Por Adalberto Agozino
Más de cincuenta países considera a la propuesta marroquí de un plan de autonomía para la región del Sahara bajo soberanía marroquí como la única solución creíble, posible y realista para este conflicto.
El conflicto artificia en la región norafricana del Sáhara marroquí se acerca a un desenlace previsible en la medida en que cada vez más países adhieren a la posición marroquí de abrir, a través de Naciones Unidas, la negociación de un Estatuto de Autonomía para la Región bajo la soberanía marroquí, pero donde la población de origen étnico saharaui podrá elegir sus propias autoridades, mantener los vínculos tradicionales con sus notables, establecer sus leyes conforme a sus costumbres y creencias, en la medida en que reconozcan y acepten la soberanía de Marruecos.
Esta propuesta, que Marruecos presentó, en 2007, en Naciones Unidas, es cada vez más aceptada por los gobiernos del mundo entero, como la única solución posible y realista que puede poner fin a más de cuarenta años de un conflicto que solo beneficia a los cuadros de conducción del grupo terrorista Frente Polisario y a sus sponsors argelinos, que buscan por todos los medios mantener vivo el conflicto para preservar sus privilegios y, especialmente, para continuar beneficiándose con el tráfico ilícito de la ayuda humanitaria suministrada por Naciones Unidas.
Los últimos gobiernos en sumarse a esta fluida corriente de apoyos y reconocimientos internacionales a los derechos marroquíes en el Sáhara son los de la República de Liberia, en África Occidental y la Federación de San Cristóbal, un país anglófono del norte antillano, en concreto en las Islas de Barlovento, en el Caribe.
Estos nuevos reconocimientos son producto de una combinación de factores: en primer lugar los justos derechos de Marruecos sobre la totalidad de su territorio soberano desde las aguas del Mediterráneo a las arenas del Sáhara, siguiendo por el creciente prestigio internacional, que como estadista, ha logrado Su Majestad, el Rey Mohammed VI, a lo que se agrega la idoneidad profesional y la laboriosidad del cuerpo diplomático marroquí, que no desaprovecha ninguna ocasión para impulsar con energía la causa nacional de todos los marroquíes.
Poor último, también tiene gran incidencia en el cambio de posición de algunos Estados con respecto a la cuestión del Sáhara, el cada vez mayor aislamiento internacional que viven los terroristas del Frente Polisario. Aislamiento que viene de la mano de una creciente pérdida de peso internacional de Argelia, un país considerado en el mundo como una dictadura más, como lo son sus principales aliados: Rusia, Cuba, Irán, Venezuela, Nicaragua, Corea del Norte, entre otros.
Finalmente hay que considerar que, los vínculos que Marruecos abre con nuevos países que apoyan sus derechos y propuestas sobre el Sáhara no se agotan en una declaración pública o la firma de un acuerdo sino que son el primer paso en una nueva etapa de las relaciones bilaterales con esos Estados que luego prosperan en apoyos en las votaciones que tienen lugar en las organizaciones internacionales como: Naciones Unidas, Unión Europea, Unión Africana, Organización de Estados Americanos, CEDEAO, etc.
También esos acercamientos sirven para impulsar nuevos vínculos económicos; impulsar las inversiones marroquíes en nuevos escenarios y abrir mercados para las importaciones y exportaciones del Reino. En este sentido el Rey Mohammed VI y la diplomacia marroquí llevan adelante una exitosa política destinada a la pacífica de expansión económica y de la influencia internacional del Reino de Marruecos