Las dos pesadillas que han traído de cabeza a las familias españolas durante la crisis de precios que siguió a la pandemia son las protagonistas del buen dato de inflación de febrero. La cesta de la compra es un 2,8% más cara que hace 12 meses, pero el ritmo de crecimiento del índice de precios de consumo (IPC) se moderó seis décimas, y ha regresado a niveles que no se veían desde el pasado verano. La electricidad y los alimentos constituyen la clave de esta mejoría, según el dato revisado este jueves por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
En un momento de excepcional producción de energía renovable, que se ha mantenido durante la primera quincena de marzo, los precios de la luz se desplomaron en febrero, favorecidos, también, por el abaratamiento del gas en los mercados internacionales. La electricidad es un 7,7% más económica que hace un año, mientras que el gas se hundió un 21%.
Pero este es un proceso que lleva produciéndose desde hace tiempo —las caídas mensuales, de hecho, son más modestas que las interanuales—, e incluso ha provocado la progresiva marcha atrás de algunas medidas excepcionales aprobadas por el Gobierno durante lo peor de la espiral, como la rebaja del IVA a los suministros energéticos. El efecto negativo del nuevo paquete de medidas ya se notó en enero, lo que provocó un repunte coyuntural de la inflación, que no debe hacernos olvidar la tendencia desinflacionista general que se ha consolidado desde la vuelta del verano.
El otro factor que explica la moderación del IPC es el precio de los alimentos, aunque es este caso no se abaratan: simplemente se encarecen menos de lo que lo hacían antes. Los comestibles subieron en febrero un 5,3% interanual, la mitad que en verano, 2,1 puntos menos que en enero y la tasa más baja desde ese mismo mes de 2022. En definitiva: el ritmo de aumento del precio de los alimentos ha vuelto a niveles previos a la invasión de Ucrania.
“Esta bajada se debió, principalmente, al descenso de los precios de las legumbres y hortalizas y la carne, que aumentaron en febrero de 2023, y a los incrementos de los precios de las frutas, el pan y cereales y el agua mineral, refrescos, zumos de frutas y vegetales, menores este mes que en 2023″, destacan el INE en su nota de prensa. Son datos anuales; en el registro mensual, el conjunto de los alimentos incluso cayó una décima, lo que indica que son más baratos que hace 29 días.
Electricidad y comestibles, antaño los malos de la película, dejan ahora las buenas noticias. Sin embargo, la inflación subyacente, que no tiene en cuenta el efecto de ambos —por ser muy volátiles—, se está replegando a un ritmo mucho más lento. En febrero se moderó una décima, hasta el 3,5%. Este es el indicador que más tendrán en cuenta los bancos centrales a la hora de decidir los esperados recortes de los tipos de interés, y el que indica la verdadera tendencia desinflacionista de fondo. Aunque ya no es tan intensa como hace unos meses, esta persiste: es la menor tasa de la subyacente desde el inicio de la guerra, y está a la mitad que hace un año.
Irse de vacaciones, más caro
Los datos mensuales, en cambio, dejan algunas dudas. El IPC general subió cuatro décimas, y el subyacente medio punto, lo que indica que los precios continúan encareciéndose. La mitad de la subida del coste de la vida en los últimos 29 días se debió al transporte, principalmente por el incremento de los combustibles, que llevan varias semanas consecutivas al alza. Hasta ahí nada extraño, habida cuenta de la gran volatilidad de los mismos, dependientes de las oscilaciones del petróleo: por eso no se tienen en cuenta en el dato subyacente.
Sin embargo, hay un segundo factor que ofrece señales de alerta de cara a los próximos meses: la otra mitad se debió a la suma de hoteles, cafés y restaurantes, por un lado, y ocio y cultura, por el otro, a la que habría que añadir el transporte aéreo. En los albores de la Semana Santa y el inicio de la temporada turística, las empresas ya estarían revisando sus precios. Irse de vacaciones saldrá más caro, y también el IVA de la luz, que desde marzo regresará al 21% habitual. Lo bueno es que la electricidad está por los suelos y que los alimentos al menos ya no dan los sustos de antes: casi la mitad se ha abaratado en el último mes, y uno de cada seis ya lo ha hecho en el último año.
Las dos pesadillas que han traído de cabeza a las familias españolas durante la crisis de precios que siguió a la pandemia son las protagonistas del buen dato de inflación de febrero. La cesta de la compra es un 2,8% más cara que hace 12 meses, pero el ritmo de crecimiento del índice de precios de consumo (IPC) se moderó seis décimas, y ha regresado a niveles que no se veían desde el pasado verano. La electricidad y los alimentos constituyen la clave de esta mejoría, según el dato revisado este jueves por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Fuente El Confidencial