Las organizaciones locales desafían a la Autoridad Palestina y reciben la asistencia y orientación de Hamás y la Yihad Islámica en el marco de la nueva estrategia de trasladar la conflagración desde Gaza hacia Cisjordania
Por Yohanan Tzoreff
En los últimos meses, el conflicto israelí-palestino ha asumido una nueva forma.
Los ataques en Cisjordania y los intentos de escalar la situación han incrementado, y el ambiente en los campos de refugiados y las grandes ciudades del norte de Cisjordania fomenta la motivación para la lucha y los deseos de venganza.
Muchos israelíes que viven en el norte de Cisjordania pagan por esto con sus vidas y las operaciones sofisticadas llevadas a cabo con frecuencia por el establishment de seguridad para prevenir la organización y actividad terrorista son efectivas solo por períodos cortos de tiempo.
En contraste con la realidad en vísperas de la Operación Escudo Defensivo en 2002, en la que el terrorismo era organizado y en gran medida también dirigido por organizaciones como Fatah Tanzim, que estaba vinculada a la Autoridad Palestina (AP) de Arafat; ahora las organizaciones locales están desafiando a la AP debido a su adhesión a la coordinación de seguridad y su oposición a cualquier daño a Israel o a los israelíes.
Ganan simpatía, aumentan la ira de la población hacia la AP y se benefician de la orientación, el aliento y la asistencia de las organizaciones opositoras Hamás y la Yihad Islámica, que se hacen eco de sus acciones desde lejos, como parte de la nueva estrategia de trasladar el conflicto desde la Franja de Gaza hacia Cisjordania.
El trasfondo de esta situación es el entendimiento emergente entre los palestinos, según el cual los ministros dominantes dentro del Gobierno israelí se esfuerzan por resolver el conflicto y no por gestionarlo, para provocar el colapso de la Autoridad Palestina y no coordinarse con ella, para hacerse cargo del Área C, e incluso expulsar a los palestinos de su tierra.
Se preguntan cómo la Autoridad Palestina continúa adhiriéndose a una política de coordinación y cooperación cuando el desprecio israelí por ella es tan público y flagrante.
A su vez, se suman a la debilidad y pérdida de relevancia de la Autoridad Palestina.
El hecho de que el establishment de seguridad israelí envíe el mensaje de que la realidad es diferente y no justifica operaciones militares como en el pasado se interpreta como un mensaje de que la opción militar no es suficiente y que se deben encontrar canales adicionales de acción.
Estos mensajes no están ocultos a los ojos de los palestinos.
Reconocen la tensión entre los dos niveles y temen un declive en el dominio del establishment de seguridad israelí que, en el proceso de toma de decisiones, se considera que comprende mejor que otros la complejidad del conflicto.
Por lo tanto, los palestinos siguen cada decisión tomada por el Gobierno israelí sobre la cuestión palestina, cada declaración de los ministros Smotrich y Ben Gvir, y se preparan para la era del sumud (firmeza), cuyo núcleo es hacer frente a través del terror y la venganza lo que ellos definen como «una nueva Nakba», es decir, un intento israelí de sacarlos de su tierra.
Fuente: INSS – The Institute for National Security Studies
Fuente Aurora