La líder de la Coalición Cívica (CC)-Ari aseguró que el aumento fue “escandaloso” y que se hizo a escondidas; cargó además contra el embajador en Israel, el rabino Axel Wahnish, a quien tildó como un “impresentable”
De amplia experiencia legislativa, la jefa de la Coalición Cívica (CC)-Ari, Elisa Carrió, cargo contra los senadores esta mañana por el aumento “escandaloso” de sus sueldos y por la forma en que se lo concedieron, en un intento de que no se notara. En medio de su descargo, la exdiputada nacional cargó contra la vice Victoria Villarruel, ya que aseguró que lo que pasó ayer en el recinto de la Cámara alta constituyó “un delito” que la involucra a la número dos del Gobierno. Asimismo, dijo que el presidente Javier Milei hace “un acting” cuando asegura que no está de acuerdo con estas subas e involucró al ministro del Interior, Guillermo Francos, en la cuestión.
“Toda la vida defendí que debían ganar bien. Lo que no pueden ganar es escandalosamente bien”, sostuvo Carrió esta mañana en LN+ y sentenció: “Es un delito. Es un delito donde están implicados todos, incluso la vicepresidenta. Es un delito, por lo menos moral, seguro”.
Dijo la líder de la CC-Ari que consideraba eso porque, primero, para un tratamiento sobre tablas se debe leer el proyecto por secretaría. “Esto es una obligación de la vicepresidenta de la República”, aclaró. Después ahondó: “Ningún jefe de bloque me puede decir ‘yo no sabía’, porque esto se sabe. Es como que van a aumentar a los judiciales. Esto se sabía. O sea que no ir a la reunión de Labor Parlamentaria significa consentir lo decidido. Cualquiera hubiera pedido el pase a comisión o hubiera planteado el escándalo, y en consecuencia todo hubiera cambiado”. Entre eso, indicó descreer de la versión del senador Luis Juez, que había salido al aire antes que ella y negó conocer la movida.
Sin cesar, Carrió basó sus críticas en la técnica legislativa. “Primero, para la votación vos tenés que hacer votación nominal para saber si tenés dos tercios. Segundo, en ese momento, si se hubieran confirmado los dos tercios, ya cualquier diputado que no estaba de acuerdo podía decir ‘votación nominal’ en la segunda parte. En consecuencia, lo que a mí me parece peor, espantoso, es que no se respeten las formas. Porque todo se hace a escondidas. Entonces acá hay un incumplimiento desde la vicepresidenta de la Nación a todos los senadores en cuanto a la transparencia”, marcó.
Aseguró también Carrió que los montos que se impusieron en los nuevos salarios, de más de seis millones en bruto, son “escandalosos” y un “agravio a la Nación”. No obstante, consideró que se deben aplicar aumentos en los sueldos de los diputados.
Luego, cargó directamente contra Milei y Francos. “Acá hay una negociación muy clara. Acá hay un showman que es el Presidente. Esto se negoció entre el ministro del Interior, Francos, que está tratando de sacar los embajadores”, hipotetizó la exdiputada, quien también arremetió contra el embajador designado en Israel, Axel Wahnish, que es a su vez el rabino personal del jefe de Estado. “El rabino que va a Israel es impresentable, se lo puedo asegurar, por los antecedentes que yo tengo. Y además sin experiencia de ningún tipo en materia diplomática, para un lugar que está enfrentando una escalada que puede terminar no ahora, sino después con Taiwán, en una tercera guerra mundial. Entonces, una irresponsabilidad. Ahora esto se acordó, por eso se votó finalmente el acuerdo del embajador ante Israel, que quiere llevar la embajada a Jerusalén, que es un territorio de conflicto internacional reconocido por la ONU”, expresó.
Planteado esto, Carrió dijo que lo que ocurrió forma parte del “toma y daca de la casta” y aseveró que esa casta involucra también al Presidente y a sus ministros. “Él está haciendo acting. ¿Está claro? Esto es acting, esto es actuación. De todos”, consideró, luego de que Milei se quejara de los aumentos y remarcara que los senadores libertarios votaron en contra, pese a que ninguno hizo una oposición expresa cuando se trató la iniciativa y a que uno de ellos había firmado la resolución.
Fuente La Nación