Por Carlos Pagni
El contraste entre situación actual y expectativas; el estallido de la pobreza; Guzmán, amenazado por mostrar estadísticas de Massa; el juez Lijo y sus defensores para ir a la Corte
El índice de confianza del consumidor, estudio realizado periódicamente por la Universidad Torcuato Di Tella, exhibe cómo miran los ciudadanos la escena, el presente y el futuro. Es una especie de síntesis en la que uno puede encontrar la clave de este momento histórico. La última edición de este estudio exhibe dos variables: las expectativas de la gente sobre el futuro por un lado y sobre el presente, por el otro. Respecto del futuro, hay un ascenso en las expectativas entre 2022 y 2023, un derrumbe sobre el final del año pasado y un repunte en este 2024. Sin embargo, en lo que al presente refiere hay una abrupta caída. Parecería no terminar de caer la situación de las personas cuando se les pregunta cómo están ahora. Cuando uno observa esta confrontación y nota que la percepción del presente tiene niveles muy bajos, que nos retrotrae a lo que ocurría entre el 2018 y 2019, recuerda aquella frase que causaba gracia en el primer período del gobierno de Carlos Menem: “Estamos mal, pero vamos bien”. Nos sentimos mal, pero confiamos en el rumbo que toma la realidad. El presidente Javier Milei se ufana de que está haciendo, y lo dice con orgullo, el ajuste más importante en la historia de la humanidad. Pero que a medida que pasa el tiempo, según él y las encuestas que consume, es cada vez más la gente que deposita confianza en el futuro y que cree que él va sacar a la Argentina de esta situación pésima en la que está en menos tiempo, más rápido y con mayor eficiencia. La situación empeora, las expectativas mejoran.
Pueden pasar dos cosas. Una de las dos ocurrirá seguramente. O la percepción de la gente sobre el presente mejora y las expectativas se ven corroboradas, lo que le abriría a Milei la perspectiva de un gran liderazgo. O, si la situación sigue siendo mala para la gente, las expectativas caen. ¿El Gobierno qué cree? Dice: “Necesito tiempo para que la situación se parezca a las expectativas. En el segundo semestre cumplimos”. ¿La oposición qué cree? ¿Los movimientos sociales, que están callados? ¿Los sindicatos, que no pueden homologar sus convenios? ¿La oposición política? Creen que va a haber un momento en el que la situación objetiva va a derrumbar las expectativas, al contrario de lo que piensa el Gobierno, y ahí será el momento de enfrentar a Milei. Mientras tanto, aguardan a que la gente decaiga. Todavía no sucede. Es una política muy desconcertante, temerosa y muy poco valiente. Delegan en la gente el conflicto.
¿Qué variable de ese cuadro de la Di Tella va a corregir, las expectativas o la realidad? Esa es la pregunta. Las condiciones sociales son objetivamente muy malas. Un estudio realizado por la Consultora ExQuanti, que procesa muy bien los números de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec y muestra el comportamiento de la pobreza en la mayor parte de los conglomerados urbanos de la Argentina, exhibe que en el cuarto trimestre del año pasado la pobreza llegó a 41,7%.
Es un escenario similar al del primer semestre del 2020, en plena pandemia. Cuando se trata de indigencia, aquellos que no llegan con sus ingresos a poder comprar una canasta básica de alimentos, alcanzó un récord: 13,8%. Mientras tanto, en un momento muy dramático como la pandemia, estábamos en 12,3%. Del ciclo que va desde comienzos del gobierno de Mauricio Macri hasta ahora, la indigencia está en el peor número, lo que desata una cantidad de discusiones y reacciones del Gobierno y de economistas.
Dentro de este tema, que es cómo la política y las ciencias económicas asimilan este fenómeno tan doloroso, hay que referirse a una polémica muy inquietante que ocurrió la semana pasada. Una exhibición de cómo funciona lo peor de la política. Martín Guzmán, primer ministro de Economía de Alberto Fernández, sacó un largo tuit sobre la pobreza, que decía: “Ayer el INDEC publicó los datos de pobreza de 2023. Durante la gestión Massa, la tasa de pobreza subió 5,2 puntos porcentuales.1,5 millones de personas cayeron en la pobreza y 1 millón de personas en la indigencia”. Tras escribir este posteo, Guzmán -que está en Estados Unidos en donde da clases- recibió un mensaje de WhatsApp de un dirigente político que lo conoce mucho y que conoce mucho a Massa, que decía: “Cuidate. No es gratis judicialmente ir contra los poderosos. Espero que no, pero podrías tener grandes dolores de cabeza y una erosión económica significativa”. Mientras Guzmán leía este texto, entró otro tuit en la red X de Guillermo Michel, mano derecha e izquierda de Sergio Massa: “Martín Guzmán le salió caro al país y al peronismo. Tu único legado fue generar el festival de importaciones más grande de la historia y colocar al peronismo al borde de dejar al gobierno en helicóptero, situación que Massa logró evitar y así permitir al peronismo retener la provincia de Buenos Aires, la primera minoría en el Senado y Diputados, y recuperar municipios en muchas provincias. Es hora de que dejes de generar grietas entre los dirigentes peronistas que son los que juntan los votos en todas las elecciones para que después algunos arribistas como vos ocupen cargos públicos. Como también evalúes volver a la jefatura de trabajos prácticos de Columbia”. Sobre el final del párrafo, Michel remite a un artículo de Infobae. La nota se titula: “Un fiscal pidió la indagatoria de Pesce, Guzmán y otros funcionarios en la causa que investiga si hubo sobrefacturación de aviones privados”. Lo curioso es que esta causa se inicia con una investigación preliminar de un fiscal extraordinariamente ligado a Massa, Guillermo Marujuán, y después la toma Ariel Lijo, el juez que Milei quiere poner en la Corte, junto al fiscal Eduardo Taiano, quien pudiendo investigar todo el rumoreo sobre coimas a las importaciones en la Aduana cuando estaba Michel, cerró la investigación días antes del balotaje diciendo: “Yo no investigo sobre la base de denuncias anónimas”. Hasta ahora, Guzmán no habría recibido ningún pedido de indagatoria de Taiano. Sería solamente para amedrentarlo. Este es el estado de la política y de la Justicia en la Argentina de hoy. Así se opera para liquidar una discusión que Guzmán, más allá del juicio que nos merezca su paso por el Ministerio de Economía, tiene todo el derecho de plantear. Es interesante porque el protagonista de esto que sería un apriete es justamente el juez Lijo, caracterizado desde hace muchísimo tiempo por abrir causas que nunca se cierran, no se sabe muy bien con qué intencionalidad.
Esta polémica es una de las derivaciones de los datos sociales que presenta el estudio de ExQuanti sobre la pobreza. Cifras como estas tienen impacto sobre el Gobierno. Otro índice que publica la Universidad Di Tella, el índice de confianza en el gobierno, refleja en su última medición que el oficialismo tuvo una variación en marzo de -0,5% respecto del mes anterior.
Por un lado, hay que consignar que Milei se rodea de economistas híperortodoxos. Daría la impresión de que si uno ve con qué gente se rodea Milei, no da el brazo a torcer respecto del concepto que tiene de la economía. Ahora ha incorporado a Demian Reidel, un economista muy ligado al sector financiero y que viene en sus orígenes del mundo de la Física. Trabajó en el Banco Central en la época de Federico Sturzenegger y es un ortodoxo, alguien que coincide con la idea de que el objetivo debe ser bajar la inflación por la vía de un gran ajuste monetario y fiscal. A Reidel, Milei le ha confiado liderar un Consejo Asesor del Presidente, no pensando en cuestiones coyunturales. La expectativa de Milei es que Reidel elabore proyectos de largo plazo para reformas estructurales del país. Almorzaron juntos el jueves pasado y Milei estaba muy entusiasmado en recibirlo para poner en funcionamiento ese Consejo, con esta orientación, como le había comentado a muchos amigos el día anterior. Reidel es amigo de Sturzenegger, otro economista ortodoxo cercano a Milei, dato conocido sobre todo por el Decreto 70/23, de su autoría. Hay otros dos economistas con los que Milei tiene una relación muy amistosa, con los que dialoga muy seguido y se junta los domingos: Juan Carlos de Pablo y Claudio Zuchovicki, ambos también ortodoxos. Sin embargo, cuando hablamos de la práctica, empieza a haber algunas flexibilizaciones del enfoque inicial. Esa flexibilización podría coincidir con la visión de otros profesionales también ortodoxos. Hablamos de Ricardo Arriazu y Miguel Ángel Broda, dos economistas muy destacados y a quienes no se les puede reprochar que no hayan recomendado desde hace mucho tiempo ajustar a través de un shock las cuentas públicas. Pero ambos han planteado reparos respecto de la intensidad de ese ajuste. Arriazu ha dicho públicamente que el Gobierno se pasó de rosca. Él es alguien al que le gusta lo que está pasando. Dice que no se debe perder la oportunidad, que hay que aprovecharla. No hablamos de alguien que está en la vereda de enfrente, desde el punto de vista del concepto, ideológico. Tampoco Broda, a pesar de que dice que el ajuste es muy tosco, hecho a los hachazos. Uno diría con motosierra.
Hay una situación en el Gobierno, que parecen hacer juego con esos diagnósticos. Luis Caputo postergó el aumento de tarifas de gas. Es un aumento importantísimo porque pega en un insumo muy importante de la generación eléctrica. Postergó el aumento del transporte. Recategorizó a los consumidores de luz, como si temieran un costo social insoportable. Sobre todo, porque ahora establecen un cargo fijo muy alto. El Gobierno va mostrando algunos reflejos gradualistas, que lo ponen en la situación de relativizar el shock. Entre otras cosas por una caída brutal en el nivel de actividad que se mide sobre todo en el nivel de demanda eléctrica. En la industria manufacturera, en la construcción. Estamos hablando de caídas superiores al 6% y al 9% de demanda eléctrica.
Esto plantea varios problemas. El primero es que, si se postergan los aumentos de tarifas, se mantienen los subsidios. Al mantener el subsidio es más difícil alcanzar las metas fiscales. Por eso ya estamos hablando de segundo semestre. Para cualquiera que mira con cierta sensatez el panorama social estas postergaciones deberían ser algo a celebrar. Nos hablan de un Gobierno que tiene alguna sensibilidad política, que es lo que le pide el Fondo Monetario Internacional (FMI). “Cuidado que esto debe ser socialmente sustentable”. El FMI le habla a Milei desde la izquierda.
Ya los ajustes que se hicieron son problemáticos y empiezan a preocupar a muchos gobernadores de provincias. Eso está pasando en este momento. En varias provincias -tengo la información de que por lo menos en tres- los gobernadores están mirando que,l dados los aumentos de tarifas que van a venir, la gente va a dejar de pagar. Y mucha gente que deje de pagar ese aumento de luz se va a exponer al corte de luz por parte de la empresa distribuidora. Eso está a un paso de ocasionar un problema político al gobernador. Es por eso que empieza a haber un diálogo entre gobernadores y empresas distribuidoras de electricidad, para encontrar alguna forma de que el no pago, no signifique un corte del servicio. Se están imaginando algunas fórmulas. Por ejemplo, que la gente pague lo que pagó en la última factura, no que deje de pagar todo, que pague un mínimo, y que por el resto le dirija una carta a la Secretaría de Energía de la Nación. Esto genera un segundo problema: si la distribuidora no recibe el pago pleno tampoco paga la electricidad a la compañía estatal que vende ese producto, que es Cammesa. Se genera entonces una deuda que se va acumulando más y más.
Edenor, la empresa de José Luis Manzano, Daniel Vila y Mauricio Filiberti paga el 3,37% de la factura que le tendría que pagar a Cammesa. No paga nada. Edesur el 11,18%; EDEA, 5,55%; EDEN, 8,86%; Edelap, 7,76%; Edesa, 6,18%. Pagan una parte mínima de la factura. Acumulan una deuda de miles de millones de pesos gigantesca. Por ejemplo, Edenor debe más de $185.000 millones y Edesur más de $107.000 millones. En total, las distribuidoras de luz le deben a Cammesa $636.000 millones. El Gobierno empezó a intimarlas para que paguen. Probablemente algunas de estas puedan pagar un poco, pero hay distribuidoras de provincias o de ciudades, que son cooperativas, que si tuvieran que pagar esa boleta, quiebran. Estamos yendo en esa dirección.
Sigue el problema porque Cammesa, al no poder cobrarle a las distribuidoras que tienen esta enorme deuda, no les paga a los productores de energía, a las usinas. Esto está generando una cadena que si continúa nos lleva a un colapso energético. Estamos en una encerrona que viene mortificando a la Argentina desde hace más de 15 años. Hemos dejado correr la inconsistencia del sistema energético hasta generar un enorme problema macroeconómico muy difícil de resolver. Hay expertos en Energía que consideran que casi de lo único que habría que hablar con el Fondo es de eso. Que el FMI encuentre alguna forma de financiar una transición por la cual podamos pagar la luz y el gas lo que corresponde, en un proceso “gradualista”.
Quiere decir que, si el Gobierno va al shock que pretende, se encontrará con un problema social importante. Y si no va al shock que pretende, se encuentra con un problema fiscal importante y las promesas se van postergando.
Es obvio que cuando el Gobierno intima a las distribuidoras de electricidad a cubrir esta deuda y pagarla, empieza a generar otro problema con los gobernadores. Ese problema irrumpe en un momento en el que el ministro del Interior, Guillermo Francos, ha avanzado muchísimo en un acuerdo para que se pueda aprobar la ley ómnibus que el Gobierno no pudo aprobar todavía en el Congreso. Lo primero es el problema energético. El segundo, es que hay un conjunto de provincias, donde se incluyen Santa Fe, Córdoba y las de la Patagonia, que no quieren volver a aumentar el impuesto a las Ganancias. No quieren bajar el mínimo no imponible. Creen que en la situación social en la que estamos sería un gran recorte del salario. En el caso de las del sur existe una motivación especial: sería aplicar por primera vez el Impuesto a las Ganancias a los empleados de empresas petroleras, que hasta ahora nunca lo habían pagado.
Todo esto se suma a otro problema. El Gobierno decidió institucionalizar en un DNU una suspensión de pagos del Estado a las provincias, por deudas que tiene la Anses, con cajas previsionales provinciales. En muchos casos son litigios que están abiertos en la Corte. El Gobierno, sin mirar esos litigios, emitió un DNU para no pagar más. Esto va complicando la relación Nación-Provincias que es otro de los temas históricos de la economía: quién paga la factura de la fiesta fiscal que ha habido en la Argentina en los últimos años.
Se termina poniendo en evidencia el papel central de la Suprema Corte de Justicia en estas polémicas. Todas las controversias entre Nación y Provincias, son materia originaria de la Corte. Es el único tribunal que debe dirimir esos conflictos. Acá es donde se cruzan dos historias: la fiscal, que sigue enredada políticamente ya que es imposible pensar en un acuerdo fiscal sin los gobernadores, y el conflicto entre el Ejecutivo y la misma Corte por la pretensión de designar al juez Ariel Lijo en el máximo Tribunal.
El Gobierno delegó el armado de la Corte en Ricardo Lorenzetti, eso es evidente. Pero hay otra rareza, que es que Lijo ha empezado a hacer lobby por sí mismo. Los votos para que pase por el Senado se los busca él mismo con ayuda de algunos amigos. Es una situación muy complicada porque pocas veces ha habido una ola de repudio tan grande contra alguien que desea ser juez de la Corte. Los argumentos de esas expresiones de repudio, hacen pensar que tampoco podría ser juez de primera instancia. La Cámara de Comercio argentino-americana, con lo que significa para este Gobierno esa institución, el Colegio de Abogados de la ciudad de Buenos Aires y varias redes judiciales se han expresado en contra de la postulación. En las últimas horas también se expresó en contra un grupo de figuras públicas muy ligadas a la cuestión judicial que se autodefinen como “profesores republicanos”, y que estuvieron muy cerca de la campaña de Pro y sobre todo de Patricia Bullrich en la campaña electoral. El presidente de esa asociación es Guillermo Mizraji. Está también Alfredo Vítolo, Alejandro Fargosi, Miguel Wiñazki.
Lijo busca sus propios apoyos. El lunes salió un amigo suyo a hablar: el intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro, que fue juez federal y dejó la Justicia cuando tuvo que investigar el caso Skanska. Prefirió no seguir. Sorprende todavía que no se haya conocido una declaración de los jueces federales, formada por el propio Lorenzetti y por Lijo, que se llama Ajufe, que reúne a jueces federales de todo el país.
Hay un movimiento muy activo de una figura central en toda esta historia, que es amigo de Lijo y a cuyo sobrino tiene en su juzgado, que es el binguero Daniel Angelici. Está llamando a senadores para que voten a Lijo cuando llegue el pliego a la Cámara Alta. Se entiende que un binguero quiera que llegue alguien de su club a la Corte, porque Lijo es un fanático de los caballos de carrera. Todo esto tiene que ver, dicho simpáticamente, con la industria del juego. Es importante lo de Angelici, porque secretamente lidera la UCR de la Capital Federal. El Comité Capital del radicalismo fue entregado a manos de Angelici por quienes eran sus líderes hasta ahora: Emiliano Yacobitti y Martín Lousteau. Hoy ese comité es presidido por quien es la mano derecha de Angelici, Martín Ocampo. Este es el primer dirigente político de la Capital que salió a decir que Lijo tenía que ser juez de la Corte. Yacobitti, vicerrector de la Universidad de Buenos Aires, no dijo que Lijo tiene que ser juez de la Corte, sino que va a ser juez. Es una forma de apoyar a regañadientes. Es desearle suerte. “Va a haber consenso”, dijo. ¿Para los dos postulantes?¿Lijo y Manel García-Mansilla? No, dijo Yacobitti, porque le gustaría que también hubiera una mujer. Yacobitti está avisando que a García-Mansilla lo van a dejar de seña. Que no va llegar. Pero hay que ver qué piensa Milei si finalmente la salida del Senado es aprobar a Lijo, pero dejar en la puerta, sin entrar, al candidato que parece ser el del Gobierno. Hay amigos de Lijo que dicen que la salida de todo esto es que la casta tenga un juez: Lijo, y ver si se aprueba o no el juez del Gobierno, que sería García-Mansilla. ¿Las senadoras kirchneristas le van a dar el voto a Lijo para que reemplace a una mujer, Helena Highton, y además le van a dar el voto a un juez antiabortista?
Es importante todo esto porque va a definir la posición de alguien muy relevante que es Martín Lousteau. No solo es senador. Pertenece a la comisión de acuerdos y es presidente del radicalismo nacional. Frente a la presencia de un candidato calificado como corrupto para la Corte, según opinan muchas instituciones, un candidato que fue investigado por enriquecimiento ilícito y también en el Consejo de la Magistratura, porque no podía explicar su fortuna, el presidente del radicalismo, es decir el hombre que ocupa allí el lugar de Hipólito Yrigoyen, de Raúl Alfonsín ¿va a mirar para otro lado? El radicalismo que ha sido siempre una reserva institucional para la Argentina, ya que otras cosas es difícil pedirle, como una buena política económica, pero que es un límite a desbordes institucionales que pueden cometer distintos gobiernos, que tiene y conserva cierta sensibilidad frente a la calidad institucional ¿va a dejar pasar a Lijo? ¿O se va a suicidar renunciando a su esencia? Es una gran pregunta para saber el estado de la democracia, y de los partidos políticos. Sería muy curioso que Lousteau, que no coincide con Mildi sobre el dengue, que no coincide sobre un DNU, coincida con Milei sobre Lijo.
¿Termina acá la avanzada de Lorenzetti sobre la Corte? Si consiguen los dos tercios para Lijo, ¿va a haber dos tercios también para un procurador? Y una pregunta más: ya que están los dos tercios para poner a Lijo, ¿se utilizarán esos dos tercios para finalmente terminar con el juicio político a la Corte que inició el kirchnerismo? ¿Está también en esa jugada Lorenzetti contra sus enemigos dentro de la Corte, que serían Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz? Hay gente en la Corte que cree que los argumentos que formulaba el kirchnerismo en contra de Maqueda, Rosatti y Rosenkrantz en la Comisión de Juicio Político, estaban alimentados por gente ligada a Lorenzetti. Es decir que Lorenzetti era la mano que mecía la cuna en el juicio político contra sus colegas. ¿Esto habrá sido así o están exagerando el maquiavelismo de Lorenzetti? Detrás de los dos tercios para poner a Lijo, ¿hay dos tercios para echar a dos jueces de la Corte y armar una Corte completa a la medida de un determinado esquema de poder? Es otra pregunta que hay que hacerse. Sería una mayoría insólita, donde coincidirían Cristina Kirchner y Javier Milei con visiones del mundo tan diversas. No se podrían poner de acuerdo en nada, salvo en un juez de la Corte muy cuestionado. Es raro que tengan el mismo pensamiento en eso, no es alentador. Milei debe estar preguntándose: “¿Cómo es que me proponen sumar dos tercios para ponerlo a Lijo pero, al mismo tiempo, el miércoles un grupo de dirigentes de izquierda ligados a Cristina Kirchner y liderados por Alicia Castro, abogados como Maximiliano Rusconi, Eduardo Barcesat y Juan Manuel Ubeira, van a reunirse a analizar si hay motivo de juicio político para mí?”.
Es una pregunta importante porque esta semana habrá una especie de demostración previa. Hay que incorporar a la Auditoría General de la Nación a los representantes de la Cámara de Diputados. Y ahí está Santiago Caputo, “el mago del Kremlin”, el Durán Barba de Milei, postulando a Santiago Viola, otra figura sumamente cuestionada por artimañas que ha tenido su momento para armar una causa contra el juez Sebastián Casanello. Después, gracias a su mamá Claudia Balbín, abogada muy cuestionada, consiguió absolverse. Viola sería el representante del Gobierno para incorporarse a la AGN. ¿Cómo lo va a lograr el Gobierno? ¿Juntándose con el Pro o con el peronismo? Si traiciona al peronismo, ¿se empieza a romper la posibilidad de una convergencia con Cristina? Si se junta con el peronismo, ¿en qué lugar queda Macri? ¿Cuánto puede Macri seguir aguantando los desaires que le produce Milei con estos acuerdos inconsultos con el kirchnerismo? Más allá de todo esto, que tiene que ver con el ajedrez de la política, hay algo muy curioso. Milei, con la candidatura de Lijo y Viola, parece estar infligiendo un daño enorme en su credibilidad en el plano institucional. Es como si se quisiera inmolar. Pero en esa inmolación expone lo que venía a demostrar: la existencia de una casta que puede coincidir en lo peor, como la designación de un juez muy sospechoso para la Corte Suprema de Justicia en un país amenazado por el narcotráfico. Es una mega noticia.
Había un pensador socialista, José “Pancho” Aricó, que decía: “Muchas veces llegamos al poder para cambiar al poder. Y al tiempo nos damos cuenta, en esa intención, cómo el poder nos cambió a nosotros”. Es una cita que a Milei no le va a gustar porque viene de alguien que estaba en sus antípodas.
Fuente La Nación