Por Nicolás J. Portino González
La migración indiscriminada y su impacto en Europa ha generado inquietudes en los últimos tiempos. La Unión Europea erróneamente ha abierto sus puertas a una oleada de migrantes ilegales, con la excusa de abordar la crisis humanitaria, pero muchas voces advirtieron y advierten sobre las posibles repercusiones internas.
La migración descontrolada, impulsada por un enfoque “pseudo-progresista” de apertura indiscriminada administrada desde Bruselas (UE) ha planteado desafíos significativos. Rusia suele hacer un perverso lobby, de forma oblicua, en este sentido.
La llegada masiva de personas de diferentes trasfondos culturales y religiosos ha suscitado temores sobre la cohesión social y sobre todo por la seguridad. Los líderes europeos se enfrentan al reto de integrar entonces a estas poblaciones de manera efectiva y bien monitoreada.
Se está en condiciones de afirmar que existe una correlación ya evidente, entre el paradigma de aperturismo indiscriminado y la posibilidad y/o concreción de atentados terroristas. Los ciudadanos temen consecuencias por la política adoptada y la clara falta de control adecuado. A su vez, requieren una evaluación exhaustiva de los ilegales que abordaron el continente a la fuerza, que dejan a la Unión Europea vulnerable a las amenazas extremistas quienes suelen hacer uso de las “izquierdas” de cada país, dado que ideológicamente comulgan con terroristas, más que con estados democráticos donde imperan la ley y el orden.
En este sentido, se plantea la preocupación, dado que la Unión Europea se está debilitando al permitir una entrada poco regulada. Por citar dos casos, España y Francia con Presidentes como Pedro Sánchez y Emmanuel Macron, quienes con sus decisiones y pasmosa permisividad e inacción -¿intencional?- han alimentado este flajelo.
Por otro lado, se ha generado un debate en torno al paradigma de izquierda y el estalinismo pseudo-progresista que ha influido demasiado en las políticas europeas. Algunos opinan que estos enfoques extremos están siendo llevados demasiado lejos, habiendo creado tensiones y polarizaciones dentro de la sociedad. La preocupación principal radica en que esta situación está desencadenando y acrecentando conflictos de alta peligrosidad para las comunidad U.E.
En resumen, la migración y los paradigmas políticos en Europa han desencadenado un debate en torno a la seguridad, la defensa y la cohesión social en la Unión Europea.
Las autoridades europeas enfrentan el desafío de encontrar un equilibrio entre su acomodaticio discurso de ayuda humanitaria y la seguridad, mientras debieran evitar que la polarización política y cultural cause más divisiones en el continente, cosa que ya es, lamentablemente, un hecho.