LA HABANA, Cuba. – “Veo muy poco, pero ahora no pueden operarme de cataratas porque no hay lentes. Necesito recuperar la visión para seguir trabajando”, dice Oscar Cobas González, un anciano de 68 años que vende escobas en las calles de Holguín.
“Para caminar, yo me auxilio con el bastón tocando la acera. Cuando llego a una esquina pregunto cuál es la calle y así me voy guiando”, explica Cobas González, quien vive con su esposa de 63 años. “Ella es diabética y tiene una pierna afectada. Antes me acompañaba, pero se puso mal y no puede caminar tanto”.
Los 1.600 pesos mensuales de su chequera más los 1.300 de su esposa son insuficientes para cubrir el alto costo de la vida. “Es muy poco, eso no da la cuenta. Fíjate que un trocito de calabaza cuesta 90 pesos y una cabeza de ajo 40, el litro de leche estaba a 100 pesos y ya no aparece”, lamenta el señor que ha bajado las escobas de su hombro y las ha puesto en la acera. “De vez en cuando hago un alto para descansar, ya los años pesan”, comenta.
Cobas González vende las escobas a 120 pesos cada una. En ocasiones la venta no va como él quisiera, pero hoy ha sido un día de suerte: son las 10:00 de la mañana y en dos horas de trabajo ha vendido siete escobas de las 15 que traía. “Cuando gano más de 500 pesos vendiendo escobas compro picadillo o cualquier cosita para comer y lo llevo para la casa en la jabita”, dice.
En casi dos años de trabajo como vendedor ambulante con deficiencia visual, Cobas González celebra la honestidad de sus compradores. “Yo no veo bien, yo siento el dinerito que me cae en la mano, la gente me lo da y no me engaña”, reconoce.
El señor solo trabaja por las mañanas porque a las 2:00 de la tarde es el último viaje de la guagua hasta Las Biajacas, el pueblo donde vive, a nueve kilómetros de la ciudad de Holguín. “No salgo todos los días a vender. Solo dos o tres veces a la semana. Eso depende del transporte y de la cantidad de escobas que estén listas”, dice.
Cobas González tiene esperanzas de recuperar muy pronto la visión. “Todos los días pido progreso a Dios y a lo mejor el mes que viene llegan los lentes al hospital y me operan. Yo no descanso, tengo que trabajar todo el día, luchando para comer”, dice mientras se pone al hombro el bulto de escobas y comienza a pregonar.
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Fuente Cubanet.org