Por Guillermo Tiscornia
Pronunciamiento de Arroyo de la China.
Visión integradora y federalista del caudillo oriental. Falsas denuncias de Sarratea. Propuesta separatista ofertada por Álvarez Thomas.
- La visión auténticamente revisionista que propone el doctor López Mato ( “ Artigas un héroe de las dos orillas”) en su enjundiosa publicación muestra al prócer y caudillo oriental José Gervasio Artigas, convencido de sus principios demócratas, federales y republicanos, y relata que éste enfrentó cada adversidad que le tocó vivir con una estatura moral que lo convirtió en el referente de una nación en ciernes.
- Artigas combatió a españoles, lusitanos y porteños con un firme propósito integrador de su propia provincia al sistema federal soñado. Fue precisamente el mismo Artigas quien convocó a la declaración de independencia del 29 de junio de 1815, cuando Córdoba, Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe, Misiones -que juntas constituían la mitad del territorio de la “Argentina” en ese momento- y la Banda Oriental se pronunciaron en Arroyo de la China, Entre Ríos, por la separación del yugo español.
- Sin embargo, este hito fundacional fue olvidado por la historia oficial de los argentinos. Derrotado por las abrumadoras fuerzas lusitanas que invadieron la provincia ubicada del lado oriental del Plata en clara connivencia con la dirigencia porteña, Artigas buscó refugio en las tierras de Pancho Ramírez.
- La tragedia y la traición persiguieron al Protector, quien retrocedió peleando hasta buscar su último refugio en el Paraguay. Allí vivió hasta su muerte junto a su más fiel compañera, la digna pobreza.
- El Jefe de los Orientales tenía muy claro cuál era el esquema político que creía más adecuado para estas tierras. No sólo captó las ventajas del sistema republicano federal propuesto por las ex colonias norteamericanas, sino que, además, percibió claramente que el modelo sólo serviría de inspiración.
- Hasta el último momento, Artigas promovió la autonomía de las provincias, siguiendo el modelo confederado de las ex colonias norteamericanas; además perseveró en sus convicciones con una constancia digan de admiración y clarividencia que, a no dudarlo, estuvo ausente en otros próceres. No abandonó nunca su deseo de formar una patria grande, una gran confederación a pesar de las traiciones, de las falsas denuncias de Sarratea, de los ofrecimientos arteros de los realistas, a pesar de la franca posibilidad de escisión que lo proponía Álvarez Thomas, a pesar de las perfidias de Pueyrredón y Posadas.
- La traición de Ramírez llegó cuando todo estaba perdido, aunque él siguiese enviando cartas afiebradamente a todo el mundo para pactar una ilusión; muy a pesar de ello en 1832, Fructuoso Rivera, entonces presidente del Uruguay, invitó a Artigas a regresar, pero éste se rehusó. Quizás no pudo olvidar la traición o no era su deseo abrir las heridas del pasado. Las cartas de repitieron en 1840, pero el viejo caudillo oriental ni abrió los pliegos. Expresó entonces su firme deseo de morir en el ostracismo.
- Artigas no fue un separatista, como verdadero demócrata que fue, su esencia genuina es la de un confederado, convencido de las bondades del sistema republicano.
- A modo de conclusión, la reedición propuesta desde esta columna para la consideración y evaluación del estimado lector acerca de las respectivas, pero convergentes, visiones, en este caso, dadas de dos historiadores, uno de ellos uruguayo (Sanguinetti) y el otro argentino (López Mato) sobre un mismo segmento histórico podrá resultar de cierta utilidad para advertir como la señora Presidente de la República Argentina hubo bastardeado la metodología de reconstrucción histórica utilizando el pasado para clara satisfacción de sus específicos y circunstanciales intereses políticos.
- Bien se encargó de desenmascarar, con exquisita sutileza, el prestigioso historiador uruguayo; igual de bien lo corroboró su colega argentino; ambos, de modo convergente, desde cada orilla del Plata. Tanto el fenómeno caudillista emergente en su tiempo, como asimismo la enorme figura de José Gervasio Artigas lo merecían.
- Lo dicho demuestra, cabalmente, que resulta perfectamente posible que la verdadera historia puede ser objeto de prístina narración despojada de todo tipo de apasionamientos y con estricta sujeción a una honesta metodología de reconstrucción del pasado. Tal el caso, no se dude, de los historiadores Julio M. Sanguinetti y Omar López Mato.
Guillermo J. Tiscornia
Ex juez en lo Penal Económico