Por Carlos M. Reymundo Roberts
Cuando todo en estos días se ve negro retinto, ojo, ojito, una gran novedad está asomando las narices. Si hay segunda vuelta y los que compiten en esa instancia son Milei y Massita, la Argentina podría cambiar para siempre. Bueno, “para siempre” es too much. Pero me animo a decir que nacería un nuevo país, en el que reinen la paz y la concordia. Ya habrán descubierto a qué me refiero. Es un secreto a voces: Massita y Chucky Milei se quieren; se quieren, se necesitan, se ayudan. En Juntos por el Cambio, que venían sospechando algo, hablan de “pacto”; no entienden nada: ¡es amor! Aunque la relación todavía no salió del clóset, porque obviamente no es el momento de ventilarla, a cada hora aparecen nuevos indicios. Típico de esas relaciones que, de tan apasionadas, resulta difícil mantenerlas ocultas. ¡Tortolitos, se les nota el metejón!
Esta semana, Massita se aprestaba a enviar el presupuesto 2024 al Congreso cuando le llegó una propuesta de Milei: “Sergei [lo llama así, para que rime], ¿por qué mejor no lo mandás después de la primera vuelta?”. Pedido disparatado: la ley indica que la fecha tope es el 15 de septiembre. Pero comprensible. El anarcocapitalista se lo explicó bien: “A ver, o sea, hiciste un dibujo, un mamarracho, o sea, es lógico en estas circunstancias, pero si entra el proyecto, yo, como diputado opositor y economista, estoy obligado a decir que es un dibujo, o sea, un mamarracho”. Si el pedido de postergación se lo hubiese hecho JxC, ardían Troya y hasta el último troyano. Como lo hizo Chucky, Massita se avino. “Tranqui, Javi, lo mando en la fecha que dice la ley, pero lo dormimos. Gracias por avisarme, genio”. El corazón tiene razones que las leyes no entienden.
El primer kirchnerista que se animó a denunciar el alcance del idilio fue, días atrás, Grabois: “Milei armó las listas con toda gente de Massa. No me cabe la menor duda de que no son enemigos acérrimos”. ¿Enemigos? A quién se le ocurre, Graboá. Hace rato que en los medios se vienen ventilando con lujo de detalles los acuerdos electorales entre los acaramelados M&M; acuerdos casi explícitos: reconocidos dirigentes del Frente Renovador aparecen como candidatos de Milei. Uno que hizo el cambio de camiseta, funcionario de Massa en Economía, fue a despedirse del ministro con alguna prevención, pero recibió abrazos y sonrisas. “Seguí para adelante”, lo alentó Sergei. Sabrina Sabat, massista con cargo en el Ministerio de Transporte bonaerense, renunció para ser candidata a diputada por los libertarios. No son casos aislados: se repiten en todo el país, empezando por la mismísima Tigre. La biología contribuyó: nada más sencillo que sellar una alianza entre tigres y leones. En todo caso, lo llamativo será ver a massistas votando contra todo lo que votaban cuando compartían listas con el kirchnerismo. Al final, tanta historia y resulta que pasar de casta a anticasta es apenas un trámite y se puede hacer por WhatsApp.
Si se repara, en cada intervención mediática de Milei no queda títere con cabeza: nadie se salva cuando, con esa facilidad que tiene para que le salte la térmica, se transforma en un depredador. ¿Nadie? No tanto. Quieren los cielos que una y otra vez Massita salga indemne; apenas, a veces, alguna ligera referencia, y solo si, como hizo Jony Viale anteayer, le preguntan directamente por él. Rarita la cosa: un economista opositor en campaña le perdona la vida al ministro de Economía de la inflación descomunal, la recesión y la pérdida de reservas, que además es su rival en las urnas. Al “plan platita”, que antes de que se anunciara el regalo de autos, motos y electrodomésticos ya suponía un gasto de 2,5 billones de pesos, lo criticó así en un tuit: “Otra vez keynesianismo modelo Ford T. Siempre falla y volverá a fallar”. Guau (prefiero el wow, pero no aplicado al padre de cuatro perros), tremenda condena a ese despilfarro electoralista. Del estrambótico “paro activo” del Gobierno, al que se sumó Alberto, que estaba en paro pasivo, nada. Han tenido algún cruce, seguramente seguido de mensajes de lo más tiernos. “Javi, ¿no me creíste, no? “No, pero, o sea, dejame algún mango en la caja, guachito”.
¿La alianza de M&M tendrá plazo fijo? En una de esas acordaron que la segunda vuelta sea en modo “si te he visto no me acuerdo”. No lo creo: parece haber algo más de fondo. Pensemos. Milei odia al kirchnerismo, y Sergei no tiene ningún problema en volver a odiarlo. Milei endiosa al mercado, y Sergei lo mira con cariño: banqueros y empresarios le han sponsoreado la carrera. Los sindicalistas coquetean con ambos, porque ahí nadie le hace asco a nada. Los une también el Papa, que detesta a los dos. ¿Sergei ministro de Economía de Milei, o Milei de Sergei? Perdón, quise hacer una broma y me salió horrible.
En cualquier caso, qué bueno sería que se siguieran queriendo. Podríamos ilusionarnos con esa pareja y un país fraterno, sin grietas, sin castas.
Un país lindísimo para mirar desde bien lejos. ß
Fuente La Nación