CDMX, México. – Con una trayectoria de más de cinco décadas, algunas dentro de la ONU, a mediados de este mes Alicia Bárcena fue elegida como la nueva ministra de Relaciones Exteriores de México. Bárcena llegó a reemplazar a Marcelo Ebrard, ahora precandidato del partido Morena para las próximas elecciones presidenciales.
Alicia es una diplomática experimentada y respetada en los círculos más influyentes de las relaciones internacionales, pero como la mayoría de los funcionarios del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, tiene cierta disposición a virar la cara cuando se trata de violaciones de derechos humanos en “dictaduras de izquierda”. Bárcena, además, ha dedicado no pocas palabras de elogio al régimen cubano, en especial a los Castro.
Antes de encargarse de la Cancillería, había sido designada embajadora de México en Chile (la primera mujer en el puesto). A esta sede diplomática llegó luego de retirarse de la contienda por la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En ese momento alegó “razones personales”; sin embargo, otras teorías apuntan a que Estados Unidos, sobre todo el sector republicano, rechazó su candidatura.
De hecho, el 27 de octubre de 2022, la congresista cubanoamericana María Elvira Salazar envió una carta a la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, pidiendo el voto en contra de la candidatura de Bárcena.
“Es simpatizante del comunismo”, sentenció Salazar. La exconductora señaló que Bárcena se refería de manera positiva a Fidel Castro y Hugo Chávez, dictadores en Cuba y Venezuela.
Poco después de esa carta vino la renuncia. No se comprobó si la intervención de una de las representantes del exilio cubano fue relevante, pero sí fue parte de las presiones. Recordemos que Estados Unidos tiene el 30% del voto total en el BID.
Los orígenes de Bárcena
Bióloga de profesión por la Universidad Nacional Autónoma de México, militó en grupos de la sociedad civil donde investigó y denunció la matanza estudiantil del Jueves de Corpus, perpetrada durante el Gobierno de Luis Echeverría Álvarez (del Partido Revolucionario Institucional), que reprimía todo lo que lo ponía en riesgo su control político.
Posteriormente, Bárcena compartió el escenario con Mijail Gorbachov, Mercedes Sosa y Leonardo Boff, entre otros, como fundadores del Consejo de la Tierra, en Costa Rica. Una organización que precedió la cumbre de Río de Janeiro.
Con una maestría en Administración Pública de la prestigiosa Universidad de Harvard, Alicia Bárcena ha marcado un hito en la vida de las mujeres dentro de la ONU, al ser la primera jefa de Gabinete bajo la administración de Kofi Annan.
Después de colaborar con Annan ocupó desde julio de 2008 hasta el segundo semestre de 2022, la Secretaría Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), cargo ocupado por primera vez por una mujer. Ahora como canciller volvió a romper el techo de cristal.
A Bárcena, en una entrevista, le preguntaron si se consideraba marxista en su juventud y esta fue su respuesta: “No me siento tan conocedora como para decir que fui marxista, pero pertenecía un grupo en el que creíamos en valores de igualdad y teníamos este sueño de hacer un México bueno, un México nuevo”, opinó.
Indudablemente, la nueva canciller ha sido una pieza clave del desarrollo de la democracia en México, pero también se ha mantenido apegada al discurso de cierta izquierda latinoamericana que no se atreve a criticar las violaciones de derechos humanos ni la falta de libertades fundamentales en Cuba.
Bárcena ni siquiera es de las que ha preferido el silencio. Ella ha optado por públicamente mostrar su simpatía por la familia que formó y controla la dictadura más longeva de la región.
Por ejemplo, como secretaria ejecutiva de la CEPAL tuvo palabras halagadoras para Fidel Castro en Twitter el día de su muerte: “Se ha apagado la vida fecunda de un gigante. Abrazo fraterno a Raúl Castro y al pueblo cubano. Hasta la victoria siempre Comandante #Granma”. Poco después, tras el aluvión de críticas que recibió, borró el tuit. Pero eliminar todo rastro de internet, una vez que presionamos “publicar”, no es sencillo. Cuando dio “delete” ya medios de prensa lo habían capturado y citado
Por supuesto, el sistema de propaganda cubano aprovechó la oportunidad. Aún está disponible una nota en la web de Radio Reloj.
La CEPAL, que en ese momento presidía, también tuvo una postura cuestionable sobre el dictador el mismo día. Lo llamó “combatiente por la igualdad y justicia social”.
El régimen, por su parte, ha respondido a las muestras de apoyo de la diplomática. En 2016, la Universidad de La Habana le otorgó el título Doctor Honoris Causa.
Al recibirlo, en su discurso repitió al pie de la letra lo que promueve el sistema cubano en toda América Latina: “Este pueblo ha pagado el precio de enfrentar la desigualdad y los privilegios; ha sido un ejemplo de cómo un pueblo unido puede cambiar las estructuras de poder. (…) La historia de Cuba representa, para todos los latinoamericanos y caribeños, una cantera prodigiosa desde donde afirmar nuestra proyección de presente y de futuro. Por ello, es indispensable que las generaciones de hoy no olviden el pasado cuando visualicen el futuro”, dijo.
Los halagos continuaron en el futuro. En medio de la pandemia de COVID- 19, Bárcena dio una entrevista al sitio oficial Cubadebate. En esa ocasión también lisonjeó al nuevo dictador cubano, aunque sus palabras más emotivas fueron, una vez más, para los Castro.
“Quiero expresar un agradecimiento y un tributo muy especial al comandante Fidel Castro y un abrazo fraterno al general de Ejército Raúl Castro Ruz por su incansable compromiso por el bienestar de Cuba y por su lucha a favor del multilateralismo”, dijo.
En esa entrevista la política se refirió a uno de los negocios más jugosos de Cuba ―la exportación de servicios médicos― como una “gran lección”, sin mencionar que esta práctica ha sido calificada como “esclavitud moderna” por las condiciones que les son impuestas a los galenos.
Llegar hoy a la cancillería de México, no solo fue un triunfo para Alicia Bárcena a sus 71 años, también debe estar siendo celebrado en La Habana, que necesita como nunca, toda la ayuda (simbólica y material) de sus aliados.
Fuente Cubanet.org