Por Eduardo van der Kooy
Pese a la gravísima realidad económica, el Presidente conserva la fidelidad de sus votantes. Influye el hartazgo que despiertan los K y los sindicatos. El Gobierno entra en el fin de la inocencia.
Se empieza a divisar con cierta consistencia el esquema concentrado de poder que va construyendo el Gobierno. La cima es, con lógica, para Javier Milei. En la última semana ha quedado formalizado el protagonismo determinante de su hermana, Karina. “El Jefe” o “El Mesías”, según los motes que prefiere el mandatario. Tal pintoresquismo tiene ahora traducción en la realidad. La Secretaria General estará al mando de seis dependencias, las mismas que tuvo Julio Vitobello con Alberto Fernández. Pero le fueron adjudicados 19 objetivos de los cuales 17 poseen relación directa con actividades de gestión, políticas y protocolares de su hermano.
Ese modelo establece una distancia clara con la estructura del equipo que los acompaña. Por orden jerárquico estaría Nicolás Posse, el jefe de gabinete, que aparece mucho, pero cuya voz pública aún se ignora. Guillermo Francos, el ministro del Interior, que despliega una voluntad de diálogo no siempre correspondida. Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad, con la figuración preponderante después del Presidente.
Existe otro par de casilleros relevantes. Luis Caputo, el ministro de Economía, a quien Milei compró el paquete de ajuste fiscal ni bien advirtió que la dolarización se tornaba ya mismo imposible. Adolfo Sturzzeneger, ex titular del Banco Central con Macri, sin cargo, pero autor intelectual y redactor de la revolución libertaria amalgamada en el DNU y la “Ley Ómnibus”. Su cruzada no ha concluido. Algunos, maliciosamente, la asocian con la Gran Revolución Cultural de Mao Zedong en China entre 1966 y 1976. Desde el prisma libertario
Aquella concentración sería, tal vez, desencadenante de algunos desórdenes e improvisaciones que se observan en la administración. El área de comunicación, de sensibilidad extrema para La Libertad Avanza, se ha convertido en una cuartería. Funcionarios que llegaron y se fueron –por lo menos tres- en la misma cantidad de semanas. El inamovible es el joven Santiago Caputo. Reuniones importantes, como la de Milei con sus diputados, a la que no todos asistieron porque fueron avisados a destiempo. La reyerta en el área de cultura que derivó en el alejamiento del titular del Fondo Nacional de las Artes antes que asumiera. Organismos del Estado muy importantes donde perviven las segundas líneas de La Cámpora. Sucede en la ANSES que conduce el cordobés Osvaldo Giordano, enviado por Juan Schiaretti. También en Aerolíneas Argentina y el Correo.
Muchos libertarios, también peronistas, macristas y radicales, sospechan que desde aquellos nichos existen puentes con Axel Kicillof en Buenos Aires. El principal contrincante visible que tiene hoy el Presidente. Llama la atención ahora una cosa: la proliferación de pintadas en el conurbano con una leyenda común: “Milei estafador”. No refiere a ningún negociado sino a la primera línea argumental opositora que esboza el kirchnerismo: el libertario no estaría cumpliendo sus promesas de campaña. Algo no habrían escuchado o comprendido bien.
Lo que a primera vista asoma como una imprudencia política podría representar para Milei una ventaja en el corto plazo. Mientras ejecuta el primer segmento cruel del ajuste –aumentos en todos los rubros con el naftazo de broche—requiere de algún escenario de confrontación. Sus alusiones a “la casta” como el palo en la rueda que frena sus planes incluye a una mayoría de dirigentes que necesitará si pretende que el cuestionado DNU conserve vigencia y la “Ley Ómnibus” sea considerada en el Congreso siquiera de manera parcelada. Sabe muy bien, en cambio, que no podrá contar con ninguna colaboración kirchnerista.
La estrategia se afinca en referencias estadísticas. La consultora ARESCO realiza un seguimiento semanal del humor social a partir de la asunción de Milei. Pese a la cadena de desventuras económicas conocidas, el mandatario conserva la fidelidad de aquellos que lo votaron en el balotaje. Alrededor de un 56%. Se advierte un corrimiento hacia la crítica de los ciudadanos que no votaron, pero arrancaron con una mirada expectante. Siempre que aquel núcleo duro entra en estado deliberativo existe algo que lo aúna: cualquier irrupción pública kirchnerista, los movimientos piqueteros y hasta el desafío de la Confederación General del Trabajo (CGT) por la reforma laboral escrita en el DNU.
Esas cosas ocurren por tres razones. El kirchnerismo no tiene conducción porque Cristina Fernández ha preferido entrar en un paréntesis hasta marzo. Refugiada en el Calafate. El PJ está a la deriva a raíz que si titular, Alberto Fernández, está residiendo en Madrid. Los gobernadores tienen necesidad de un puente con Milei por razones de caja. El único en condiciones de polemizar es Kicillof. Dijo que lo único que le faltó decir al DNU fue “Afuera la democracia”. Al Presidente le interesa el contrapunto porque congrega a su base electoral.
Algo similar sucede con la central obrera. La organización logró dos fallos de la Justicia Laboral que ordena suspender el tramo de las reformas de ese campo del DNU. Un juez de feria, Enrique Lavié Pico, habilitó la posibilidad de que el decreto sea objetado en su integridad. Hay más de 50 cautelares en todo el país. Fin de la inocencia mileísta. El Procurador Rodolfo Barra urde su contra ofensiva.
La CGT mantiene la decisión de un paro nacional de medio día para el 24 de marzo. Francos aconsejaría negociar a partir de algunos hombres que se mostrarían abiertos: Gerardo Martínez, de la UOCRA, Armando Cavalieri, de Comercio, Luis Barrionuevo, de Gastronómicos. La intransigencia sería de Pablo Moyano y de Héctor Daer, oyente de su amigo Sergio Massa. Milei no está convencido de la desactivación. Porque el retorno de “los gordos” a la calle después de cuatro años de hibernación estimularía la memoría y la bronca de la legión que en noviembre se pronunció a favor de un cambio.
Esta suerte de juego presidencial parece también de vuelo corto si sus decisiones económicas no sirven en algún momento para trazar una expectativa favorable en el imaginario popular. La inflación de diciembre será descomunal. La de enero se conformará espoleada por incrementos en: trenes, colectivos, subtes, peajes, prepagas, expensas, gas y electricidad. Marzo acostumbra a ser un mes de elevada inflación estacional. Abril debería poder exhibir el trozo de alguna zanahoria.
Para que aquel plan oficial logre prolongarse en el tiempo el gobierno requeriría una cualidad que todavía no ventila. Una plataforma de acción política descentralizada que no dependa exclusivamente de los pulgares de Milei y Karina. Para eso harían falta más que un puñado de dirigentes diestros. También la determinación de bajarle el voltaje a las acusaciones contra “la casta”.
La agenda propuesta en el vapuleado DNU y la “Ley ómnibus” resulta tan diversa que cuatro o cinco funcionarios son insuficientes para negociarla con la oposición. La decisión de mostrar a la sociedad una actividad frenética y distinta a la que estaba habituada llevó a mezclar urgencias (el ajuste de Luis Caputo) con cuestiones banales.
En una Argentina quebrada, ¿Es importante que los jueces usen toga negra y un martillo?. Lo propone la Ley Omnibus. En el mismo sentido, ¿Requiere urgencia el debate sobre si los clubes de fútbol podrían transformarse en Sociedades Anónimas?. En una entrevista, el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, se enfrentó a ambos dilemas. Gambeteó el primero. Sobre el segundo disparó un boceto económico: las presuntas inversiones en el fútbol podrían colaborar con la dinamización de la economía. Endeble, difícil de entender. Como aquellos famosos “brotes verdes” del macrismo que jamás afloraron.
Dentro del vendaval de reformas se descubrieron también disparates. El caso de la modificación a la Ley de Pesca que reserva la explotación dentro de las 200 millas marítimas a personas o empresas radicadas en el país. La puerta se abriría a empresas transnacionales. Los gobernadores patagónicos se quejaron y lograron de parte de Francos la promesa de revisar aquel cambio. En el universo de los mandatarios provinciales, en esta época nueva, existe una novedad inédita: los 24 comparten un grupo de what sapp. Peronistas, radicales, macristas. Van comentando decisiones de Milei.
Sobrevuela un conflicto. El Presidente les promete la reposición del Impuesto a las Ganancias a cambio que apoyen, en forma íntegra, la “Ley Ómnibus”. “Extorsión”, escribió uno de los gobernadores del norte. Varios de ellos estuvieron reunidos los últimos días en el Senado con Victoria Villarruel. Dijeron haberse sorprendido por la amplitud de la vicepresidenta para escuchar y atender reclamos.
Villarruel parece una de las pocas que entiende en el oficialismo la necesidad de acuerdos. Sin que signifique una claudicación. Quebró la mayoría kirchnerista al designar las autoridades del Senado. Integró todas las comisiones dejando vacantes los lugares que corresponden a Unión Por la Patria. Puso en debate la aprobación de la Boleta Unica. Aceptó un pedido peronista de cuarto intermedio para conseguir coincidencias que permitan consagrarla.
Martín Menem tiene muchas más dificultades en Diputados. Con la ayuda peronista no K armó cuatro comisiones. Milei amenaza con llamar a un plebiscito si la mega ley no se aprueba este mes. Una utopía. En los 40 años de democracia existió uno solo (no vinculante) que convocó Raúl Alfonsín en 1984 para sellar la paz con Chile por el Beagle. Lo ganó ampliamente. El proyecto fue aprobado a duras penas en el Senado. En Uruguay, Luis Lacalle Pou se impuso por apenas un punto en el referéndum del 2022 también por una “Ley Omnibus”. Incluía una reforma previsional. Estaba en el cenit de su popularidad. Fue forzado a convocarlo por el opositor Frente Amplio.
Mojones para ser tenidos en cuenta antes de caer en la riesgosa tentación.
Fuente Clarin