LA HABANA, Cuba. — Para lograr la condición de “ciudad creativa”, la más reciente y burda necedad del régimen, los territorios involucrados tienen que hacer malabares estratégicos, inflar datos de producción, inventar tradiciones que no existen y armar un aquelarre desmedido. Mediante consignas y falsedades, los mandantes se encargan de atemperar a la realidad lo insólito y kafkiano de esa iniciativa.
Ambigú Bayamés, un festival de tradiciones culinarias —que supuestamente se fueron fraguando en Bayamo desde el siglo XVII hasta el presente— es una muestra palpable de las aberrantes maniobras de un régimen que quiere taponar la escasez y el hambre que ha generado desde que asumió el poder en 1959.
Según aseguran el semanario provincial La Demajagua, Radio Reloj y otros medios oficialistas que se hicieron eco de ese evento que se desarrolló en Bayamo del 26 al 29 de noviembre, los pobladores de esa ciudad aún saborean bollos prietos, mordisquean malangas azucaradas y se relamen de gusto con los negros estropeados, los suspiros, las mandangas, los matahambres, los buñuelos y las tortas de casabe.
Con esa demencial y surrealista enumeración de dulces inventados, engañan al pueblo y le dan por la vena del gusto a la UNESCO para que declare al casabe como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Tal vez Hatuey, Guarina y el cacique Guamá estarían de acuerdo, pero un bayamés de hoy, antes que el casabe, preferiría un bistec o una hamburguesa.
¿De dónde sacaron los organizadores del Ambigú Bayamés esos dulces con esos nombres? Yo, que soy bayamés de pura cepa, nunca conocí ni oí hablar de esas golosinas y esas tradiciones inventadas y bufonescas.
No puedo imaginar a Céspedes, Fornaris y del Castillo, mientras creaban La Bayamesa, pedir un bollo prieto en la Plaza de Armas o que le envolvieran dos mandangas para llevárselas a Luz Vázquez para que las degustara mientras escuchaba la serenata de desagravio que le llevara su amado.
Tampoco puedo imaginar a un alto oficial español destacado en la villa, quejándose a viva voz: “¡Rediez, la mandanga está blandita y no hay matahambre porque se acabó el combustible para cocinar!”
Con timos como Ambigú Bayamés las víctimas del hambre se irrespetan al hacerse cómplices involuntarios de los culpables de esa hambre, que son los mismos que con sus inventos y experimentos conducen a Cuba, a toda velocidad y en marcha atrás hacia el Medioevo y más atrás, a la comunidad primitiva.
El Gobierno otorgará el título de ciudad creativa a la ciudad que encuentre la alternativa más delirante para que la UNESCO, con su tonta parcialidad, la incluya en la guía de ciudades con tradiciones culinarias singulares que sean capaces de atraer el turismo internacional.
Con eventos como Ambigú Bayamés, los mandantes castristas, construyendo sobre cimientos falsos, aspiran a otorgarle a Bayamo la condición de ciudad creativa para atraer a sus calles y vaciarles los bolsillos a lores ingleses, magnates neoyorquinos y chamanes mapuches.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org