Mohammad Faramarzi, Mohsen Mazloum, Vafa Azarbar y Pejman Fatehi -cuya nacionalidad no se especificó aunque los nombres son iraníes- fueron ahorcados al amanecer en la prisión de Karaj, urbe vecina de Teherán, informó la agencia del Poder Judicial iraní Mizan.
«Pretendían llevar a cabo una operación con bomba en una planta de fabricación de equipos adscrita al Ministerio de Defensa en Isfahan», argumentó Mizan.
Según el Poder Judicial, los cuatro presos fueron detenidos en agosto del año pasado y habían entrado “ilegalmente” en el país desde la región del Kurdistán en Irak.
Los supuestos agentes de los servicios de inteligencia israelíes habían recibido entrenamiento en “varios países africanos” y estaban también vinculados con el partido político kurdo Komala, opositor a la República Islámica de Irán, según la Judicatura iraní.
El régimen de los ayatollahs suele ejecutar a disidentes, incluyendo del Kurdistán iraní, y acusarlos de trabajar para Israel.
En diciembre de 2023, otros cuatro personas, entre ellas una mujer, fueron ahorcadas por realizar «sabotaje» y «espionaje para la entidad sionista”.
Esta es la última de una serie de ejecuciones y sentencias a la horca en Irán.
Irán es el principal país del mundo en la aplicación de la pena de muerte, con 576 ejecuciones llevadas a cabo en 2022, un sustancial aumento desde las 314 del año anterior, según Amnistía Internacional.
Grupos de derechos humanos han denunciado la ejecución de hasta 800 personas en el país en 2023, gran parte de ellas por delitos relacionados con el tráfico y la posesión de drogas.
Con información de agencias
Fuente Aurora