Por Ezequiel Burgo
El tipo de cambio en $ 833 ha sido clave para que en enero el IPC baje a 20,6% del 25,5% de diciembre. Sin embargo el precio de los bonos y el riesgo país indican que hay dudas sobre el poder del Gobierno en esta estrategia.
Por qué las expectativas de inflación son menores que dos meses atrás.
La inflación de enero fue de 20,6% y la interanual llegó a 254,2%
Un economista que habla con Mauricio Macri no tiene dudas. “Caputo no puede subir para siempre el dólar 2% mensual. Si la inflación de febrero y marzo da alrededor de 10% aguanta unos meses, igual tendrá que cambiar”.
La inflación de las últimas dos décadas se resume mas o menos bien en una ecuación que dice la variación de los precios se explica 60% por lo que pasa con los salarios y 40% por los movimientos en el dólar. Luis Caputo quizá no conozca esa relación pero intuitivamente se la imagina porque si algo le genera rechazo es la visión del dólar flotante que le provocó más de un dolor de cabeza en 2018 cuando era presidente del BCRA y se peleaba con el FMI para que lo dejaran intervenir.
El Gobierno dejó inmóviles estas dos variables (salarios y tipo de cambio) desde diciembre y la tasa de inflación bajó en enero (20,6% versus 25,5% el mes anterior). Cuánto más podrá recurrir a esta estrategia para desinflar es la pregunta de millón. Pareciera que no mucho.
El poder adquistivo del salario formal en diciembre tocó el nivel más bajo desde la salida de la convertibilidad en 2002. Y según Econviews el dólar oficial de hoy ($ 833) debería costar unos $1.100 si el Banco Central lo hubiera actualizado por la inflación desde que se hizo la devaluación el 13 de diciembre. Aquel día Luis Caputo puso el tipo de cambio 40% por encima del promedio histórico. “Ahora está apenas 4% arriba y bajando”, dice Econviews.
El Gobierno se aferra a un relato donde el ancla fiscal es la que le permitirá, de la mano de un ajuste y recesión, acumular dólares al país para pagarle el FMI mientras no se regrese a los mercados y no lleguen las inversiones.
Pero en los hechos el Gobierno hace otra cosa. Sostiene, trabajosamente, el relato de la ortodoxia fiscal dado el revés en el Congreso y la realidad que se le impone (tuvo que cambiar su estrategia en relación a los subsidios y solo retiró la ayuda completa a los segmentos de mayores ingresos mientras no hay ajustes para el resto de la población) y en los papeles recurre al ancla cambiaria como explicó hace unos días el economista Andrés Borenstein en Clarín.
Dos meses atrás las estimaciones de inflación para diciembre, enero y febrero decían que el índice precios acumularía una tasa de entre 90% y 100%. Muchos economistas hablaban de inflación arriba de 30% mensual. Eso no sucedió. Diciembre fue 25,% y enero 20,6%. La inflación bajó.
¿Las expectativas que había en diciembre se revirtieron? ¿O es la recesión la que disciplina los precios? Como explicó en su momento el economista Roberto Frenkel, en contextos de alta inflación e incertidumbre muchas veces los precios son fijados por los empresarios a partir de una conducta precautoria para evitar la pérdida de su capital y en un lapso de muy poco tiempo pueden provocarse movimientos fulminantes en las góndolas independientemente de los fenómenos monetarios. Pero si esos precios no son convalidados, sumado a que los niveles de actividad y consumo se desploman por estas horas, la tasa de inflación se estaría alejando del nivel que registraba y estimaba a fin del año pasado cuando se hablaba de hiperinflación.
Nada de esto indica que la estabilidad se haya alcanzado. Es lo que banqueros y empresarios del extranjero que llegan al país por estas horas comprueban hablando con funcionarios, ex funcionarios y analistas. Aún faltan respuestas que el Gobierno debe dar si pretende cumplir sus objetivos, coincide la mayoría. Por eso el riesgo país sigue en la zona de los 2.000 puntos.
Fuente Clarin