Por: Rubén Lasagno
No es importante lo que dice el gobernador del Chaco, Jorge Capitanich, porque en básicamente inimputable; por eso no vamos a gastar el espacio en reproducir su opiniones afiebradas y fuera de la coherencia mínima que debería tener quien representa un estado provincial.
Es un ridículo, pero peligroso, porque tiene una cuota de poder que le han dado los chaqueños quienes abdicaron su decencia al votar este mamarracho político, típico de un régimen como el del gobierno nacional al cual pertenece con obediencia indebida.
Pero para entender quién habla y qué dice Jorge Capitanich cada vez que abre la boca para opinar sobre la Corte Suprema de Justicia, a la cual quiere enjuiciar con argumentos desopilantes, debemos conocer algunos datos claves de su gestión, la cual, además de ser desastrosa motivo que ha llevado a los chaqueños a tener la mayor pobreza en términos porcentuales de la Argentina, raya el ridículo y parece una burla al buen gusto y fundamentalmente, al pueblo chaqueño, que necesitaría ser gobernado por un estadista y no por un chanta que en campaña besa maniquíes.
Capitanich, que inaugura canillas como un hito de avance tecnológico en su empobrecida provincia, recibió en agosto del año pasado, una lección de parte del joven Lionel Shroeder, quien en medio de un acto en Resistencia, denominado Encuentro de Jóvenes del Norte Grande y en cuyo temario figuraba el tratamiento de género y el lenguaje inclusivo, entre otras cuestiones, tomó el micrófono y dejó sin palabras al gobernador, diciéndole en la cara, cuál debería ser el orden de prioridades en esa provincia.
El ex Jefe de Gabinete de Cristina Fernández y un incondicional todoterreno, que no dudó en romper un diario ante la vista de todos, para sostener el eslogan ordenado por Néstor y Cristina de “Clarín miente”, no es lo único estúpido que hizo en funciones.
Cuando en el 2005 gobernaba Chaco, Capitanich realizó una pesificación de bonos, tras lo cual se derrumbó un 26% su cotización y los llamó Bonos Garantizados del Chaco, sin reparar que la disminución y/o reducción de los vocablos, lo cual se usa de manera corriente en el ambiente económico para mencionar los bonos, sonaba bastante mal, pues su lectura era BoGarCha. Y lo ridículo del nombre no solo llegaba a ese nivel de desprecio por los detalles, sino, que el Ministro de Economía de Capitanich que los firmó, se llamaba Roberto Dell ‘Orto.
Sin los mínimos reflejos institucionales, porque Jorge Capitanich es un inimputable, la coincidencia del ridículo nombre del bono con la de su firmante, no solo provocó memes, risas y la ridiculización pública del gobernador de Chaco, sino que, levantó las críticas de sus tenedores, quienes apuraban a deshacerse de los mismos,entendiendo que era “una tomada de pelo” de la provincia.
Alertado del imperdonable error, Capitanich ordenó, en un primer momento, cambiarles el nombre retitulándolos “Bonos de Saneamiento Garantizado Serie II” e inmediatamente el gobernador del Chaco, pensó en reabsorber esos bonos de ridícula denominación con otros que hicieran olvidar aquel traspié público tan irritante y de acuerdo al periodista económico Alejandro Bercovich, Capitanich pensó en emitir los Bonos Consolidados de Chaco, cuya simplificación daba como resultado el BoConCha.
Si contextualizamos estas iniciativas de Capitanich y las ponemos en el marco del síndrome que sufre el kirchnerismo con la compra de penes de madera, el gel lubricante de Kiscilof o las manifestaciones de Tolosa Paz, entendemos que el gobernador chaqueño, responde al mismo diagnóstico que tienen “los científicos” integrantes del gobierno nacional.
Este personaje, que podría ser un cómico si no fuera por la tragedia que provocan sus acciones, es quien argumenta públicamente los motivos por los cuales apoya y pide enjuiciar a la Corte Suprema de Justicia.
Quizás, repasando las anécdotas que rodean a Capitanich, entendamos que la burla a las instituciones que impulsa junto con el gobierno nacional y otros gobernadores K, incluyendo a Alicia Kirchner, no es mera casualidad. Quizás lleguemos a darnos cuenta que esta embestida al máximo tribunal de justicia de la República, absolutamente anticonstitucional, sin sustento, ni lógica y mucho menos legalidad, también es una joda, aunque no lo parezca.
Fuente Agencia OPI Santa Cruz