Por Elizabeth Peger
En medio de su disputa con la CGT, el Gobierno planea extender el ajuste a la caja que financia a las obras sociales sindicales. Cómo afectará la atención médica de discapacitados, jubilados y monotributistas.
Javier Milei está decidido a extender la carga mayor del ajuste sobre los sectores políticos que resisten sus medidas y los lineamientos centrales de su administración. Ya lo comprobaron los gobernadores la semana pasada cuando el Ejecutivo nacional recortó las transferencias discrecionales, subsidios al transporte y fondos para educación tras la caída de la Ley Ómnibus que el Congreso. Pero no son los únicos. Milei también aplicará la motosierra al sindicalismo: prevé una fuerte reducción de los recursos destinados al financiamiento de las obras sociales sindicales que administran los principales líderes de la CGT.
Tras el paro general que la central obrera concretó el último 24 de enero, el más rápido dispuesto contra un gobierno desde el retorno de la democracia, el Presidente aceleró en su ofensiva contra la pata gremial de lo que agrupa bajo la categoría de la “casta” y, a través de mensajes informales de funcionarios de su administración, anticipó a los gremios el nuevo recorte que, en parte, ya se puso en marcha: el Gobierno no giró en enero a las prestadoras sindicales unos $ 5.000 millones correspondientes al programa SUR que subsidia los tratamientos de alta complejidad y los medicamentos de alto costo.
Pero el ajuste es mucho más amplio y amenaza afectar el financiamiento de servicios para discapacitados y la atención médica de jubilados y monotributistas. Según la previsión del Gobierno, adelantada a los sindicalistas, se proyecta una reducción de alrededor de un tercio de los recursos del Fondo Solidario de Redistribución (FSR) que actualmente se destinan para pagar los servicios de transporte y educación para discapacitados, lo que obligaría a las obras sociales a financiarlos con recursos propios.
“Si avanzan con el recorte vamos a ir a la Justicia a frenarlo“, alertan como respuesta desde la cúpula de la CGT en línea con la contraofensiva judicial que ya pusieron en marcha algunos gobernadores tras la eliminación de los subsidios al transporte y del fondo de incentivo docente.
La movilización de los gremios contra las reformas que impulsa el gobierno, copó las calles del centro porteño. Quejas de los comerciantes de la zona.
En la central obrera recuerdan que desde hace años presionan para que el Estado asuma en forma directa el costo de esos servicios para evitar desfinanciar el FSR, cuyo destino original era el de pagar los tratamientos más costosos. Para eso durante la gestión de Alberto Fernández y Sergio Massa lograron incluir en el Presupuesto 2023 una partida específica de $132.000 millones para costear los rubros de discapacidad por fuera del FSR, pero hasta diciembre solo se transfirieron $ 70.000 millones. La gestión de Milei ya les anticipó que no continuará con esas transferencias. Ahora a esa decisión se suma que sus propias prestadoras deberán pagar una parte de los servicios.
“No entienden que no están castigando a los sindicalistas. Esto lo pagan los trabajadores, la gente y la salud pública que ya está colapsada”, advirtió a Clarín José Luis Lingeri, jefe del gremio de Obras Sanitarias y el referente de la conducción cegetista encargado de la problemática de las obras sociales. El dirigente remarcó que es “crítica” la situación del FSR, que es administrado por la Superintendencia de Salud y se nutre de un porcentaje de los aportes de los trabajadores, porque los recursos no alcanzan para financiar el sistema que hoy presta servicios médicos a más de 14 millones de personas.
Durante el mes de enero el Fondo recaudó $ 55.200 millones mientras los gastos por discapacidad sumaron $ 50.505 millones (tras la aplicación de un incremento de 30% en esos servicios), lo que representa el 90% de los recursos. Según los cálculos de la CGT, de mantenerse esa situación las obras sociales acumularían a fin de año un rojo de $ 200.000 millones, imposible de financiar con fondos propios de los sindicatos. Y el escenario podría ser peor si las prestaciones médicas se siguen actualizando en línea con la inflación pero las subas de los salarios, cuyos aportes financian el sistema, no acompañan esa evolución.
Mas recortes
A las complicaciones por el incremento exponencial de los costos del rubro discapacidad que ahora el Gobierno pretende que los gremios costeen en parte directamente con sus recursos, se agrega otra decisión que proyecta la gestión libertaria: dar de baja los subsidios automátivos de SUMA, SUMA+ y SANO, destinados a compensar los aportes que reciben las obras sociales de monotributistas, jubilados y trabajadores de salarios bajos. Las prestadoras sindicales recibieron durante enero los recursos de esas transferencias correspondientes a diciembre, pero no recibieron confirmación oficial de lo que ocurrirá con los fondos de enero y febrero.
“No hay diálogo, no se sabe qué va a pasar”, se quejan en la cúpula cegetista, donde aguardan por una convocatoria formal del flamante titular de la Super de Salud, Gabriel Oriolo, que recaló en el organismo tras el paro de la CGT y el desplazamiento de Enrique Rodríguez Chiantore, el referente de Patricia Bullrich que había sido designado al inicio de la gestión Milei con un visto bueno de los sindicalistas.