
Javier Milei es un anarcocapitalista por definición, suele decirlo cada vez que tiene oportunidad. “Entre el Estado y la mafia prefiero a la mafia”, supo decir para demostrar su descontento al sistema de Gobierno actual.
Sus enemigos directos son los comunistas, a quienes supo tratar de “zurdos de mierda”. Pregunta en dónde funcionó el modelo comunista, en qué parte del mundo, como para ahondar la razón por la cual se muestra en la vereda opuesta.
¿Pero dónde funcionó el anarcocapitalismo? Es cierto que se trata de un sistema que prácticamente nunca se implementó, pero ello no quiere decir que no haya ejemplos, incluso en la historia reciente del mundo.
Tal es el caso de Grafton, un pueblo ubicado en el estado de New Hampshire, en el noreste de Estados Unidos. Allí, en 2004, se mudó un grupo de libertarios, de la misma ideología antiestatal que plantea hoy Javier Milei.
Entraron con la cabeza en alto y el pecho parado, pero 12 años después salieron corriendo luego de haber comprobado que el paraíso que proyectaban cayó en desgracia.
La idea era reducir las regulaciones e impuestos con el propósito de probar que la intervención gubernamental es opresiva y produce pobreza, mientras que si se deja a la sociedad actuar por su cuenta florece y es capaz de autorregularse.
El resultado fue desastroso, las vías del tren quedaron destruidas, la basura comenzó a acumularse, aumentaron los delitos violentos y los asesinatos y, para colmo, los habitantes debieron lidiar con un problema que no se registraba hacía más de un siglo: la aparición de osos.
En 2016 muchos de esos libertarios que habían llegado a esta pequeña localidad se fueron y abandonaron a los vecinos históricos a su propia suerte después del desastre que dejó el paso del anarcocapitalismo.
Ahora, si en un pueblo de unos mil habitantes, sin la autonomía que tiene un país, esta ideología dejó un verdadero desastre, ¿cuánto daño puede causar en Argentina la implementación de este sistema?
No es una pregunta casual, porque Milei ciertamente puede llegar a ser el próximo presidente y, más allá de la serie de desaguisados que se le puedan adjudicar, su ideología no parece desembocar en un mar prospero.
Hijo de la casta
Con todo lo antedicho, ¿por qué entonces tiene un gran apoyo en la sociedad, incluso de parte de destacados economistas que saben pasearse por los canales de televisión dando cátedra? ¿Acaso nadie estudió este fenómeno?
La respuesta pasa por lo que Milei denomina “la casta”, logrando acobijar bajo sus ideas de la libertad a todos aquellos desencantados de la política tradicional.
“Ni un extremo ni el otro” reza un viejo refrán y lo cierto es que fue el resto de los partidos políticos quienes obraron el “milagro Milei”, con un Estado altamente burocratizado y deficitario generado por “la casta”.
Allí está la respuesta, la razón por la cual hoy el diputado libertario logró acuñar una máxima que encantó a una gran parte de la sociedad que no encuentra salida del estancamiento que viene sosteniendo el país.
El kirchnerismo dejó un desastre, no solo en lo económico, sino en lo social y cultural, un proyecto inviable desde todo punto de vista, porque la política del hoy oficialismo es repartir sin medir las consecuencias.
El macrismo hizo lo propio, sobre todo en lo económico, a pesar de que en un principio, en el marco de su inicio en la carrera política, Milei supo coquetear con personajes como Mauricio Macri y Patricia Bullrich.
En definitiva, el candidato presidencial es hijo de la casta, es la creación de un sinfín de medidas políticas que han pisoteado el sueño y las aspiraciones de millones de argentinos que se vieron atrapados en un sistema desfavorable para alcanzar proyectos, ya sean estos personales o colectivos.
Fuente Mendoza Today