los asaltantes los persiguieron por diferentes lugares del chalet de dos plantas.
Antes de disparar contra Petinari, los asaltantes intentaron reducirla con los precintos que habían llevado. Pero, en medio del enfrentamiento, le dispararon dos balazos. Uno de los tiros hirió a la mujer en el ojo izquierdo y el otro en la cadera. Tenía, además, cinco heridas de arma blanca.
Mientras que Izzo sufrió cinco heridas, provocadas por los balazos que les dispararon los asaltantes, y dos puntazos que le asestaron. Murió en el acto. Su cuerpo fue hallado, ensangrentado, en el mencionado pasillo distribuidor de ambientes.
A su lado tenía el revólver calibre .38 y un poco más lejos, los investigadores hallaron la pistola 9 mm con la que intentó defenderse primero. Pero debido a que el proyectil quedó trabado, descartó la pistola y tomó el revólver. Los allegados a Izzo reconocieron que ambas armas pertenecían a la víctima y que era legítimo usuario, informaron fuentes de la investigación.
En otra vivienda del mismo predio, pero separada de la casa del chalet principal, Elsa Genoveva Otruba, madre Petinari, de 88 años, escuchó los gritos y los balazos. La mujer quedó en estado de shock y era contenida por sus familiares. No vio nada.
Fuente La Nación