Por el general (de la reserva) Tamir Hayman
Tras cien días de guerra, hemos arribado a un punto crítico de decisión.
Después de desmantelar la mayor parte de las capacidades militares de Hamas (aunque todavía no nos hemos ocupado de la Brigada Rafah y la dirigencia no ha sido eliminada; la mayor porción de la tarea es cosa del pasado), el dilema es ahora político.
El escalafón político tiene dos opciones:
- Un canje por los rehenes negociado por Qatar, en un acuerdo que traería el fin de la guerra. Evidentemente no tiene ningún costo político, pero existe la posibilidad de que permita a Hamás continuar gobernando.
- Un acuerdo regional con Arabia Saudita mediado por Estados Unidos. También en este caso, la guerra terminará con un canje por los rehenes, pero el precio incluirá el consentimiento israelí de un proceso político con la Autoridad Palestina, que volvería a controlar Gaza.
Por supuesto, el gobierno puede posponer la decisión y continuar únicamente con la actividad militar. Políticamente, este es el camino más seguro para la actual coalición.
Este camino no conduce a ningún estado final estable y no garantiza el logro de ninguno de los objetivos de la guerra.
Por lo tanto, los líderes de Israel deben tomar una decisión y determinar qué es más importante.
Una visión política impopular que garantice el cambio de la realidad de seguridad en Medio Oriente y el logro parcial de los objetivos de la guerra; o, alternativamente, determinación militar para intensificar la derrota de Hamás y tal vez abrir otro frente de guerra en el norte que debilite a Hezbollah.
La guerra obtendría el apoyo de la mayoría del público, pero es dudoso que al final consigamos un cambio fundamental en el equilibrio de la seguridad nacional.
Además, incluso en este caso, el logro de todos los objetivos de la guerra es cuestionable, principalmente en lo que respecta al regreso de los rehenes.
Fuente: INSS – The Institute for National Security Studies
Fuente Aurora