Por Jorge Lanata
La caída de la actividad influye mucho en la desaceleración del índice, que igualmente rondará el 7% hasta fin de año. El desplome del consumo minorista, la explosión de la venta informal y el temible índice “ventana”.
Llegó la recesión. Es eso lo que hoy explica que, también en junio, el índice de inflación se mantenga alrededor del 7%. La leve baja va de la mano de la caída de la actividad.
¿Cuanto tiene que ver la caída de la actividad con la desaceleración de la inflación?
Para el economista Fausto Spotorno la respuesta es “mucho”. Según le dijo a Clarín hay tres datos que indican la llegada de la recesión. “El indicador del INDEC que mide el nivel de la actividad económica marcó que en mayo hubo una caída del 4,2% interanual, motorizada por la caída de la actividad agropecuaria producto de la sequía”, explica.
La consultora Ferreres y Asociados tiene un índice similar al del INDEC para mayo: muestra una caída del 3% y el índice de expectativas industriales de la UADE reflejó que en junio más de la mitad de los entrevistados prevé menor nivel de actividad.
“Tres meses negativos hasta junio y nada que indique que de agosto en adelante las cosas vayan a mejorar, sobre todo por la falta de dólares que frenará las importaciones”, dice Spotorno.
Los almacenes y autoservicios de cercanía en el Gran Buenos Aires tuvieron en mayo una caída de más del 20% y, según la consultora Scentia, ese número se repetiría en junio. Por su parte, en los supermercados el crecimiento se desaceleró de un 8% en mayo a un 5% en junio. Los aumentos reales en los barrios y comercios más humildes del GBA superan el 11%. Los mas pobres pagan mas por lo mismo.
Un estudio realizado por el Centro de Estudios en Derechos del Consumidor muestra que en los comercios denominados “ventana” (así se llama donde un vecino vende, en la ventana de su casa, los pocos productos básicos que compra en un mayorista) muestra que la inflación arranca en un 7,2% en Campo de Mayo y Villa Martelli y llega al 11,4% en Merlo,10,3% en Villa Fiorito, 9,9% en Grand Bourg, 9,3% en Cuartel V y 9,1% en Tres de Febrero.
La canasta de los comercios “ventana” está compuesta por pan, arroz, polenta, fideos, leche, azúcar, mermelada, manteca, yogurt, aceite, jabón, shampoo y desodorante. No incluye proteína animal ni productos frescos, los que brillan por su ausencia en las clases más bajas.
Para un empresario del sector alimenticio consultado por este diario su capacidad de producción esta ociosa porque el consumo minorista esta por debajo de los niveles de 2018. En los alimentos premium -dice- hay una caída interanual de las ventas del 8% y en los básicos y segundas marcas hay un crecimiento del 7%.
”Las únicas líneas de producción con buena performance son las de los alimentos mas económicos y con bajísima rentabilidad. En estos contextos explota la venta informal: tenemos competidores que llegan a vender hasta a un precio un 40% mas bajo en el mercado informal”, explica.
Para el ISEPCI (Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana) el costo de una canasta básica total se incremento 6,6% en junio y casi 6% en el primer semestre. El ISEPCI mide la inflación en 900 comercios de 20 barrios del Gran Buenos Aires.
Esos números indican que una familia tipo conformada por dos adultos y dos niños necesita un gasto mensual de $ 228.000 para no caer en la pobreza. Esto es $ 80.000 más de lo que necesitaba en diciembre para sostener la misma condición. La misma fuente indica que desde el 1° de agosto hasta el 30 de junio -los once meses de la gestión de Massa- los productos de almacén aumentaron 109,5%, las verduras 123,2% y la carne 74,2%.
Spotorno prevé una evolución de la inflación de entre el 6.5% y el 8% por mes hasta fin de año, lo que llevaría la inflación interanual al 145%.
“La recesión se siente desde principios de año”, le dice a Clarín un dirigente K que participa en la campaña bonaerense. “En los barrios más humildes de nuestros votantes, como está cubierto lo mínimo, eso no está explotando. Por ejemplo un hombre que cobra 80 lucas de una cooperativa y hace alguna changa extra tiene además la AUH que cobra la mujer por los hijos más los bolsones de comida que aportamos. Con eso está contenido. En cambio, una persona que cobra 200 o 300 lucas tiene otros gastos y otro aspiracional y eso la frustra”, agrega.El líder piquetero Eduardo Belliboni, el martes en el corte y la toma del Ministerio de Desarrollo Social. Levantó la protesta cuando le dieron un cronograma de entrega de alimentos. Foto: Juano Tesone
La falta de comida en los comedores fue el reclamo central de Unidad Piquetera el martes pasado. Eduardo Belliboni, uno de los líderes de la protesta, no se retiró hasta que le dieron un cronograma de entrega de alimentos para julio. Segun el RENACOM (Registro Nacional de Comedores y Merenderos) hay 37.749 inscriptos. De ese total,15.223 estan radicados en la provincia de Buenos Aires.
“La compra de alimentos se complica en todos los niveles: municipios, Provincia y Nación”, argumenta ante Clarín un funcionario provincial. “Los oferentes que participan son pocos y siempre los mismos y ponen el precio alto porque el Estado es mal pagador. Se baja comida a los que pertenecen a movimientos, no puede aparecer alguien que pida sin estar encuadrado. Eso nos permite saber que, si alguien revende la comida, podemos identificarlo con rapidez”, finaliza.
Fuente Clarin